DEPENDE...
C3A
Los espacios institucionales en Córdoba no están vedados a artistas locales, pero tampoco están a su servicio
Es razonable pensar que cuando la Junta promovió la construcción en Miraflores del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía , el C3A, no tuvo en cuenta las auténticas necesidades de ciudad de Córdoba y que, en plena euforia, optó por un equipamiento excesivo. Quizá sea así, aunque tampoco es descabellado pensar que, a través del edificio concebido por Nieto y Sobejano , dotó a la ciudad de, además de un ejemplo de buena arquitectura, una infraestructura que permite desarrollar políticas culturales tendentes a convertir a Córdoba en el referente del patrimonio y la cultura que debe ser, más allá de la prescindible imagen dada en Fitur.
El C3A ha tenido una injustificada mala fama derivada de algo tan frecuente en nuestros días como los presupuestos de obras públicas incumplidos, las desviaciones presupuestarias o las dilaciones en la ejecución: algo parecido le ocurrirá al discutible y discutido Centro de Ferias, Exposiciones y Convenciones del Parque Joyero .
Pero que sus orígenes sean discutibles, y lo son, no debe condicionar el juicio sobre lo que allí está haciéndose. Abusando de la libertad que ABC proporciona a quienes aquí opinamos, voy a llevarle la contraria a nuestro director (y a mi mujer): ni la exposición de Vimcorsa del grupo Córdoba Contemporánea , por mucha gente que acudiese a la inauguración, constituye una reivindicación irrefutable del arte de vanguardia que se hace hoy en Córdoba (cualquier selección de autores es arbitraria, pero no se entiende una aproximación al arte actual ejecutado en Córdoba o por cordobeses, y menos en una sala del prestigio de la de Vimcorsa, sin contar con José María Baez , Dorotea Von Elbe, Fernando Romero, Miguel Gómez Losada o Manolo Garcés, por citar algunos ejemplos) ni cuanto se hace en el C3A en el llamado fantasma de Miraflores está aquejado de pompa y boato. Es más, me atrevería a decir que es todo lo contrario. La actual exposición de Ana Prada , las más recientes exhibiciones y, sobre todo, el programa anunciado para el año que viene, de primer nivel, son una noticia magnífica para dar sentido a la infraestructura, para la cultura y, en defintiva, para la ciudad. Comparto muchas de las cosas que escribió Rafa Ruiz en su fantástico artículo de la semana pasada «Contra el popesado» , pero los popes, si no son sectarios -lo cual, es cierto, no ocurre siempre-, son esenciales para fijar un criterio solvente y profesional, lógico y perdurable.
El localismo es inevitable y todos caemos en él. Bien está que las instituciones se pongan al servicio de los ciudadanos y se brinden oportunidades a quienes muchas veces han carecido de ellas. Pero no debemos perder de vista que, como bien dice el pintor José María Báez, que tanto hizo por la sala Vimcorsa , los espacios institucionales dedicados a la cultura no están vedados a los creadores locales, pero desde luego no están a su servicio. Si Málaga va a inspirar las políticas culturales de la ciudad -ojalá sea así- no lo debemos perder de vista.
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