CULTURA

Pepe Espaliú: 25 años de su muerte bajo el desapego de Córdoba

La ciudad nunca lo ha hecho suyo y sus émulos no han seguido su recomendación de alejarse del poder

Espaliú durante la acción «Carrying»

Félix R. Cardador

El 2 de noviembre de 1993 falleció en Córdoba José González Espaliú , artista cordobés que a la historia del arte habría de pasar con el nombre más familiar de Pepe Espaliú . Tenía 38 años recién cumplidos y desde hacía tres sabía que era seropositivo . La debilidad que le produjo el desarrollo del sida y una infección por salmonelosis fueron las causas finales que en los periódicos aparecieron sobre su muerte, acaecida en el Hospital Provincial tras dos meses de ingreso.

Él mismo había explicado que la noticia de su contagio se la habían comunicado durante un viaje a Nueva York . Su primera reacción, presa del temor, fue tratar de olvidarse, no aceptarlo, según relató. Se largó entonces a México , pero el viaje fue para nada, tránsito baldío. La obsesión se hizo cada vez mayor y el artista, cansado de huir sin provecho, aceptó finalmente hacer frente a la enfermedad a cara de perro y con valentía en unos años en los que ésta era un estigma aún mayor del que es hoy. Pepe Espaliú dio visibilidad a los enfermos de sida y se convirtió en un incansable activista hasta el final de sus días.

Pepe Espaliú dio visibilidad a los enfermos de sida y se convirtió en activista hasta el final de sus días

De esos años, de los previos a su muerte, procede la imagen más conocida de Espaliú. La del hombre marcado a fuego por una dolencia terrible que se revela y hace con ella lo que mejor sabe: convertirla en arte autobiográfico a través de la metáfora y la poesía. Es la etapa de acciones artísticas y reivindicativas tan famosas como el « Carrying » que desarrolló en San Sebastián y en Madrid , un proyecto que gozó de gran resonancia mediática y en el que involucró incluso a la por entonces esposa del presidente Felipe González, Carmen Romero . Una etapa en la que el sida se iba cebando con el físico cada vez más maltrecho de Espaliú mientras su mente se mantenía activa e irreductible y su nombre iba trascendiendo los límites estrictos del arte.

Lo mejor de la obra del cordobés no se encuentra sin embargo en esos momentos terribles, que tenían algo de salvaje lucha contra el destino, sino en la etapa anterior a su enfermedad, un periodo como es lógico de mayor reflexión y sosiego. Es en la década de los 80 cuando Espaliú emerge de hecho con un mundo poético absolutamente propio, marcado por su gran capacidad para crear metáforas con elementos sencillos . Se trata de una obra muy vivencial e intimista en la que va asumiendo las influencias que había recibido en París y Barcelona del freudiano Jacques Lacan o del rebelde Jean Genet . Un universo creativo en el que, partiendo de la pintura para luego alcanzar su madurez en la escultura, se sirve de elementos más o menos cotidianos como jaulas, cuerdas o máscaras para reflexionar sobre la identidad, la soledad o el deseo , temas esenciales del ser humano contemporáneo.

Pese a que se ha difundido su obra con exposiciones, no se puede hablar de una conexión cálida entre Espaliú y Córdoba

Pese a que en Córdoba se ha difundido su obra con exposiciones y la ciudad cuenta con un Centro de Arte dedicado a su figura que Vimcorsa inauguró en 2010, nunca se ha podido hablar de una conexión cálida entre el legado de Espaliú y el pueblo de Córdoba. En parte, porque su lenguaje conceptual no permite emocionar a las amplias mayorías que con las que sí logra empatizar el arte referencial de, por ejemplo, un Romero de Torres . Pero también porque su imagen se ha ido institucionalizando con los años hasta pervertir su posición decididamente marginal frente al poder, de tal modo que cierta interpretación de su obra ha pasado a formar parte del discurso oficialista que emana del actual poder establecido. Incluso de los artistas más influenciados por él, numerosos pues se trata como a veces se ha dicho de un artista seminal, se puede decir que no han tomado al pie de la letra aquella frase de Espaliú en la que recomendaba a los creadores « quedaos siempre al margen, hijos del malestar de Dios ».

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