MUNICIPAL

Ambrosio y la gestión del gesto

La alcaldesa se atasca en una semiótica conflictiva cuestionada en la calle

La alcaldesa, junto a concejales de PSOE, IU y Ganemos RAFAEL CARMONA

M. P. A.

Decía Shakespeare que «ningún minuto de nuestra existencia debiera pasarse sin algún placer». Que se sepa, la alcaldesa de Córdoba, la socialista Isabel Ambrosio, no va a guardar en su memoria el del pasado lunes como un instante de fulgor (por dos veces, a posteriori, se ha ratificado en lo hecho, salvo algún matiz). Jamás un minuto de silencio a las puertas del Ayuntamiento armó tanto ruido. El polémico gesto en pro de las víctimas de los bombardeos franceses en Raqqa (Siria) y los centros de poder yihadista tras los atentados de París ha colocado a la regidora ante un reguero de críticas interminables. Equiparando violencias y víctimas. Una equidistancia impropia y obsesiva para la vara de mando de Córdoba desde que empezó su mandato. La primera muestra: la asistencia a actos religiosos y la Constitución confundiendo laicismo con aconfesionalidad (Regina Máter, por ejemplo).

Todo transcurría con normalidad hasta que la edil de Ganemos Vicky López lo propuso, y a Ambrosio le faltó tiempo para secundarlo tras haber honrado la memoria de 129 asesinados en las calles de la capital gala. PP, Ciudadanos y UCOR se dieron la vuelta cariacontecidos.

Tripartito

Apenas han transcurrido cinco meses al frente del Ayuntamiento y de un cogobierno que a veces se manifiesta en tripartito, y su andadura está más significada por la gestión de sus gestos que por la de nuevos proyectos o iniciativas revitalizadoras.

Nunca un minuto llegará más a los cordobeses que las tres horas del Pleno extraordinario que rodearon el polémico episodio a las puertas de Capitulares. Justamente, una sesión en la que el propio cogobierno sólo pudo anunciar que «está trabajando» en proyectos de futuro. La oposición le pedía referencias y no la estrategia de pararlo todo, crear mesas y comisiones para ganar tiempo y anestesiar el descabello a lo hecho por el PP abriendo frentes sin cerrar alguno. Ni la propia Isabel Ambrosio dedicó tiempo a dar un paso adelante que solapara un tosco e inseguro inicio salpicado con demasiada semiótica conflictiva. A vender nuevas ideas y no guiños a su electorado sin saltarse el guión de investidura.

La alcaldesa (7 de 29 ediles y un 20,5% de los votos) parece atrapada en una especie de política acuosa: insípida, incolora e inodora. Combina largos periodos de ausencia ante la opinión pública —huye de los medios—, con regresos trufados de gestos polémicos o situaciones que a ningún antecesor se le han atragantado como a la dirigente socialista, muy acomodada al «riesgo cero» de la burocrática agenda oficial de la Junta durante ocho años.

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