FORO CULTURAL DE ABC
Almudena de Arteaga: «En novela histórica hay que alejarse para evitar las pasiones»
La autora detalla cómo «La estela de un recuerdo» recoge relatos reales de su propia familia
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Pocas veces tiene alguien la oportunidad de asistir a una charla sobre una novela y conocer el rostro real del protagonista , los escenarios por los que transcurrió su vida e incluso, de su propio puño y letra, las cartas que envío a las personas a las que quiso. Pasó este martes en el Foro Cultural de ABC , que trajó a Córdoba a la escritora Almudena de Arteaga para hablar de su últimoa novela histórica, «La estela de un recuerdo» .
La cita, organizada por ABC, está patrocinada por la Fundación Cajasur y Carbures Médica , y reunió en el salón de Cajasur en Gran Capitán a un nutrido auditorio deseoso de escuchar a la escritora hablar de su obra, de esta última y de las anteriores, con el también escritor y articulista de ABC José Calvo Poyato . Almudena de Arteaga habló de cómo en la vida de un escritor de novela histórica las cosas parecen estar dispuestas y sólo hay que encontrarlas y que surja la chispa que las convierte en objeto de novela para el autor
La escritora recordó que los protagonistas de esta novela son «los monárquicos , aquellos que tras la proclamación de la República o bien se marcharon al exilio, porque lo había hecho el Rey Alfonso XIII, o buscaron su vuelta». No dejó de recordar que también persiguieron la restauración al comienzo de la Guerra Civil e incluso se alistaron para ello, pero sus ilusiones se vieron trucadas pronto. En «La estela de un recuerdo» parte de acontecimientos reales, tan reales que son de su familia. «Cuando iba escribiendo la novela de vez en cuando miraba al cielo y pensaba en la persona que aparecía reflejada en el pasaje pidiéndole perdón», relató. Contó cómo conocía la historia del personaje, Borja, e incluso mostró una fotografía proyectada suya. «Era tío abuelo mío por la parte paterna, y en el verano de 1937, cuando tenía veinte años mandó cartas desde el frente a las dos mujeres que más quería: su madre y la chica a la que amaba, que tenía 18. Era mi abuela materna», contó la escritora. Al día siguiente murió, pero las cartas llegarían a su sitio.
En busca de la carta
La autora pidió aquella carta a su abuela en una ocasión, ya mayor, y le dijo que no la tenía. « Se había casado con otro hombre y había tenido ocho hijos . Pero al cabo de una semana me llamó para decirme que sí y me la dio, aunque sabía a lo que me dedico», afirmó. Y de ahí, de la historia de Borja y Rafaela salió esta novela. Todo a pesar de que ella misma había defendido que para hacer una novela histórica tenían que haber pasado al menos cien años desde los acontecimientos que se relataban . Toda la historia que se cuenta en la novela es real, muchas veces transcrita por ABC. Así, habló de la conflictiva inauguración del Círculo Monárquico de Madrid en mayo de 1931 , poco después de la llegada del nuevo régimen político, y de episodios en la capital sitiada durante la contienda bélica. Almudena de Arteaga insistió en evitar la acritud para hablar de este tiempo y de los enfrentamientos. «Siempre digo que pasaron 40 años después de la Guerra en la que se glorificó a víctimas de un bando y no a otro . En los 40 años siguientes, porque han pasado 40 años de la muerte de Franco, se ha hablado del otro bando», resumió.
La conclusión para ella es que hay que evitar las pasiones, y de ahí su voluntad de intentar alejarse lo máximo posible en el tiempo de aquello de lo que se escribe. «Es d ifícil ser objetivo, pero la historia hay que contarla tal cual es », dijo, para después relatar varios episodios históricos y comprobados en la época de la República y la Guerra Civil en que transcurre su última novela.
Juana «La Beltraneja» fue protagonista de una de sus obras más celebradas
Los chispazos de los que surgen las novelas históricas fueron en una parte el hilo conductor de la novela. Así habló por ejemplo de la que dedicó a Juana «La Beltraneja» , y que no sólo fue un éxito en España, sino también en Portugal, donde se refugió. Acudió al ensayo que hizo Gregorio Marañón en el que, tras examinar la momia, demostraba que su padre, Enrique IV, no merecía el nombre de «El Impotente» que la posteridad le dio. Es decir, que como admite casi toda la historiografía actual, sí era el progenitor de la pequeña (y por lo tanto heredera al trono que ocuparía Isabel).
«Encontré una nota a pie de página en la que se sugería que, en los intentos para que la Reina se quedase embarazada, se podría haber recurrido a la inseminación . Una inseminación muy rudimentaria en el siglo XV, pero que no era extraña, porque desde hacía siglos se practicaba en animales», dijo. Así que de ahí salió una obra que alcanzó un gran éxito editorial , como muchas de las de Almudena de Arteaga. Y algo de verdad habría en todo ello cuando firmó todos sus escritos, hasta el final, como «Yo, la Reina».