Negocio familiar

Anís Machaquito de Rute: Un licor con 160 años de éxitos y cinco generaciones

El aguardiente patentado por Francisco Reyes en el siglo XIX se consolida como la Mejor Bebida Espirutosa de España

Destilería usada en los inicios por Francisco Reyes (derecha) para crear el anís Machaquito ABC

David Jurado

Ahora mismo, en este instante, es posible que se esté abriendo una botella de anís en Japón, México, Alemania o Rusia . Lo que es seguro, de ser así, es que se trata de una botella de Machaquito , la prestigiosa marca de Rute fundada en 1860 por Rafael Reyes Rodríguez y cuyo legado se ha ido perpetuando en la empresa familiar hasta la quinta generación .

Para conocer el éxito de este licor, que el pasado enero recibió en Madrid Fusión el premio d e Mejor Bebida Espirituosa de España 2019, es necesario conocer la historia de su fundador y de cómo su filosofía de trabajo ha sido casi como una religión para su descendencia. Todo arrancó con el tesón de un arriero , que en su propio hogar destilaba el anís.

Tenía su humilde vivienda en las afueras de Rute, donde ya había implantadas algunas destilerías . Cuando fabricaba su producto cogía sus bestias y llegaba con su aguardiante allí donde las empresas consolidadas no lo hacían. Tenía que llegar a las posadas donde no se vendía el género de las empresas de la época . «Quería llegar más lejos que nadie», señala su bisnieto Francisco Reyes Delgado , la cabeza visible actual de la empresa.

Ahora mismo hay tres generaciones arrimando el hombro para continuar el legado del fundador. Francisco despacha casi a diario los asuntos de la destilería con su padr e Manuel Reyes Roldán , en un segundo plano por su avanzada edad, y supervisa muy de cerca la labor de su hijo Alberto Reyes Quiroga , el representante de la quinta generación que asegura el revelo. De hecho, el proyecto de su MBA ha sido un plan de negocio para Machaquito.

Fábrica de Machaquito a principios del s.XX

Volviendo al fundador. Los inicios no fueron fáciles. Se levantaba de madrugada para viajar con sus bestias cargadas de mercancía hasta donde alcanzasen las horas de luz solar . Llegaba de noche a las posadas de los pueblos o ciudades donde al día siguiente vendía su aguardiante, siempre a granel y todavía sin la marca que lo haría célebre. Como los viajes eran agotadores, casi inhumanos, Rafael se aseguraba de dejar en todos los sitios a los que llegaba a una persona encargada de vender su mercancía, lo que viene a ser el actual distribuidor . Así, al siguiente viaje sólo tenía que descargar y seguir su ruta.

Quién iba a imaginar que en una de esas «misiones comerciales» iba a llegar hasta Linares y hacer promotor de su anís, nada más y nada menos, que al mismo alcalde . Su bisnieto cuenta que Rafael Reyes era también un gran aficionado al cante jondo y que no cantaba nada mal. Ese día se arrancó con medias granadinas en el patio de la posada. Uno de los mozos que estaban allí, al oírlo, salió corriendo en busca del alcalde para que fuera a escucharlo. El regidor se quedó tan impresionado que cuando acabó su recital lo invitó a una fiesta particular que tenía esa noche.

El fundador viajaba con sus bestias y creó una red de distribuidores antes de producir a gran escala

«Mi bisabuelo le dijo que no podía, que al día siguiente tenía que vender todo el aguardiante que tenía». Y el alcalde le dijo que no se preocupase. «Su aguardiante está vendido ya , de modo que véngase un rato con nosotros, hombre», le dijo el regidor, tal y como comentan sus herederos al recordar esta anécdota. Y así fue, el alcalde se encargó de que todos los taberneros de la localidad comprasen la mercancía.

A partir de ahí se inició una relación de amistad y empresarial que ha hecho que Machaquito sea uno de los aguardiantes más vendidos en la provincia lienense, cuya implantación y prestigio continúa hoy día.

Pioneros en promoción

Esos pellejos con el tiempo se multiplicaron por mil, y Rafael tuvo que recurrir a las garrafas o damajuana. El consiguiente beneficio económico de las ventas dio lugar a un salto de calidad con el embotellado. Pero todavía hacía falta la marca, que tardaría poco en llegar. Aficionado también a los toros , Rafael Reyes acudió un día a ver a la figura de la época, Rafael González Madrid «Machaquito» .

Destilería antigua de Machaquito

Tras la faena fue a saludarlo y «mi bisabuelo le dijo que como número uno que era en los toros tenía que beber el aguardiente número uno, por lo que le pidió permiso para poner su nombre al producto que fabricaba», señala su bisnieto. Y co n un apretón de manos se quedó cerrado un acuerdo de caballeros , sin royalties ni derechos de autor.

Un apretón de manos bastó para que el torero autorizase a poner su nombre a las botellas de anís

El torero nunca recibió nada por promocionar el anís de su nombre artístico. Otra amistad más para promocionar el licor de Rute. Eso fue en 1892 . El impacto en los consumidores, que en aquella época sólo entendía de vino, aguardiante y coñac, fue demoledor. El anís Machaquito se consolidó como el más demandado de la época, desbancando a las marcas de los primeros escalafones, como Venus o Nueva España .

El nieto del fundador, Manuel Reyes Roldán, señala que el dogma de la saga de artesanos ha sido siempre la calidad . «En cada pueblo, en cada ciudad, se busca y contrata al más serio, al mejor representante. La labor personal lo es todo en aquellos tiempos sin medios de difusión», indica.

Tres generaciones en activo

La segunda generación se encontó con la llegada del ferrocarril y los camiones de mediana carga. El fundador vivió lo suficiente para conocer esta evolución y tuvo el acierto de crear junto a sus hijos la sociedad «Rafael Reyes e hijos» . Uno de sus vástagos, Diego, protagonizó otra anécdota que resultó vital para la implantación de la marca en la Costa del Sol .

Dedicado a la empresa, la política y la música, Diego Reyes poseía un espectacular descapotable Hudson negro con el que viajó hasta Málaga junto a su banda de música . Allí realizó un desfile por las principales avenidas repartiendo lo que hoy se conoce como «merchandising» de Machaquito. Al son de los bombos y platillos volaban caramelos, llaveros, mecheros, bolígrafos... ¿Saben cuál es el aguardiente más vendido en Málaga? «Toda Málaga quedó gratamente sorprendida y se hizo machaquista », recuerda su sobrino Manuel.

En 1945 el otro hijo del fundador, Rafael Reyes Jiménez , se quedó con el negocio en exclusiva. Tras su desaparición, el 13 de enero de 1965, sus hijos Antonio, María Dolores, Rafael, Manuel, José María y Jesús Reyes Roldán heredan la empresa. Se adaptaron a los nuevos tiempos y se encargaron de mantener el prestigio heredado. Manuel acabaría comprando las acciones a sus hermanos y gestiona en la actualidad la marca junto a su hijo y nieto.

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