Semana Santa Córdoba 2022
José Fernández: «Primero está la persona y luego el costalero. No sólo podemos cuidar lo técnico y estético»
El capataz de la Virgen de la Merced, histórico de las primeras cuadrillas de hermanos, analiza el ayer y el hoy del mundo del costal
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«El mundo del costal ha cambiado hacia la excelencia». Quien pronuncia estas palabras no es otro que José Fernández (Pozoblanco, 1959), el capataz del palio de la Virgen de la Merced desde 1978 hasta la actualidad.
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En todo ese largo tiempo sólo hay un único paréntesis: el de los tres primeros años de la Madrugá (1992, 1993 y 1994 porque él no compartía esa decisión). Fue pregonero de la Semana Santa de Córdoba en 2006.
Usted es un histórico de las primeras cuadrillas de hermanos. ¿Qué recuerda de aquellos primeros años, cómo eran las cosas a finales de los 70?
Era una aventura porque éramos personas sin conocimientos suficientes, sin edad y entonces había que tener una buena dosis de atrevimiento, como así fue. Fue un tiempo de valientes, sinceramente, para las circunstancias que teníamos, la escasez. Costaba trabajo completar las cuadrillas, y, sin embargo, el compromiso personal que había y el vínculo con las cofradías en particular de los costaleros era, si cabe, mayor. El espíritu de sacrificio, muy grande, superaba todas las otras carencias . Ahora lo recordamos con mucho cariño y yo me preocupo de recordárselo mucho a la gente actual. Hemos cambiado en todo para bien, pero aquellos valores hay que ponerlos ahora en valor, valga la redundancia. No sabíamos hacernos la ropa, ni ponerla, no había buenas referencias , a pesar de que ya en Córdoba se trabajaba a costal. Cogimos el relevo, pero no había dónde fijarse y las primeras cuadrillas eran un atrevimiento. Pasamos muchas dificultades, pero nos forjó mucho como personas y como costaleros. Es una lástima que aquellas personas que tantas dificultades pasaron en aquellos años disfrutarían con las buenas condiciones que tenemos hoy.
¿Cómo ha cambiado el mundo del costal? ¿Con más conocimiento?
Hemos evolucionado muy positivamente: hay mejores condiciones , las cofradías y las cuadrillas hacen su estación de penitencia con mucha excelencia porque ahora empleamos nuestro esfuerzo no tanto en completar la cuadrilla, el objetivo no es llegar de vuelta, sino conseguir ser más exquisitos con el trabajo. Y, aunque nos hemos dejado algo en el camino (eso es ley de vida), te dejas grandes valores y grandes personas, en el trabajo costalero hemos ido a mejor. Hoy en día estamos como nunca porque las cuadrillas las tenemos completas y se trabaja muy bien. Hay mucho conocimiento, la ropa se coloca como es debido; tenemos música, cosa que ni llegábamos a tener. No nos podemos quejar.
¿Y cómo ve esa tendencia a la profesionalización de las cuadrillas en la Semana Santa de Córdoba?
Yo no le llamaría profesionalización, aunque yo no sea partícipe de esa opción, no veo que en ningún caso que pueda considerarse profesional al costalero porque no recibe nada a cambio. Es más, ahora el costalero tiene que aportar la papeleta de sitio en muchos casos. Eso sí, hay personas a las que les gusta especialmente esa tarea costalera y toma la decisión de participar en varias cofradías o cuadrillas o con distintos capataces. Pero considerarlos profesionales no me parece correcto. Hay otros que hemos elegido otra opción, que no habría que diferenciar tampoco porque hacemos lo mismo. Hemos optado por quedarnos en nuestra casa . Yo llevo muchos años en mi cofradía y podría haber tenido la posibilidad de participar en otros pasos y cofradías, pero he decidido quedarme en casa. Creo que todo es válido y todo enriquece. Los costaleros que se mueven con distintos capataces también han hecho y hacen un gran aporte a la Semana Santa de Córdoba. A lo mejor no todo el mundo podría tener su cuadrilla de hermandad.
«No es fácil decir que no a otras hermandades, pero no me veo llevando una cuadrilla fuera de mi casa»
¿Usted estuvo en otras?
En los inicios, en el 78 yo era integrante de aquella emblemática cuadrilla del Císter, que comandaba Fernando Morillo , que llegó a sacar diferentes cofradías. Eso sí que era profesionalidad, pero esos ingresos se empleaban para la cofradía del Císter, que estaba creándose. Y nada más. Ha sido mi única participación como costalero, además de en la Merced (que en dos años salí debajo de costalero), pero no he tenido ninguna otra experiencia fuera de mi casa.
¿Pero tuvo propuestas?
Sí, ofrecimientos para sacar algún paso o bastantes, pero he ido renunciando porque lo tenía muy claro. No es fácil decir que no, pero es mi opción. No me veo comandando una cuadrilla fuera de mi casa.
¿Cómo ha hecho para mantener al grupo unido en todo este tiempo?
En mi cuadrilla hay gente muy fiel , hay muy poca movilidad y pocas jubilaciones porque hay muchos casos de gente que ha superado los 30 años debajo del paso. Están muy a gusto y tienen las condiciones adecuadas para no dejarlo. Los relevos lo permiten. ¿Y cómo se mantiene? A base de ofrecerle convivencia y un trato humano adecuado. Nos caracterizamos por tener un contacto muy intenso con la gente de la cuadrilla. Hemos hecho actividades de todo tipo: subiendo a las Ermitas, días de convivencia en la hermandad. De otra manera no podría ser porque primero está la persona y después el costalero. Sé que son inseparables, pero no sólo podemos cuidar lo técnico y lo estético. Hay que admitir la diversidad, todos no somos iguales, pero todos somos válidos. Un gran aporte es el que viene de la provincia, de los pueblos, de ciudades lejanas. Tenemos casos de Ciudad Real, de Málaga, nos enriquecemos unos de otros. Ahora con los medios de comunicación se graban muchas secuencias de los ensayos para analizar las cosas que hay que corregir, que siguen siendo muchas.
«Soy una persona enamorada de mi casa de hermandad, es fundamental»
¿Y cuál ha sido la clave para permanecer ahí usted: su carisma, la devoción?
La clave la voy a decir en dos palabras: junta de gobierno , que siempre han confiado en mi persona y en mi hermano Sebastián porque la labor de capataz la llevamos a cabo dos personas. Y así llevamos todo el tiempo. Debido a la confianza que las diferentes juntas de gobierno han ido depositando. ¿Por qué? Somos gente de la casa y lo primero es nuestra hermandad. Antes que nada soy cofrade. Somos gente activa. Soy una persona enamorada de mi casa de hermandad, es fundamental. Eso creo que esto lo han visto. Por encima está nuestra evolución, que todo el mundo ha reconocido que la hermandad de la Merced, sus dos pasos van dignamente y como merecen. Mejor no tocar lo que funciona bien.
«Es un error sobrevalorar el trabajo sobre los pies y minusvalorar que una cofradía ande con soltura»
Su sello combina la elegancia con el ritmo rápido al tener que andar mucho, ¿verdad?
La cofradía en general, de unos años a esta parte, ha experimentado un cambio ejemplar. La cofradía es la que tiene que marcar la identidad de esa forma de andar y la Merced lleva unos años en los que ha descubierto que se puede y se debe andar más . Bien es verdad que nuestras condiciones, nuestras distancias lo exigen. Podría hacerse en una hora más, pero nuestro propósito es recortar porque es un lunes, que, aunque sea santo, es laborable . Hay que tener un poco de respeto por tantas personas que participan y que van a vernos. Y unos horarios extremos le perjudican. Es un error sobrevalorar el trabajo sobre los pies y minusvalorar que una cofradía ande con soltura. Cuando estamos en las aceras también nos gusta que las cofradías tengan ritmo y hay que educar al público de que una cofradía puede ser elegante pasando a un ritmo. Siempre tendremos algún punto adecuado en el que merezca el lucimiento y detenerse algo más (en la Cruz Blanca , por ejemplo).
¿Entre lo peor que ha vivido como capataz cita la pandemia?
Han sido momentos muy duros, muy difíciles. Hemos tenido un aislamiento en el trato personal y la cercanía, pero la experiencia en la cuadrilla ha sido impresionante porque hemos tirado de otros medios de comunicarnos: hemos hecho vídeos, hemos intercambiado fotografías antiguas y no hemos desaprovechado el tiempo. Es cuestión de aprovechar lo que te llega. Nos ha reunido si cabe algo más. Por eso, cuando gracias a Dios ha llegado la apertura hemos llegado con esa fuerza . Teníamos un poco de miedo en esos primeros ensayos y ha sido algo excepcional. Nos ha hecho valorar lo que tenemos en su justa medida: el costalero es un privilegiado por estar ahí. Entonces, siéntete como un privilegiado y un elegido, y el día que lo desarrolles hazlo con la mayor dignidad y calidad posible porque esa posibilidad se puede cortar. Quizá haya habido alguna baja más de lo habitual y había más huecos. La sorpresa llegó el día de la igualá, con muchos aspirantes esperando a entrar.
¿Además de con la Merced y el Císter guarda algún otro recuerdo personal que guarde con especial cariño?
Un hecho importante en mi devenir de capataz y costalero es que en la década de los 90, aprovechando mi destino profesional en un pueblo de la sierra de Huelva, en Encinasola , llevamos a efecto un proyecto maravilloso, que fue la creación de un paso a costaleros por primera vez en la localidad para sacar el Corpus Christi , una festividad de mucho arraigo allí. Fue maravilloso porque se crearon dos cuadrillas: una, de niños y otra, de padres, con la participación de todas las madres y todo el pueblo, que decoraba las calles. Fue genial. Aquello tiene continuidad y para mí tiene un recuerdo imborrable. Hasta entonces el Corpus salía bajo palio de respeto y se hizo allí mismo un paso de madera de envergadura para que lo portaran 24 costaleros.