Tribuna libre
«Alegato para la concordia», por Sergio Velasco
El autor defiende la figura de Pemán ante la decisión de retirarle el nombre de un colegio en Puente Genil
La política tiene el objetivo de encauzar el bien común. Ha de ser un reflejo de los anhelos de nuestra sociedad civil. Los pontanenses no tienen entre sus preocupaciones ni deseos el cambio de nombre del colegio José María Pemán , como tampoco lo tuvieron respecto al Ramiro de Maeztu . Dos intelectuales cuyo prestigio fue incuestionable, pero que cometieron el atrevimiento de ser de derechas, católicos y monárquicos. Así de fácil.
En el caso de Pemán, colegio en el que tuve el honor de estudiar la EGB y ser representante de los alumnos en el Consejo Escolar , jamás se ha interpretado el nombre del centro como una exaltación del franquismo , sino como un brillante escritor del siglo XX español. El Consejo Escolar actual y el conjunto de la comunidad educativa del colegio no tiene ningún problema con el nombre, pero IU y Podemos van a intentar imponer su criterio minoritario, supuestamente amparados en la ley. No entiendo para qué van a la Fiscalía, como han anunciado en la prensa, y ahora también al Pleno. Supongo que pretenden darla a la entrada y, si no puede ser, darla a la salida. Porque para ustedes Pemán ya es reo de muerte.
José María Pemán, como escritor e intelectual monárquico, católico y tradicionalista , tuvo una larga vida en la que desarrolló una obra colosal, siendo incluso destacado por Francisco Umbral , como «un articulista a quien debiéramos rezar todos los de la profesión». Continúa diciendo que «está olvidado por monárquico, por católico y por sentimental». Es decir, condenado al ostracismo de las letras por sus ideas. «El mejor articulista de la historia del periodismo español -según Umbral-, por encima de Larra y Cavia». También así lo consideran otros grandes articulistas como Anson, Ruiz Quintano o Antonio Burgos . Hughes termina un completísimo artículo en ABC sobre su obra con estas frases: «Con Pemán ya no hay un problema político, hay una dificultad cultural . La España actual no alcanza la altura de este escritor».
La misma izquierda que ha olvidado en 20 años los atroces asesinatos y atentados del terrorismo etarra , la misma izquierda que pacta presupuestos con los herederos de los asesinos, no puede dejar de pensar en Franco. Y en una guerra que terminó hace más de 80 años, en la que luchó media España contra la otra media. Y resulta paradójico hablar del orden democrático preguerracivilista, sin contar que en España una parte de la izquierda asesinaba a los candidatos a la presidencia del gobierno de partidos de derechas, como fue el caso de José Calvo Sotelo , sin duda la piedra de toque para el alzamiento.
Resultan pueriles las versiones de que la guerra se desató sin acontecimientos previos. Porque sí. Y eso desde luego no es serio, ni se ciñe al contexto de violencia indiscriminada que precedió a la guerra civil. Según cita Fernando Pemán Pérez-Serrano : «Pemán tomó partido por una de las dos Españas en la Guerra Civil, aquella que militar, política y culturalmente luchó a vida o muerte contra un comunismo exaltado . Como intelectual, Pemán hizo su guerra, luchando justamente en el lado de los vencedores, e hizo lo que pudo por construir desde los escombros un futuro cultural para los españoles».
Un Pemán que fue obligado a presidir la Comisión de Cultura y Enseñanza del Franquismo presionado por el General Mola, precisamente porque los dictadores suelen rodearse de personas brillantes y de prestigio para adornar su gobierno. En aquel contexto no era fácil renunciar a un nombramiento directo del Generalísimo. Pemán jamás desarrolló funciones ejecutivas en dicho organismo. Así nos lo traslada su propia familia, que pone al vicepresidente de la Comisión, Enrique Suñer Ordóñez, como responsable de dicha depuración de maestros. Hasta donde nosotros conocemos no hay pruebas de que Pemán fuese un represor. Y nosotros respetamos la presunción de inocencia.
En una biografía de la Academia de la Historia se cita que «Pemán, consagrado como gran intelectual del nuevo régimen, pronunció en 1940, en el aniversario de la muerte de Calvo Sotelo, un solemne discurso que provocó la indignación de Serrano Suñer . Fue entonces destituido de la presidencia de la Real Academia Española, no fue renovado poco después como consejero nacional y su nombre fue censurado en la prensa». Tras la destitución de Serrano, pudo recobrar su vida normal y en 1944 volvió a la presidencia de la Real Academia Española , aunque en 1947 convenció al presidente anterior a la guerra, Menéndez Pidal, para que recuperara el cargo. Comenzó así Pemán una lenta revisión de sus postulados ideológicos más radicales, que culminó en los últimos años del régimen franquista. Durante los años de enfrentamiento de don Juan de Borbón con Franco, Pemán, fiel siempre a la causa monárquica, se sumó a quienes propugnaban un acuerdo con el general como único camino hacia la restauración.
En el prólogo a la reedición de sus «Cartas» (1956), expresó su nueva postura política al insinuar que el franquismo era una dictadura («régimen excepcional y de libertad disminuida»), que debía institucionalizarse en una Monarquía tradicional que trajera «libertad verdadera y legítima» . Comenzó a manifestarse así un talante «liberal» que se reflejó en sus relaciones con intelectuales de clara tendencia antifranquista, elogiando públicamente a Buero Vallejo , Sastre, Quiñones o Caballero Bonald, y entablando relación epistolar amistosa con exiliados como Juan Ramón Jiménez , Sénder, Alberti o Bergamín, al que consiguió un permiso para regresar a España en 1958. Pemán pretendía así que la Monarquía futura apareciese con voluntad de integrar a «todos los españoles» (en palabras de don Juan). Como pueden ver la obra de Pemán e incluso su ideología es mucho más compleja y evolutiva que su precipitada y superficial condena. Porque el Pemán al que pretenden colocar en el paredón de la memoria, fue uno de los intelectuales que se reveló contra Franco, propiciando con ello la Transición española y la vuelta de la democracia. Por eso le fue otorgado el Toisón de Oro en 1981 de manos del Rey Juan Carlos I. Por su lealtad a la monarquía.
Nosotros no vamos a aprobar que la voluntad de unos pocos sirva para retirar su nombre a un centro escolar. Ni tampoco a una calle o plaza. Porque Pemán no fue culpable del hecho de la rotulación de su centro. Y porque su obra literaria lo coloca entre los grandes de las letras españolas. Tampoco consideramos que su nombre sea una conmemoración del franquismo, dado que ya hemos explicado su visión crítica con el régimen. Por lo que legalmente tampoco vemos nada punible. Sólo brindamos la posibilidad de incluir la palabra «escritor», que es lo que fue, delante de su nombre, para esclarecer que se le recuerda por su obra literaria y no por su trayectoria política. Así tratamos de empatizar y establecer un puente de concordia y entendimiento.
Sergio Velasco es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Puente Genil.
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