EFEMÉRIDE

50 años del Hospital Provincial de Córdoba | Un hotel para enfermos, una «máquina de curar» de los médicos

Uno de los primeros catedráticos de Medicina lo recuerda como «un centro avanzado a su tiempo»

Vista aérea de las obras de construcción a finales de los 60 Fondo La Hoz-Olivares-Chastang

R. Verdú / R. Ruiz

A finales de los años 50, Gerardo Olivares , un joven arquitecto cordobés -aunque nacido en Ceuta- recién licenciado, buscaba trabajo en la ciudad. En una época en la que apenas había una veintena de colegiados en toda la provincia, no tardaría en encontrarlo, y eso que aquel bisoño alarife apuntaba alto . Fue a pedírselo a otro arquitecto cordobés, Rafael de la Hoz Arderius , quien por entonces ya gozaba del prestigio del Premio Nacional de Arquitectura. «No lo conocía nada más que por su fama de ser uno de los mejores arquitectos de España», dice Olivares en el libro de 2009 que dedicó a su vida y obra el Colegio de Arquitectos de Córdoba, de donde proceden todas las citas de este reportaje. De la Hoz no sólo le dio trabajo -era la época del desarrollismo y le llovían los encargos-, sino que con el tiempo la relación fraguó en el estudio La-Hoz Olivares Chastang (por José Chastang, otro maestro cordobés). Los lápices de aquellos diseñadores cambiaron el paisaje urbano moderno de la ciudad, alumbrando escenarios como la fábrica de El Águila , el Parque Figueroa, el colegio La Asunción, el Colegio Provincial, la Facultad de Medicina, la última reforma de Las Tendillas, la sede de Cajasur... O el Hospital Provincial , del que ayer se cumplieron 50 años de su inauguración.

El edificio, construido entre 1966 y 1969 por iniciativa de la Diputación , fue revolucionario en su concepto y diseño. De la Hoz y Olivares no sabían mucho de hospitales, y además la institución provincial quería un centro con 500 camas , «una barbaridad para la época», recuerda Olivares. Buscaron algo parecido en Europa, pero los centros sanitarios al norte de los Pirineos sólo tenían 200 camas a lo sumo. Para el centro cordobés solicitaron la ayuda del doctor Carlos Soler , director del Hospital Provincial de Asturias y hombre formado en Estados Unidos. En largas sesiones conjuntas, el galeno explicaba cómo funciona cada uno de los servicios de un hospital y los arquitectos pensaban diferentes soluciones espaciales. « Al final ya sabíamos cómo era un hospital , y cómo funcionaba», rememora Olivares.

El estudio no tuvo que atenerse a una normativa de construcción rígida , algo impensable hoy en día. Con -casi- toda la libertad del mundo, De la Hoz y Olivares proyectaron un hospital como no se había visto antes, y no sólo por su tamaño. Unieron dos conceptos que nada tienen que ver con la atención sanitaria. La hospitalización , que hoy en día tiende a ser la mínima imprescindible, fue concebida como un hotel , con suficientes comodidades para hacer llevadera una estancia de larga duración. Por el contrario, las áreas del Hospital Provincial destinadas al diagnóstico y tratamiento -consultas, quirófanos, reanimación, rayos X, enfermería...- están inspiradas en los procesos industriales . Era, como gusta llamarlo Gerardo Olivares, la «máquina de curar».

Uno de los primeros bocetos, con un diseño ligeramente distinto al definitivo Fondo La Hoz-Olivares-Chastang

Esa dualidad conceptual se tradujo arquitectónicamente de forma brillante. Olivares y De la Hoz tenían claro que ambos conceptos, el hotel y la industria, no podían mezclarse . Por eso, el Hospital Provincial tiene dos planos bien diferenciados: en el horizontal se ubican todas las áreas médicas y en el vertical las habitaciones de los enfermos, orientadas al sur y con unas magníficas vistas. En la documentación técnica del proyecto, los arquitectos redefinieron el concepto de hospital como «el lugar donde se hospeda el enfermo para su curación».

Sobre la inauguración del Hospital Provincial, que corrió a cargo del dictador Francisco Franco , el arquitecto José Carlos Rico , coeditor del libro sobre Olivares, cuenta una anécdota. El edificio aún no estaba terminado en 1969, pero había que adecentarlo para el acto oficial con Franco. Se dejó lista la primera planta, y eso fue lo único que le enseñaron al jefe del Estado. Los organizadores respiraron aliviados cuando Franco y su abundante séquito se dirigieron a los coches; el general no pidió visitar las plantas superiores. Desde el coche, Franco, que podía ser muchas cosas pero no tonto, les espetó algo así: «Este hospital quedará muy bien cuando ustedes lo terminen» .

El edificio fue diseñado también para su adaptación a los cambios tecnológicos del futuro. Y parece que en ello tuvo éxito, pues sigue siendo un hospital 50 años después. Pero visto desde fuera, no lleva bien el paso del tiempo . Su deterioro es visible en el exterior, y puede que tampoco responda a los volubles criterios estéticos actuales. En parte se debe a que estos grandes edificios sanitarios -ya no se construyen hospitales así- tienen un elevado coste de mantenimiento anual , que Olivares cifra en un 10% de su coste de construcción (el Provincial costó 218 millones de pesetas de 1969, que hoy serían unos 30 millones de euros según el INE).

En el libro sobre su obra, Olivares lanzaba un dardo certero: «Los políticos disfrutan tanto con la inauguración de estos edificios que se olvidan de que esas maravillas luego hay que mantenerlas , y eso cuesta mucho dinero». Así que como «premio» a su diseño revolucionario, al estudio La-Hoz Olivares jamás le volvieron a encargar el diseño de un hospital.

Vista actual del Hospital Provincial por la fachada sur Roldán Serrano

Testimonio directo

El doctor Gabriel Bernal , entonces catedrático de Anatomía, no formaba parte de la plantilla del Hospital Provincial pero trabajaba en el mismo. Hay que explicar el trabalenguas. El centro sanitario fue el primero creado que apostaba por la atención sanitaria y la formación . Un acuerdo propiciado por el ministro Villar Palasí , el padre del BUP y la EGB, propició que los alumnos de Medicina de lo que aún no era la UCO se formasen en las instalaciones del Provincial. « Se cedió un espacio para aulas y las prácticas clínicas se realizaban en el centro», explica el doctor Bernal, que asumió la cátedra a principios de los setenta.

Bernal destaca lo avanzado de aquel planteamiento que estaba en el germen del proyecto impulsado por Antonio Cruz Conde desde la Diputación, que financió las obras del Provincial. Se buscaba que la asistencia médica y la formación de profesionales de la Medicina se llevasen a cabo en un mismo espacio, razón por la que en 1972 se inauguraron las instalaciones de la facultad en la avenida de Menéndez Pidal. Ese germen fructificó posteriormente con la determinación de la Seguridad Social (antes, Instituto Nacional de Previsión) de c errar la residencia Noreña y crear una nueva ciudad sanitaria a la que se le puso el apellido de «hospital universitario» y que hoy es el Reina Sofía. El doctor Bernal reconoce que el Provincial era, en aquel momento, un centro sanitario «avanzado a su tiempo» y con una fuerte vocación de formación de profesionales de la salud.

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