GUERRA RUSIA-UCRANIA
El abrazo de Córdoba a 182 refugiados de las bombas que caen en Ucrania
ABC relata la experiencia de cuatro familias de Ucrania que han encontrado en la provincia la oportunidad de estar a salvo de la invasión de Rusia
Diario de un viaje a la frontera de la guerra desde Córdoba: «Que nadie coja el coche para ir allí»
CUANDO sonaban las sirenas en su ciudad de Jmelnitsky , Tatiana volaba con sus hijos y con su madre en busca del resguardo del refugio antiaéreo. «Es un decir», se lamenta esta joven peluquera recién llegada a Córdoba . «Porque en realidad no son refugios, sino almacenes que ya no utilizamos, y que no sabemos qué utilidad podrían tener en caso de que cayeran bombas sobre nosotros», se extiende la madre de dos hijos que la han acompañado en su viaje a España en busca de seguridad y de paz.
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Tatiana tiene la certeza de que si llegaba la hora de la alerta y se quedaba en el piso, en uno de esos de factura soviética, gris, de quince plantas o de más, ella y los suyos eran carne de cañón, pero que si ponía rumbo al sótano igual había alguna posibilidad de sobrevivir.
Bajos de trasteros como refugios
«Aquí en España las cocheras están en los bajos, y en Ucrania hay como grandes trasteros diseñados, hace años, para almacenar alimentos y conservas para cuando llegara el invierno, pero ya no se usan: se han convertido en refugios», tercia Inna, la ucraniana afincada en Córdoba que ha acogido a esta familia, una más de las que integran las 182 personas que, según los datos ofrecidos ayer a ABC por la Subdelegación del Gobierno , son las acogidas de un modo oficial en la provincia, la mayoría en la capital y en menor medida en las localidades de Palma del Río y de Lucena.
Sin cupos establecidos aún sobre el número de refugiados que cada demarcación puede absorber y con un protocolo de bienvenida e integración que está por pulir, el dispositivo pivota en gran parte sobre los recursos de la Asociación Católica Española de Inmigrantes ( Accem ), que es la ONG designada por el Gobierno central para que gestione la llegada de las personas que huyen de la invasión de Putin . Por el momento, y hasta que el Ejecutivo perfile las claves de la acogida, la recepción de ucranianos descansa en gran medida en las familias de su misma nacionalidad que ya estaban establecidas en Córdoba .
A este factor se suma la acción de las Organizaciones No Gubernamentales de diferentes puntos de la provincia. Es el caso de Baena Solidaria, cuyo presidente, Antonio Mérida, señala que «los refugiados llegan muy afectados, sin ganas de salir y lo único que piden es internet para mantener el contacto con su familia». «Son gente con formación, algunos trabajan en el sector metalúrgico, y han tenido que venirse con lo puesto, pero están deseando poder volver a su país», añade Mérida, informa Marta Baena.
Al esfuerzo inicial para buscarles un techo se une enseguida la preocupación para darles una plaza escolar a los menores de edad. Fran e Inmaculada , dos vecinos de Cabra , estaban empeñados en que Sofía, una niña de Kiev que se ha incorporado a su familia, tuviera un pupitre y unos compañeros en el breve plazo posible. «Para ello ha sido fundamental el papel desempeñado por la Fundación Escolapias-Montalt , que ha conseguido gestionar en tiempo récord la escolarización de la pequeña en uno de sus centros educativos como es el Colegio San José de Cabra , donde asistirá a clase a lo largo de este curso y posiblemente del próximo, ya que la acogida se realiza en principio por un año», indican.
Kseniia y Yeviheniia , dos jóvenes de Kiev , saben bien de qué materia está trenzado el corazón solidario de la provincia: han vuelto a Aguilar buscando cobijo con la familia que las acogió hace dos décadas. «Cuando estalló la guerra, volvimos con una mochila en la que solo había ropa y documentación», declaran. Un ligero equipaje para un enorme abrazo de bienvenida, informa Felipe Osuna.