Baltasar López - Primera plana

¿Acabaremos como Ibn Firnas?

El «Leonardo Da Vinci» omeya quiso volar y se estampó. Nosotros tenemos pinta de ir con el aeropuerto por igual camino

Todos los grupos municipales aprobaron ayer pedir a AENA que ponga al aeropuerto el nombre de Abbas Ibn Firnas , una suerte de Leonardo Da Vinci de la Córdoba omeya que por sus dolorosos intentos de volar (se produjo una grave lesión) es considerado el precursor de la aeronáutica. Con esa decisión, un clásico nos sobrevuela otra vez: hemos vuelto a poner la pista delante de los aviones al querer bautizar pomposamente un espacio cuya actividad va tan a ras de suelo que los radares de lo cotidiano no detectan su presencia. Aunque lo que cueste poner un rótulo no será ni la calderilla de los 80 millones que nos gastamos para ampliar la zona de aterrizaje y que arribaran vuelos regulares de pasajeros, aunque lo único que se posa allí con asiduidad son los pajarillos.

Ese despilfarro le valió al Gobierno central una bronca del Tribunal de Cuentas de la UE más estruendosa que un F-18 rompiendo la barrera del sonido. No en vano, Bruselas nos dio 13,5 millones para la citada ampliación. Cuando el órgano fiscalizador comprobó en qué se había tirado el dinero, rescató la caja negra de un proyecto que se había estrellado contra la realidad de no lograr captar aerolíneas que operen desde aquí. Y el artefacto, según el ente comunitario, decía que semejante desembolso no tuvo una buena planificación ni había logrado aportar ningún beneficio a la economía regional y, además, que no teníamos ninguna necesidad de una infraestructura de comunicación de ese tipo. Ahí faltaban elementos para comprender esta catástrofe. En esta ciudad había un anhelo: un aeropuerto remodelado con el que facturar hacia Córdoba más turistas de negocios y extranjeros. Pero ese sueño nunca debió alzar el vuelo sin habernos asegurado antes de que había líneas aéreas que deseaban surcar nuestros cielos. Sin embargo, despegó en 2005, propulsado por la ambición de determinados políticos que querían dar alas a sus carreras. Cuando las obras estaban terminando (principios de 2011), el aeródromo emitía mensajes de «mayday» y acabó empotrado contra su infrautilización.

Ahora, la actual alcaldesa, la socialista Isabel Ambrosio, anda intentando ensamblar sus piezas para darle una nueva oportunidad de que tome altura: esta vez, como instalación logística . Las dimensiones de la pista -sí, sí, la ampliada- no invitan a pensar que ésa vaya a ser la ruta para que su puesta en carga tome al fin tierra.

Pero la regidora está en modo «top gun», a la caza de proyectos que hagan despegar su gestión. Si logra que el aeropuerto sea operativo y beneficie a Córdoba por mí como si lo bautizan con su nombre. Ahora bien, si fracasa , encima le perseguirá el cachondeo de haber promovido para unas instalaciones sin operaciones regulares la denominación de Abbas Ibn Firnas , quien loablemente quiso volar y acabó estampado. Vamos, lo que tiene toda la pinta de ir a pasarnos a nosotros.

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