Mario Flores - El dedo en el ojo

Acalorados

Ojalá se mostrase la misma diligencia en climatizar los colegios que en otros asuntos

Cualquier tiempo pasado fue mejor. Al menos en lo que se refiere al apaciguamiento de la meteorología que nos azota a los cordobeses con una inusitada impiedad. Porque hubieron unos cordobeses, hace ya muchos siglos, que supieron plantar cara a las altas temperaturas valiéndose de procedimientos más o menos rudimentarios que permitieron atemperar el azote de las altas temperaturas. Me estoy refiriendo a los musulmanes y a los judíos que supieron encontrar en el diseño de las calles y viviendas, en el agua y en la vegetación los elementos suficientes para rebajar varios grados el calor cordobés.

Por todos es conocido que el trazado estrecho y sinuoso del barrio de nuestra Judería tuvo como propósito procurar la sombra y la circulación del aire que refrescase el ambiente. Y también los patios cordobeses, d e origen romano pero mantenidos y perfeccionados por los árabes al añadirle vegetación y agua, tenían la función de poder soportar la primavera y el verano sin riesgo de lipotimias.

Eran inteligentes nuestros antecesores, casi más intelige ntes, diría yo, que cuantos arquitectos actuales se dedican a diseñar nuestros edificios y nuestras viviendas siguiendo criterios de funcionalidad y estética aunque descuidando un tanto que en Córdoba, en menos que se persigna un cura loco, alcanzamos los 40 grados a la sombra en un día fresquito. Sugeriría a los responsables de diseñar nuestros barrios, calles y residencias, se fijaran un poquito más en aquellos avispados antecesores que, con menos acceso al conocimiento tecnológico, fueron capaces de solventar lo que ellos hoy no son todavía capaces de resolver. No se me enfaden los señores arquitectos y urbanistas pues pretendo que lo antedicho sea solo una crítica «constructiva» , ya que de edificar hablamos. Creo, en cualquier caso, que la ingeniería, la arquitectura, el urbanismo y el ambientalismo se encuentran en plena evolución y revisión de conceptos y cada vez más son tenidos en cuenta los criterios climatológicos a la hora de diseñar los espacios. Y dentro de poco esta cuestión se habrá solucionado. Estoy seguro.

De lo que no estoy nada seguro es de que nuestros políticos regionales y munícipes locales avancen al mismo ritmo que las antedichas ciencias y conocimientos. Porque si hemos de remitirnos a la eficacia de su gestión en la cosa calorífica no cabe más que afirmar que han sido, son y serán unos auténticos botarates. Valga como ejemplo la falta de previsión que se tiene a la hora de entoldar nuestras calles. En Córdoba vamos tarde y la ola de calor ha sorprendido a los operarios comenzando a instalar el benéfico velamen encaramados a las alturas. En Lucena, ¡atención!, las empresas han tenido hasta el 2 de junio para presentar sus ofertas de instalación de toldos; mientras se resuelve el asunto y se instalan las lonas todo quedará culminado para que podamos ver la cubierta mientras miramos al cielo contemplando los fuegos artificiales del nuevo año. Mejor harían en colocar ya las luces de Navidad para que las disfrutemos en julio. En eso van más rápido. En Cabra, a sensu contrario, hace tiempo que resolvieron la cuestión.

¿Y los colegios…? , ¡ay madre mía los colegios! «La pelota es tuya ayuntamiento, que no que es de la Junta, que no que es de la asociación de padres…». Unos por otros y las aulas sin refrigerar. Niños sudando como pollos, profesores maldiciendo su suerte y escritos emborronados por las gotas de sudor caídas. Nuestros políticos deberían mostrar la misma diligencia en estas cosas que la ofrecida a la hora de cambiar el nombre de las calles, reclamar impropiamente catedrales y otras zarandajas de ese calibre. ¿A que no sois capaces?

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