LA CERA QUE ARDE
Aglomeraciones
Las hay en los Patios y en el Parque Joyero, con un político por cada empresario en la inauguración de su museo
En estas semanas recientes, Córdoba ha sido una aglomeración. El Festival de los Patios atrae cada año a más gente, incluso a los esquimales o pueblos inuit, que esto está de una globalidad transversal que asusta. «Se nos ha ido de las manos» dicen algunas voces. «Me gustaría comer caliente», han dicho los controladores de los patios. «Me escondo en Chipiona», ha dicho mi vecino. La gente dice cosas, ya vemos.
El caso es que las aglomeraciones son directamente proporcionales al ánimo de pernoctaciones turísticas pero inversamente contrarias al espíritu de los patios, que son quedos, silenciosos, pequeños y llenos de una soledad rica de macetas y flores. Lo que quiere decir que no tienen nada que ver con el parque temático que la inmaterial patrimonialidad y el booking.com han traído.
Los seres humanos nos movemos mogollón de arriba abajo y ahora con el Airbnb más todavía. Le das a un icono de la pantalla del móvil y tienes casa en Orense con todos los lujos, por una copla, en segundos. Y una pimpi nueva si pulsas el Tinder. El siglo XXI tiene estos signos.
Para moverme por Córdoba suelo utilizar el Google Maps a falta de helicóptero. Me avisa si a la altura del Conservatorio Profesional encontraré retención o no, por ejemplo. Y por otras zonas escolares donde los padres paran con sus vehículos en segunda, tercera y cuarta fila.
Con lo ancho que es El Vial y yo propongo desde aquí modestamente que el ayuntamiento habilite cuatro carriles más de calzada, si no esas criaturas no van a poder recoger a sus futuros violonchelistas, fagotistas o percusionistas cuando salgan de clase.
Qué haríamos sin músicos en España si los padres no van a recogerlos a pie de partitura, por Dios. Esa aglomeración tiene fines artísticos, así que construyan más carriles para que los papis les dejen el bocata de nocilla y la batuta a los chiquillos.
A veces solo con una furgoneta tenemos una aglomeración, pero a modo de performance, como la que montan todos los años en la calle Imágenes, con su correspondiente subvención participativa no patriarcal. Este año nos advierten de los peligros del plástico -Lectura del Santo Reciclaje, salmo 22- y así sabemos que el bastoncillo para limpiar los oídos tiene una vida de 300 años. Nos alegra que sea el bastoncillo y no un podemita, en realidad.
El caso es que, mientras nos adoctrinan con el evangelio ecologista, te meten una furgona con su gasoil y todo para sus movidas y pasa como con los patios: se contradice el espíritu del asunto. Una furgoneta en la calle Imágenes es una aglomeración en sí misma.
Como la que apuntaba en tuiter el director de este diario sobre la inauguración del museo del Parque Joyero de Córdoba : en la foto, tres políticos por cada joyero. Una aglomeración de cargos públicos en busca de foto, como nos muestran los documentales del Discovery Channel, cuando las manadas de diputados, asesores, concejales y Rosa Aguilar ven el objetivo de una Canon: se lanzan al hueco y sonríen. Nosotros pagamos.