HEMEROTECA
El día en que ABC Córdoba entró en el polémico «Hotel S'cándalo»
La Audiencia de Málaga enjuicia estos días a este club de alterne de La Carlota por prostitución
La Audiencia Provincial de Málaga inició este martes el jucio del denominado «caso S'cándalo» , en el que hay 21 procesados de la conocida cadena de locales de alterne acusados de varios delitos, entre ellos, prostitución y contra la salud pública. La Fiscalía pide 4.000 años de cárcel para todos. Solo para el cabecilla la petición asciende a 680 años de reclusión. Durante el juicio se tomará declaración a 200 testigos, 8 de ellos protegidos en 11 sesiones. Tenían cuatro locales en Andalucía, tres en Málaga y uno en Córdoba
ABC Córdoba entró en 2002 en el establecimiento de La Carlota. Recuperamos aquel reportaje del periodista Pablo M. Díez .
Cuando dan las cinco de la tarde, la «casa de citas» más famosa de La Carlota abre puntualmente sus puertas. En el aparcamiento, unos cuantos clientes bastante impacientes terminan de apurar los cigarrillos que han fumado ansiosos mientras esperaban dentro de sus coches.
Un automóvil atraviesa la explanada donde se agolpan los vehículos, por cuyas ventanillas entreabiertas escapan ligeras nubes de humo. De su interior salen tres hombres de raza gitana. Cada uno de ellos luce más cadenas y anillos que la joven que, cargando una maleta, les sigue varios pasos por detrás. Los muchachos saludan con efusivas bromas a uno de los empleados en la entrada, mientras se cruzan con un cliente que escudriña a la chica de arriba abajo. «Una nueva remesa de carne fresca », debe pensar el buen señor enchaquetado, al tiempo que se zambulle en la oscuridad del bar.
Así es; la joven se encamina hacia la recepción y pide la llave de la habitación que, previamente, ha reservado por teléfono. «Bienvenida al hotel S'cándalo », anuncia el conserje a la nueva «huésped», que sube las escaleras por donde ya bajan, enfundadas en diminutos bikinis y milimétricas y sugerentes combinaciones, varias de sus colegas más despampanantes.
Son sólo algunas del medio centenar de «señoritas» que se alojan en este peculiar establecimiento propiedad del empresario Alberto Bellido , un protésico dental que montó hace cinco años otro club de alterne en Málaga. La mayoría de sus «huéspedes» son colombianas, brasileñas y procedentes de los países del Este . Es el caso de la rumana Arianne, quien a sus 22 años ya ha pasado por los mejores prostíbulos de la isla de Chipre antes de recalar en España. No es de extrañar porque, tal y como ella misma explica, «en una sola noche en el Scandalo puedo llegar a obtener el doble de los 100 euros que ganaba al mes en la fábrica de zapatos de mi ciudad natal, Hhsi».
Con un servicio mínimo que, fijado en unos 40 euros , incluye una felación o un coito de 20 minutos, las meretrices llevan a sus «conquistas» a los cuartos situados en la parte superior una media de cinco veces al día. Se sabe cuál es la tarifa más baja , pero no hasta cuánto está dispuesto a pagar un cliente por cumplir sus deseos, como la ya clásica perversión de vestirse de mujer y ser dominado o azotado. «Todo depende de lo que él quiera hacer y de que su cartera pueda permitirse algunos lujos, como ser penetrado con un vibrador o que le orinen encima», zanja la cuestión Arianne, pensando quizás que el tiempo es dinero y que esta conversación no es tan rentable como contonearse en el bar mientras aguarda a que aparezca uno de sus hombres de la noche.
Además, la fuerte competencia tampoco permite dormirse en los laureles. No en vano, a las rumanas y colombianas que, hasta hace poco, copaban la mayoría de los «puticlubs», les han salido unas duras rivales. Acuciadas por la necesidad debido a la grave crisis económica que azota a su país, cada vez son más las mujeres argentinas que cruzan el «charco» para vender sus cuerpos por un poco de «plata».
Aunque ya habían recurrido a la prostitución en ocasiones anteriores, cuando aceptaron «regalos» de hombres con quienes tuvieron que acostarse para que las ayudaran, dos de estas jóvenes aterrizaron hace tres semanas en España con un propósito bien claro: hacerse con entre 5.000 y 6.000 euros y regresar en dos o tres meses a su país para montar un negocio.
A pesar de tener sólo 29 años, Santa Fe, que ha tomado el nombre del lugar donde nació, dejó atrás a sus dos hijos, de 10 y 5 años, y su triste vida de divorciada. «Una amiga me contó que se podía conseguir bastante dinero», se encoge de hombros mientras su rostro delata la cruda dureza de su existencia. Porque, ¿qué se siente en la cama con un extraño que acaba de pagarte: asco, odio, pena, placer? «Te hace falta la plata y al final te acabas acostumbrando a hacerlo con hombres que no te gustan», responde con una sencillez demoledora.
No obstante, todavía no ha olvidado la primera vez que hizo el amor con un hombre por dinero. Una experiencia que también recuerda su compañera de 22 años, recién llegada de la Córdoba de Argentina. Sin estudios universitarios y sin trabajo, emigró a la «madre patria» para trabajar, en teoría, como camarera . «Eso es lo que le cuento a mi familia, pero dudo mucho que se lo crean», se sincera abiertamente antes de advertir de que «hay cosas, como el sexo anal o acostarme con otra mujer, que no estoy dispuesta a hacer».
Menos resignada se muestra, en cambio, Patti, una escultural estudiante de Turismo que se ha visto obligada a abandonar Venezuela por la inestabilidad que sufre el país. Con una desbordante alegría que sorprende en tan sórdido local, Patti, elegida para narrar sus vivencias por el encargado de la sala, Miguel Ángel Cerro, proclama que «me encanta este sitio porque aquí todo el mundo me trata muy bien». Cuando se le pregunta a otras chicas por su experiencia, miran a los empleados del local sin saber qué decir y luego niegan con la cabeza antes de perderse en el bar, donde les aguardan los clientes.