Semana Santa de Córdoba 2020
Crónica | El Viernes Santo de Córdoba como suspiro de alivio ante la orfandad
Los cofrades van despidiendo unos días en que se ha echado de menos a las hermandades
Si otras veces el Viernes Santo multiplica la tristeza de la fiesta que se agote, aunque haya que estar feliz con las cofradías que llegan, en esta Semana Santa de Córdoba 2020 parece casi un alivio. Para el cofrade son días de vacío, de hermandades que no esperan ver, de liturgia a través de la pantalla. De final de lo que no parece haber empezado.
Así ha sido este Viernes Santo en que casi ha terminado la ausencia de las cofradías, la orfandad de no poder pisar las calles y de verlas vacías para quien no tenga más remedio. Se había recibido la lluvia del Jueves Santo casi con alegría, como si eso quitara que el próximo año ya haga por fin buen día, y el Viernes amaneció plomizo para aliviarse luego un poco.
Ni quedó, como después de otros Jueves Santos de lluvia, el consuelo del Vía Crucis de la Caridad . Nadie buscó Electromecánicas para ver cómo el Cristo de la Oración y Caridad buscaba por primera vez la carrera oficial, por un camino ancho que tendrán que hacer suyo conforme pasen los años, y ahora con su misterio completo sobre su paso. Nadie los vio pedir la venia.
Santiago escondía en el rosetón todavía la belleza de la Virgen de la Soledad , que espera su traslado a la iglesia de los franciscanos de Guadalupe, donde quiere encontrar un amplio caladero de hermanos y nazarenos, en definitiva de futuro. La calle Agustín Moreno no se pudo despedir de Ella.
Si de orfandad se habla, la Virgen de los Dolores sigue a la espera del reencuentro con los cordobeses, pero cuidando a las personas mayores de su residencia, por los que vela. Por tercer Viernes Santo consecutivo ha faltado a su cita con el pueblo de Córdoba, que nunca la olvida.
La tarde fría se hacía ventosa en el Puente Romano y no bajaban por allí al Señor de su cruz, y no se presentía la resurrección en la cera rizada de la Virgen del Buen Fin . Recordaron muchos el camino de vuelta a San Pablo de la Expiración , al ritmo justo para disfrutar de todos sus detalles, cuando el grito del Señor se hace eterno. Cómo querrían haberse pegado a la Virgen del Rosario e iluminarse con su candelería.
El Santo Sepulcro tendría que haber sido otro de los detalles de un día que suele cerrarse en lo solemne, y por la calle de la Feria , donde una fila de coches sustituye a los nazarenos en estos días, no bajaron sus altos nazarenos y un cortejo que es una catequesis en torno a sus imágenes. Apenas quedaron, en algunas iglesias, unas flores que son menos dolor que ofrenda sincera.
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