SUCESOS
Vidas quebradas en la carretera de Palma del Río
Relata en silla de ruedas ante el juez el accidente en el que murió su marido atropellado por un conductor ebrio y drogado
![La Guardia Civil y el servicio funerario en el lugar del siniestro](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2017/03/16/s/siniestro-cordoba-noticia-kR--620x349@abc.jpg)
Cogió su coche a media tarde, después de haber bebido cervezas y varios «chupitos». Tras esnifar cocaína e ingerir unas cuantas pastillas de la droga sintética conocida como «MDMA», o éxtasis. Con este cóctel en el cuerpo, se lanzó a la carretera desde la barriada periférica de Almodóvar del Río de Los Mochos por la A-431 a bordo de un viejo Peugeot 205 con las gomas gastadas. Se saltó hasta tres semáforos en rojo, siempre a toda velocidad y usando el carril izquierdo, hasta que al pasar la última luz bermellón «chocó con algo».
No iba a ningún sitio en concreto, sino que volvía de «tomar algo» con sus amigos de la barriada del Higuerón un fatídico viernes 1 de noviembre de 2013 en el que provocó un accidente mortal en la carretera de Palma del Río. El conductor, ebrio y drogado, se llevó por delante una motocicleta en la que viajaba un matrimonio de 50 años en el cruce de la vía autonómica con Villarrubia, a pocos metros de su casa.
«Me han matado, me estoy desangrando», recordó
El choque fue brutal. Tras el impacto, el conductor de la moto sólo alcanzó a decir, con voz apagada: « Me han matado, me estoy desangrando». Murió a los pocos minutos. Su mujer, que viajaba detrás en el ciclomotor, cayó a varios metros. Los suficientes para escuchar las últimas palabras de su marido, al que le pedía que aguantara mientras ella quedaba postrada en el suelo con una pierna y un brazo hechos trizas.
Ayer, tres años y cuatro meses después, se celebró el juicio contra el conductor en el Juzgado de lo Penal número 5 de Córdoba. El acusado reconoció los hechos. Admitió que salió a la carretera a pesar de haber ingerido drogas y bebido «mucho», y que «pensaba que nunca iba a pasar nada, pero al final, pasa. Eso ya me ha quedado claro», dijo al tribunal.
«No quiero pastillas para olvidar lo que me ha pasado», confesó
Pero el estremecedor relato ante la fiscal lo protagonizó la esposa de la víctima mortal, que entró en la sala en silla de ruedas, miró de frente al acusado y describió duramente cómo se le amputó la pierna hasta en dos ocasiones, llegando a la altura de la cadera, después del accidente, un siniestro del que aún sigue convaleciente. Su vida ya no es ni la sombra de lo que era. «No necesito ayuda psicológica. No quiero pastillas para olvidar lo que me ha pasado», respondió a la fiscal. «Sé muy bien lo que pasó y por qué le arrebataron la vida a mi marido», afirmó. «Yo era una mujer joven de 58 kilos que no aparentaba 50 años. Paseaba con mis perros, viajaba. Ahora soy un trapo viejo. Vivo con mi madre de 77 años y duermo en una cama a su lado. Ni siquiera puedo coger algo del suelo, no me puedo valer por mí misma», declaró a la jueza.
El acusado es ahora un joven de unos 30 años, que dijo a la jueza que había tenido una vida dura y sin padres. Ahora, reseñó, tenía muchos hijos y garantizaba ir «más tranquilo por la vida». Se enfrenta a una pena de seis años de prisión por dos delitos, uno contra la seguridad vial, en concurso ideal con un delito de conducción temeraria, y otro de homicidio por imprudencia en concurso con otro de lesiones por imprudencia.