Agricultura
El paro crece en el campo de Córdoba a pesar del auge de contratos
Las relaciones laborales de 2020 fueron 3.508 más que en 2019, pero el desempleo creció un 8% y afectó a 7.984 personas
El campo fue uno de sectores productivos que tuvo un papel fundamental al inicio de la pandemia cuando con el primer confinamiento se limitó la actividad económica no esencial en su mayor extremo y los agricultores y ganaderos redoblaron sus esfuerzos para que los lineales de los supermercados no se quedaran vacíos de alimentos. Esta circunstancia se ha visto reflejada en un mayor nivel de creación de puestos de trabajo en el ámbito primario.
De este modo, el mercado laboral agrario de la provincia ha visto cómo aumentaba la contratación con respecto al año anterior, aunque no con el ritmo necesario para evitar una subida del número de parados y demandantes de un puesto de trabajo en las explotaciones agrícolas y ganaderas cordobesas. Así lo pone de manifiesto un informe publicado por el Observatorio Argos de la Junta de Andalucía , que revela que en el último trimestre de 2020 se firmaron un total de 90.174 vinculaciones laborales en este ámbito productivo. Son 3.508 más que en las mismas fechas de 2019, lo que en términos relativos supone un alza del 3,9 por ciento. Octubre, noviembre y diciembre es el periodo de mayor contratación en el campo por las campañas del olivar y de los cítricos que se inician en esos meses y por la temporada de recogida de la aceituna de verdeo que empieza y termina en estas fechas.
Se rompe así una tendencia de bajada de las vinculaciones laborales en el agro que se había registrado desde 2016. La última vez que se contabilizó una subida en este sentido fue en 2015 cuando se llegaron a los 100.143 contratos. Es destacable el hecho de que el incremento de este capítulo en Córdoba duplicara al del conjunto de Andalucía (+2%). Asimismo, la provincia fue el tercer territorio de la comunidad autónoma con un mayor avance en este aspecto, únicamente por detrás de Sevilla y de Granada.
En cuanto a las características del empleo en este sector destaca el hecho de que el 99,8 por ciento de las vinculaciones laborales firmadas en 2020 fueron temporales , además de que algo más del 17 por ciento habían sido selladas por extranjeros. El informe del órgano estadístico dependiente de la Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo detalla que las ocupaciones que registran un mayor número de contrataciones en este ámbito son las de peones agrícolas y agropecuarios, junto con los trabajadores cualificados en actividades agrarias y operadores de maquinaria. La capital es el municipio que aglutina más compromisos laborales con 8.384, quedando por detrás Palma del Río y Baena, con 5.422 y 5.003, respectivamente. Destaca la subida registrada del 25,7 por ciento en Montoro y del 9 por ciento en Lucena en este periodo, mientras que en el otro extremo se encuentran la localidad palmeña y Aguilar de la Frontera, con sendas caídas del 18 y el 11,4 por ciento.
Un alto nivel de desocupados
El aumento de la contratación para tareas agrarias no evitó un incremento del paro en este sector. Los datos del desempleo registrado señalan que el año pasado finalizó en el sector agrario con 7.984 personas sin trabajo en Córdoba . Es un 8 por ciento más que al término de 2019, siendo el colectivo masculino el más afectado con un incremento en este sentido de más del 11 por ciento, mientras que las mujeres experimentaron un alza superior al 7 por ciento.
Resulta preocupante el alto nivel de desocupados de larga duración en la actividad primaria. Concretamente, casi el 34 por ciento de los demandantes llevaba más de 12 meses sin reengancharse al mercado laboral mientras que otro 16 por ciento acumula entre tres trimestres y un año en esta situación.
El secretario provincial de la Federación de Industria, Construcción y Agroalimentación (FICA) de UGT, Pedro Téllez , explicó a ABC que el motivo de la alta temporalidad de los trabajadores del campo es consecuencia de que «son contratos de campaña que no llegan a convertirse en fijos-discontinuos en la regulación del convenio colectivo en vigor, para lo que se necesitan 170 días anuales durante tres años consecutivos o cuatro años alternos en la misma empresa».
Este representante sindical indicó, en declaraciones a ABC, que «el agrario siempre ha sido un sector refugio para los trabajadores, de modo que, con motivo de la pandemia, muchos profesionales que trabajaban en otros sectores, sobre todo, en servicios, han regresado al campo y eso explica el incremento en el número de demandantes y de desempleados, a pesar del aumento también del número de contratos realizados».
Las organizaciones agrarias y las cooperativas han reiterados en los últimos años la necesidad de activar contingentes de mano de obra extranjera paras las campañas de recolección ante la escasez de trabajadores nacionales. Los sindicatos UGT y CC.OO. rechazan de plano esta propuesta mientras la tasa de paro en la provincia sea tan elevada.
Consejo Regulador
El secretario general del Consejo Regulador, Enrique Garrido , afirmó a ABC que «el año pasado no puede ser calificado como positivo para nosotros, pero sí es verdad que hemos parado el golpe de mejor manera que el resto del sector vitivinícola español». Las previsiones de Montilla-Moriles cuando se decretó el estado de alarma en marzo era que las ventas de sus productos se redujeran en 2020 entre un 25 y un 35 por ciento. Sin embargo, según aseguró este directivo, la facturación final sólo ha bajado un 12 por ciento gracias al buen comportamiento de la distribución alimentaria. «Tenemos muchas esperanzas en que este año se produzca la recuperación de nuestra zona una vez que la hostelería vuelva a tener una situación normalizada», recalcó Garrido.
Un aspecto especialmente negativo es que el número de hectáreas ha continuado cayendo el pasado ejercicio, así como la cifra de agricultores que se dedican a la vid en el Sur de la provincia. Organizaciones agrarias como Asaja llevan tiempo señalando que los precios que perciben los viticultores son mucho menos atractivos que los de otros productos, como es el caso del aceite de oliva, además de que se trata de un cultivo que requiere más cuidados y atención que otros.
El Consejo Regulador acaba de publicar su informe de balance de 2020, un documento que recoge un pormenorizado análisis de la situación del sector. Según este estudio, el número de hectáreas existentes el pasado año en los 16 municipios que forman parte del marco se quedó en las 4.782. Se trata de 32 menos que en 2019, lo que en términos relativos supone un leve descenso del 0,6 por ciento.
Estos dígitos son los más bajos en toda la serie histórica, al mismo tiempo que es la tercera vez que, de manera consecutiva, la superficie de viñedo en la DOP se queda por debajo de las 5.000 hectáreas. La tendencia en los últimos años ha estado marcada claramente por la pérdida de explotaciones de un cultivo con un gran arraigo histórico en Córdoba . En 2006 el marco estaba constituido por un total de 7.733 hectáreas, 2.951 más que en la actualidad. Esto supone que en un ciclo temporal de 13 años ha desaparecido cerca del 40% del viñedo. La comparación es peor aún si se toma como referencia el momento más álgido de Montilla-Moriles a finales de los años 70 y principios de los 80 del pasado siglo cuando se rozaban las 20.000 hectáreas productoras de vino.
Superficie por zonas
Este escenario ha venido acompañado de una reducción de los agricultores que apuestan por este cultivo. Las estadísticas oficiales indican que el año pasado había contabilizados un total de 1.775 productores dentro de la DOP . En relación a 2019 hay 41 menos (-2,2%) y con respecto a hace un lustro hay registrados 390 menos (-18%).
El informe ofrece datos de cada una de las localidades que se integran en la zona de protección. La población líder tanto en superficie como en el número de viticultores es Montilla , que en 2020 contaba con un área de 1.844 hectáreas y se contabilizaban 690 viticultores. Le siguen a cierta distancia Aguilar de la Frontera , con 787 hectáreas y 294 productores; Moriles , con 395 hectáreas y 116 recolectores; Montemayor , con 350 hectáreas y 208 agricultores; y Cabra , con 331 hectáreas y 69 empresarios agrarios.
El presidente de la Sectorial de la Viña de Asaja, Juan Manuel Centella , aludió a dos factores que explican la progresiva pérdida de explotaciones vitivinícolas. Por un lado, a su juicio, se encuentra la falta de rentabilidad del cultivo. «Llevamos muchos años con precios que no son lo suficientemente atractivos para que se frene la caída de superficie, lo que origina una situación que ya es insostenible porque tampoco hay perspectivas de que mejore la comercialización de nuestros vinos a corto plazo», aseveró el representante de la patronal agraria.
Desde su punto de vista, el otro aspecto que se encuentra detrás de la merma de vides es la falta de relevo generacional en las plantaciones, ya que «es un cultivo que requiere mucho trabajo y un gran esfuerzo diariamente frente a otros como es el caso del olivar que no precisan tanta atención y, además, son más rentables». Centella abogó por «ser capaces de dar valor a nuestro producto a fin de que se pague por él una cantidad adecuada». En relación a la crisis sanitaria del Covid-19 , el dirigente agrario auguró el incremento de los excedentes antes del inicio de la próxima vendimia debido a la suspensión de eventos, como fue el caso el año pasado de la Cata del Vino Montilla-Moriles .
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