Patrimonio
Amadeo Rodríguez, el arquitecto que dejó la huella en el ensanche de Gran Capitán en Córdoba
El Gran Teatro, de cuyo inicio de obras se cumplen 150 años, es el mayor testimonio de este arquitecto en una época de transformación
El tiempo y las nuevas necesidades urbanas acabaron con algunas de sus obras más características, pero su huella aún permanece en la ciudad de Córdoba. Su nombre era Amadeo Rodríguez . Nacido en Salamanca en 1840, se formó como arquitecto en la Escuela de Madrid y comenzó a trabajar en Córdoba como arquitecto municipal .
Se vivía entonces una época de grandes transformaciones en la ciudad, que supondría la renovación y modernización de lo que hoy podríamos denominar como el eje Tendillas-Gran Capitán. Quedaría allí radicado hasta nuestros días el centro comercial y cotidiano de la urbe, que se desplazaba así desde otras zonas como La Corredera y su entorno de La Almagra, El Realejo o la calle Almonas, que habían ocupado esa función en la época precedente.
No fueron pocos los arquitectos de diversas generaciones que pusieron su empeño en esta modernización urbana , aunque quizá sea sobre los decimonónicos como Amadeo Rodríguez sobre los que ha caído una cortina de olvido más densa.
Su nombre reaparece en Córdoba de forma cíclica cuando se habla del Gran Teatro , cuyas obras comenzaron bajo diseño de este arquitecto hace ahora exactamente un siglo y medio , aunque no culminaron hasta 1873.
Rodríguez frisaba la treintena cuando le confiaron este proyecto, que fue una iniciativa del banquero y coleccionista de arte Pedro López , que tomó como suyo el viejo anhelo de los cordobeses ilustrados, siempre incumplido y quimérico, de poder tener en esta zona de expansión un coliseo moderno y amplio , mucho mejor que el por entonces angosto y pequeño Teatro Cómico.
El resultado de los trabajos de Rodríguez, que se llevaron a la práctica con notable celeridad, fue un espacio que, según se recuerda con orgullo en la página del Instituto Municipal de Artes Escénicas, «contaba con 28 palcos principales , dos palcos proscenios, 24 plateas, dos plateas proscenias, ocho palcos segundos, dos palcos proscenios, 403 butacas, 99 delanteras de anfiteatro, 105 delanteras de paraíso, 200 entradas principales de anfiteatro y 600 entradas de paraíso».
Hasta 1970, año en que fue cerrado, sufrió diversas remodelaciones que no afectaron a su estructura inicial, por lo que se puede decir que estuvo en activo según su aroma original durante una centuria . Su estreno se produjo el 13 de abril de 1871 con la ópera ‘Martha’.
Amadeo Rodríguez no tuvo la misma suerte con otros de sus proyectos en esta zona. Se puede decir que tuvo mal fario , debido al desarrollo que vivió esta zona de la ciudad y que dio lugar a que pasado el tiempo surgiesen nuevos intereses inmobiliarios .
Por ejemplo, una de sus obras emblemáticas, anterior al Gran Teatro, fue la reconstrucción de la plaza de toros de la Ronda de los Tejares, situada en los solares que ahora ocupa el Corte Inglés y aledaños. El coso, que se había inaugurado con estructuras de madera en 1846, sufrió un incendio tras un festejo y ardió como una pira en 1863. Rodríguez comandó la reforma, en la que se incluyeron las estructuras de hierro y se adoptó la imagen esencial que aún recuerdan los aficionados veteranos, aquellos que entraron allí antes de que fuese derribada en 1971, hace ahora justo medio siglo.
La misma mala suerte corrieron otros dos edificios que diseño Amadeo Rodríguez en la avenida del Gran Capitán, que en esos años se planteó como un bulevar amplio flanqueado por edificios de uso público y chalet y palacetes privados. Los últimos, debido al crecimiento del valor de estos terrenos en las décadas siguientes, caerían luego bajo la piqueta, salvo lo que hoy es la sede del Colegio de Abogados , una preciosa casa diseñada por el modernista Adolfo Castyñeira .
No corrieron la misma suerte los dos palacetes que A madeo Rodríguez diseñó este espacio, según relatan los historiadores Ana María Aranda y Fernando Quiles. Es la Casa de los Marqueses del Mérito , que fue luego sede del Gobierno civil hasta los años 70 y que tuvo un papel destacado en el inicio de la Guerra Civil, y el palacete del marqués del Gelo. Ambos edificios, en la acera del Gran Capitán contraria al Gran Teatro, acabaron derribados. Diseño suyo fue también la ermita del Pretorio, con estilo neogótico , muy característica del estilo inicial de este arquitecto y que sigue en pie, aunque no en su ubicación original.
La obra de Amadeo Rodríguez continuaría luego como arquitecto provincial en Cádiz, ciudad en la que se radicó después de tener algunos conflictos funcionariales en Córdoba. En cuanto a su estilo, se encuadra dentro del eclecticismo de su época, con un arranque muy influenciado por el gótico pero que luego fue adaptándose a otras tendencias.
«Por su forma de construir hay que considerarle artífice novedoso, identificado con la corrientes historicistas de la época, manifestando tanto inclinaciones goticistas y medievales como renancentistas y neoclásicas», escribe el historiador de la Universidad de Cádiz Juan Ramón Cirici.
En cualquier caso, hablamos de uno de esos creadores que aportaron en las transformaciones importantes que sufrió Córdoba en los finales del siglo XIX y los principio del XX y que dieron lugar a la ciudad de hoy. Aunque algunas de sus obras cayesen con el paso de los años, lo innegable es que Amadeo Rodríguez fue clave en un periodo intenso y aún hoy disfrutamos de diseños suyos como el Gran Teatro, que ha logrado sobrevivir, pese a las amenazas del pasado, al derribo que en su día también lo acechó.
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