PASIÓN EN CÓRDOBA
La utilización del color rosa en las vestimentas de las imagenes marianas de Córdoba
Este color se utiliza el tercer domingo de Adviento
Hace un par de semanas, tal y como marca el calendario litúrgico, muchas imágenes marianas de distintas cofradías de Córdoba fueron ataviadas con tonalidades azules, celestes y blancos con motivo de la celebración de la festividad de la Inmaculada Concepción.
Uno de los ejemplos más claros del uso de estos colores fue el de la Virgen de la Palma , titular mariana de la cofradía de la Entrada Triunfal. Esta imagen lució, durante sus cultos y besamanos, un manto en tono azul marino y una nueva saya en tonalidades blancas bordada en oro por el bordador cordobés Antonio Villar.
Ahora, la Iglesia Católica, propone el uso de ornamentos de otro tono: el rosa. Según marca el protocolo litúrgico la utilización de esta tonalidad es adecuada para el tercer domingo de Adviento, también llamado el «Domingo de Guadete». En principio, el origen del uso de este color procede de su similitud con el morado, aunque un poco más aclarado. Ésto indica a los penitentes que finaliza un periodo penitencial y que llega la Gloria, en este caso, el nacimiento de Jesús.
De esta forma, siguiendo esta premisa, la imagen de la Divina Pastora de Nuestras Almas, de la hermandad de la Vera-Cruz de Córdoba, luce un vestido en tonalidades rosáceos, con un manto en tonos azules claros, también referente a la pasada festividad de la Inmaculada Concepción.
Por otro lado, durante su besamanos, el pasado 8 de diciembre, la titular mariana de la cofradía del Resucitado, María Santísima Reina de la Alegría también lució un manto en tonalidades malvas, asemejando un rosa claro y anunciando, de esta forma, la proximidad de un tiempo glorioso.
No sería extraño, igualmente, encontrar, durante el cuarto domingo de Cuaresma, imágenes ataviadas con este tipo de tonalidades -morado claro o rosa-, ya que la Iglesia Católica también aprueba el uso de estos colores durante este «Domingo de Laetare», por su cercanía a la entrada de Jesús en Jerusalén, otro momento glorioso.