La Cuaresma en ABC

Viernes de Dolores en Córdoba y semana de Pasión: el triunfo de lo popular

La revisión litúrgica del Concilio Vaticano II eliminó del calendario una festividad religiosa que permanece arraigada a las esencias más inmutables de la ciudad

La Virgen de los Dolores, en el viernes que lleva su nombre Valerio Merino

Álvaro R. del Moral

Hay una Semana Santa sentimental e intemporal -ésa a la que retornamos cada año en un viaje incierto a los desvanes de la memoria- que comienza, invariablemente, a las plantas de la V irgen de los Dolores y en la plaza de Capuchinos.

El rito es heredado y se enhebra con el temblor de esa fiesta inminente que pulverizará la cotidianidad durante siete días que son como siete vidas. Es Viernes de Dolores y la ciudad se despereza de sus inercias , preparada para ser bendecida por las imágenes, tomada por los tramos de nazarenos. Es una carrera que ya se había desbocado seis días antes, en ese Domingo de Pasión que contempla a tantas imágenes descendidas de sus altares. Es el momento de recibir a los suyos antes de ser izadas a los pasos, la inminencia de la Semana Santa…

Pero una cosa es la fiesta consagrada por la costumbre y otra, tantas veces distinta, esa liturgia oficial que parece empeñada en desafiar los usos más acendrados relegándolos a ese despectivo envoltorio que algunos continúan llamando 'religiosidad popular'. El Viernes de Dolores, con la semana de Pasión, desapareció hace ya demasiado tiempo de los calendarios litúrgicos canónicos.

Celebración duplicada

La fiesta se trasladó al 15 de septiembre, fecha en la que, con la vieja liturgia, se conmemoraban los Dolores Gloriosos . Pero la oficialidad no logró doblegar la fuerza de una conmemoración -la del viernes anterior al Domingo de Ramos - esencialmente pasional que pertenece al alma más cierta de la ciudad y la tradición de la Semana Santa. Nadie felicita a una Lola en septiembre…

La supresión de la fiesta hay que encontrarla, cómo no, en la onda expansiva del Concilio Vaticano II que consideró 'duplicada' la antiquísima celebración entre el estreno de la primavera y la despedida del verano.

También corrió la misma suerte el día de la Cruz -la tradición y la festividad popular la sigue atando al 3 de mayo- trasladado por la jerarquía religiosa hasta el 14 de septiembre para formar un binomio algo desubicado con la fiesta de los Dolores.

Sí queda una reliquia devocional en las misas del día que mantienen el rezo del 'Stabat Mater'. De la misma forma, en la tercera edición del Misal Romano también hay un recuerdo especial a los Dolores de la Santísima Virgen en la celebración ferial de la jornada, introducida por San Juan Pablo II .

Pero hay más: la Santa Sede y las normas del calendario litúrgico contemplan que en aquellos lugares de acendrada devoción a los Dolores de María se tenga como fiesta o solemnidad en sus calendarios propios. Curiosamente, el calendario propio de la diócesis de Córdoba nada dice…

En cualquier caso, el Viernes de Dolores -o el viernes de la quinta semana de Cuaresma si nos atenemos a la denominación canónica- también marca el final de esa 'semana de Pasión' que conduce al domingo de las palmas y los ramos.

Las normas del calendario litúrgico contemplan que en aquellos lugares de acendrada devoción a los Dolores de María se tenga como fiesta o solemnidad en sus calendarios propios. El calendario propio de la diócesis de Córdoba nada dice

El calendario litúrgico tampoco alude a ese término perfectamente reconocible en la tradición piadosa . Arranca el quinto Domingo de Cuaresma, que enciende la última mecha que conduce a la Semana Santa.

Esa la puerta abierta a esa semana de pasión que la liturgia oficial nombra hoy como quinta semana de Cuaresma. En las viejas costumbres, suponía cubrir de velos morados los retablos y las imágenes además de las cruces, que sólo serían descubiertas el Viernes Santo .

El Cristo del Amor de Sevilla, velado como antes se hacía desde el Domingo de Pasión J. M. Serrano

En la liturgia previa a la maraña conciliar, aún se conservaba la denominación de ' Dominica de Passione ' que desaparecería en la redacción de los misales posteriores al Vaticano II. Pero, una vez más, la tradición ha prevalecido sobre la oficialidad eclesiástica.

El término 'Domingo de Pasión' sigue usándose en la calle, especialmente en el universo capillita , mientras los pasos y los altares de insignias crecen en la intimidad de los templos, se desvelan los canastos poderosos, se elevan los palios y crece la certeza de esa Semana Santa sentimental que, en la tradición cordobesa , comienza el Viernes de Dolores a las plantas de la dolorosa inmortal de Juan Prieto.

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