Tradiciones
El adiós de Pozoblanco a la Virgen de Luna
Los pozoalbenses despiden a la Virgen de Luna desde el silencio y el recogimiento en un domingo de pentecostés sin romería
Domingo de Pentecostés es sinónimo en Pozoblanco de Romería, de llevada de la Virgen de Luna , de emprender un camino de despedida de la patrona de la localidad que culmina en el espectacular paraje de la dehesa donde se enclava el santuario de La Jara.
Este año, la Romería quedó en la memoria colectiva de los pozoalbenses porque el traslado estuvo envuelto en un secretismo absoluto para impedir que los devotos se agolparan a las puertas de la parroquia de Santa Catalina y se incumpliera la normativa del estado de alarma aún vigente. La pandemia del coronavirus obligó a la Cofradía pozoalbense a decir adiós al uniforme de los hermanos, al ondear de la bandera, a la llamada en mitad de la noche, al toque del tambor, a las descargas y a la pólvora, pero no pudo ni con la tradición que obliga a la Cofradía a dejar en esa fecha a la Virgen para que hoy sea recogida por el pueblo de Villanueva de Córdoba, ni tampoco con la fe y devoción que le profesan los pozoalbenses a la que también es su alcaldesa perpetua.
Por eso cuando la puerta del Santísimo de la parroquia de Santa Catalina se abrió a las cinco de la mañana pocos se extrañaron de que allí se congregasen una treintena de personas que no quisieron renunciar a la despedida. Parte de los hermanos de la Cofradía se dieron cita minutos antes para dar los últimos detalles y para sacar a la Virgen en la carreta rociera que fue tirada por dos mulas hasta el santuario. Los animales marcaron un vertiginoso ritmo para cubrir la parte urbana del trayecto cuando todavía era de noche y con algunos vecinos asomados tímidamente a sus balcones y ventanas para decir el último adiós. Una salve en la cruz de Los Lagartos marcó el descenso hasta el arroyo Hondo, punto siempre de llegada y de partida.
El último escollo de ese camino fue sorteado por la reducida comitiva a las 8:30 de la mañana, cuando se finalizó la subida de la Coguchuela y se afrontó la recta final de un camino que ya mira de frente al santuario. «Misión cumplida», indicó el capitán de la cofradía, Juan García, una declaración que iba más allá del traslado y que englobó el hecho de «haber traído a la Virgen de Luna con dignidad», a pesar de las circunstancias. No puedo ocultar su emoción el capitán ante la intensidad de estos días y también frente al recuerdo de los hermanos y demás pozoalbenses que no pudieron acompañar en este día tan señalado a la Virgen de Luna. Con todo, hubo quien no renunció a ese último encuentro con la imagen y aprovechó la jornada dominical para cubrir los 14 kilómetros de distancia andando, corriendo o en bicicleta para despedir a la patrona. Todo bajo la atenta mirada de efectivos de la Guardia Civil y Policía Local que estuvieron presentes desde la salida hasta la llegada para evitar cualquier tipo de incidente.
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