Crónicas de Pegoland

64 procesiones

Que igual es el momento de dar a la palabra «extraordinario» su significado correcto

Montaje del Vúa Crucis Magno Valerio Merino
Rafael Ruiz

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Vaya por delante dos cuestiones como introito de este artículo. El que lo firma no participa en la vida de cofradía alguna y considera que cada cual puede hacer lo que le venga en gana como principio fundamental. No será aquí donde lean soflamas ni a favor ni en contra del mundo cofrade. Allá cada uno con sus cosas, sean de este mundo o del otro, mientras lo que se hace, se ejerza libremente y teniendo respeto por el prójimo. Se ha puesto de moda escribir sobre cofradías como un «hooligan» ya sea a favor o en contra cuando entiendo que la mayor parte de los que vivimos en estas tierras lo vemos con una suerte de inquietud cultural, trascendencia religiosa (para el que la disfrute) y cierta indiferencia (en aquellos supuestos donde la fe no ha movido las montañas oportunas) que se matiza por razones de tradición familiar y social. En una palabra, y ahora que no me oye mi compañero de página Luis Miranda , que allá lo disfrute el que lo tenga a bien. Y el que no, pues no.

Sigo. Este artículo viene a cuento del cálculo que ha hecho Fernando López, colaborador de ABC para cuestiones cofrades, sobre el septiembre que tenemos por delante. En total, se prevén 64 procesiones o actos religiosos de similar naturaleza en apenas treinta días en un mes que se va a encontrar a la altura -en número de actividades que se realizan en la vía pública- de la Semana Santa de una ciudad andaluza de tamaño medio. La exposición magna va a concentrar una enorme actividad tanto en los días de ida, 13 y 14 de septiembre, como en los de regreso a las sedes de cabecera. Además, la tradicional procesión de la Fuensanta se convierte en un tránsito entre parroquias que durará prácticamente una semana ya que se ha programado que cada día, a partir del domingo, se cubra un recorrido concreto por las calles del Casco y barrios anexos. Y, por último, la Virgen de Villaviciosa , que tiene carácter anual.

Si no estoy mal informado, también en el mundo cofrade existe un cierto debate sobre la proliferación de actos fuera del calendario ordinario. Hay quien piensa, sobre todo en la Iglesia, que la mejor forma de dar una imagen de fortaleza es ver las calles llenas siguiendo la lógica de la Diada . También están quienes sostienen que el concepto extraordinario significa efectivamente eso, lo que se sale de lo común. Hasta comer percebes todos los días debe hacer añorar un par de huevos fritos con chorizo . Lo que sí es aritméticamente cierto es que hay una cita histórica cada mes y pico, cosa que resta valor al concepto «cita histórica». No sé si me estoy explicando.

La calle, como bien explicaba Carmen Calvo para el dinero público, no es de nadie. Pero dado que determinadas actividades obligan a un despliegue y un coste relevante en materia de seguridad, control del tráfico y otros servicios públicos, igual toca una reflexión sobre la prudencia en la organización de eventos de gran impacto. Cada acto que se organiza es una oportunidad de descollar, cierto, pero implica problemas en la vida de los vecinos del entorno, de sus hábitos de actividad, de sus horarios laborales y de sus posibilidades de movilidad o descanso. Y a los verdaderos animadores de la cosa cofrade, que en Córdoba tienen nombre y apellidos, toca pedirles cierta prudencia , cuidarse de los excesos, tener en cuenta que también el prójimo puede llevar su parte de razón cuando opina que 64 procesiones en un mes son muchas .

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