PASIÓN EN CÓRDOBA
La Sangre de Córdoba regresa al convento del Císter con la nueva obra musical de Rafael Wals
La banda de la Esperanza estrena la nueva obra «El Císter»
Este jueves, día 6 de diciembre, ha tenido lugar en la iglesia conventual del Santo Ángel de Capuchinos de Córdoba el concierto conmemorativo del décimo aniversario del acompañamiento de la banda María Santísima de la Esperanza al palio de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, titular mariana de la hermandad de la Sangre.
Durante el encuentro musical se han interpretado distintas marchas de corte alegre y solemne que la banda cordobesa ha compuesto, durante estos años, para esta cofradía del Martes Santo. Sin embargo, el momento más especial de la jornada ha sido cuando ha sonado por primera vez la nueva marcha «El Císter», del compositor cordobés Rafael Wals Dantas.
Según ha explicado Wals en una entrevista realizada a su propia banda de música, esta nueva pieza surge como un encargo de una familia muy devota de los titulares de la Sangre. Normalmente, tal y como ha aclarado el compositor, «no suelo realizar encargos», pero esta familia «era querida» para él y, de ahí, que realizase el trabajo.
Precisamente, los promotores de la creación de esta nueva pieza son los que han ayudado al joven compositor a inspirarse para la obra. Le han mostrado fotografías del momento de la fundación de la cofradía del Martes Santo, junto a la narración de una serie de anécdotas.
«Ellos querían que la marcha tuviese un cierto aire nostálgico, que recordara los tiempos en los que la cofradía estaba en el monasterio del Císter», ha aclarado Wals en la entrevista. La nueva pieza musical tiene «cierto aire monacal, sobretodo la primera parte, con unas armonía y lineas melódicas que parecen trasladar a un claustro de un convento». Es una música, ha proseguido, «serena y tranquila».
Final nostálgico en Do menor
Una de las curiosidades que tiene la marcha es que acaba en Do menor. Según ha explicado Rafael Wals Dantas, este final no es casual. El joven decidió finalizar así la obra el mismo día en el que las monjas del Císter abandonaron el convento cordobés en el que se fundó la cofradía de la Sangre. Con este final, pretende «representar esa especie de nostalgia que tendrán los amigos y conocidos de las religiosas» que, desgraciadamente, tuvieron que marcharse.