Francisco J. Poyato - Pretérito Imperfecto
La Andalucía de los «tiesos»
La Junta ha terminado por especializarse en fabricar tiesos que llenan oficinas del paro y sumarios judiciales
Rinconete y Cortadillo debieron ser dos tiesos que no tuvieron la suerte de introducirse en un ERE o haber impartido cursos de formación en la noble escuela de conspicuos hombres del regateo callejero. Almas de Monipodio. Conforme avanzan los años y más pinceladas articulan el paisajismo impresionista andaluz de los dos mayores casos de corrupción en España (los fraudes en los ERE y los cursos de formación para parados), más cara de «tiesos» se nos pone a todos. Entre quien guardaba dinero para asar a una vaca y el que lo ponía en la ruta de las rayas blancas del frenesí y los «gin tonic», o aquellos que repercutían al Fondo Social Europeo el marisco y las chacinas de la Huelva sin par; o empleaban a los alumnos desempleados en servir comilonas para algunos señoritos del BOJA, debe aún existir una ancha franja social de andaluces que miran también con tiesura (de la otra) e ingenuidad tan magnífico alarde de astucia para salir pronto de ese estado natural que la presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha otorgado a su marido estos días. No sin falta de caridad lingüística. Y mucha discreción, porque como sustanció, ella el marisco se lo come en casa. No quiero pensar la tormenta viral que hubiese caído si las ya famosas citas las hubiera pronunciado un diputado popular acerca de su pareja.
El tieso ya existía en el paisanaje urbano andaluz antes de que doña Susana lo institucionalizara en sede parlamentaria y lo ejemplificara como uno de esos subproductos de la bondad democrática e igualitaria que le permiten llegar a convivir hasta con toda una presidenta de la Junta. En realidad, pudiera decirse que la misma Junta de Andalucía ha llegado a especializarse durante décadas en fabricar tiesos de los que están llenas las oficinas del paro y de los que pueblan los sumarios judiciales.
El tieso ha sido estigmatizado en todo pueblo que se precie de serlo, como la tita soltera o el primo locuelo. Una frontera psicológica imposible de sobrepasar, por mucho que saliera adelante, se emancipara de la férrea cal de la prejuiciosa costumbre y retornara un día al empedredado de su infancia para demostrarle a aquellos bárbaros infelices sus posibles y cuentas en Panamá. La sentencia estaba dictada de antemano. Seguiría siendo el tieso de toda la vida, dictaría la inquina y la envidia. De ahí ese afán de superación con el que se mueve el tieso.
El tieso sería además otra genialidad más hecha chirigota del gran José Luis García Cossío, alias «El Selu». Un estudiado tipo de trapillo que encierra la fortuna de la triquiñuela y el engaño en su fachada de hombre de izquierdas. Una falsa modestia de pobre en su porte y una suculenta vanidad patrimonial interiorizada en el clan familiar que nunca sabe nada de tan ardua labor en el partido o el sindicato. Un «juanlanzas» de la vida, pero con la guasa gaditana. Y también hay nuevos tiesos, como hubo nuevos ricos insuflados por la burbuja económica que cometían la ordinariez de mostrarlo con pelos y señales al resto de los nuevos pobres.
La gran ola millonaria de los ERE fraudulentos y los cursos de formación ha creado hasta denominación de origen para el tieso, porque no es lo mismo ser el tieso que va de curso en curso, de puerta en puerta, de ciudad en ciudad, o de oficina en oficina, buscando trabajo, que el tieso que se encarama al sistema perverso y defraudador cual parásito para transmutar por la vía fácil y directa la «tiesura» en vida acomodada. Siempre hubo tiesos y tiesos. Sobre todo en esta Andalucía, que sigue tiesa ante la que le está cayendo.