Pasión en Córdoba
Revista 'Pasión en Córdoba' 2021 | La Semana Santa en la 'década prodigiosa'
La Pasión y sus cortejos y la misma ciudad vivían momentos de crecimiento en los años 50
![La Virgen de los Dolores en la plaza de Las Tendillas en la década de 1950](https://s1.abcstatics.com/media/andalucia/2021/05/28/s/revista-decada-prodigiosa(1)-kiZH--1248x698@abc.jpg)
Una visión retrospectiva de las Semanas Santas de los años cincuenta coincide con el mandato de Antonio Cruz Conde , a quien se le ha llamado el alcalde de «la década prodigiosa» por las realizaciones y reformas que emprendió para modernizar la ciudad.
Un atento repaso a la prensa local de la época -esencialmente el diario 'Córdoba' y la 'Hoja del Lunes'- permite componer el mosaico de noticias y datos que se exponen en el reportaje, reveladores del creciente auge que esta celebración religiosa emprendió hace setenta años.
Como hoy, la Semana Santa tenía su cartel anunciador. El cartelista de moda era Ricardo Anaya , que lo firmó en siete ocasiones y acertó a plasmar con tintas planas imágenes, nazarenos y mantillas en rincones típicos de Córdoba. El más curioso de la década es el de 1953, que representa a la Virgen de las Angustias bajo palio, elemento que el obispo Fray Albino suprimió en 1957.
También, como hoy, tenía su pregón piadoso, que era como un cartel sonoro y se desarrollaba en el salón Liceo del Círculo de la Amistad , aunque alguno se celebró en el Gran Teatro . Lo más curioso de la década fue el triplete que protagonizó el pregonero Francisco Montero Galvache , escritor y periodista jerezano de verso fácil ligado emocionalmente a Córdoba, que lo pronunció en el 55, el 57 y el 59, reiteración que parecía insinuar escasez de oradores, cuando no era así.
Curioso fue el pregón de 1954, declamado por el poeta Goy de Silva a través de Radio Nacional , que, por desgracia, no pudo emitir en directo Radio Córdoba por una avería, aunque se grabó en «hilo magnetofónico» para darlo en diferido. Manuel González Gisbert, Pedro Palop , fray Ángel de la Inmaculada, Francisco Casares y Juan Capó Bosch fueron otros protagonistas de pregones, que solían tener como prólogo conciertos de marchas procesionales.
En los años cincuenta las procesiones oscilaban entre 20 y 23 , y los pasos entre 31 y 33, mientras que los nazarenos pasaban de 7.000, según afirmó en 1957 el presidente de la Agrupación de Cofradías, Rafael Gálvez . A lo largo de la década se crearon nuevas cofradías que enseguida se incorporaban a las estaciones de penitencia con sus pasos, como Jesús en su Prendimiento (1954), Cristo del Amor (1956), Jesús en su Coronación de Espinas y María Santísima de la Merced y el Cristo de las Penas (1957).
Pero la incorporación más memorable fue la de la remozada cofradía del Remedio de Ánimas el 19 de marzo de 1951, Lunes Santo, cuyo estilo y estética perfilaron poetas como Pablo García Baena y artistas como Miguel del Moral , que lograron un «espíritu de acendrada austeridad penitencial» como señalaba un cronista.
Se trataba de recuperar el espíritu de la antigua y verdadera Semana Santa cordobesa, que sustituyó las bandas por el canto gregoriano y los cirios por faroles. En el 54 el paso incorporó la reliquia de la Santa Espina que se había venerado en San Juan de Letrán.
Un caso singular fue la creación en la Prisión Provincial de la cofradía del Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora de las Lágrimas por un grupo de reclusos «animados de fervor cristiano» , que el Viernes Santo de 1958 desfiló por galerías y patios con una imagen de la Virgen de las Angustias de Pedro de Mena, nada menos, cedida por un preso. Un grupo de reclusos ebanistas realizó también el trono de Nuestra Señora del Mayor Dolor de la hermandad del Calvario, que salió durante unos años.
El patrimonio artístico de las cofradías se enriqueció a lo largo de la década con la incorporación de dos nuevas imágenes de Martínez Cerrillo : Jesús de las Penas de Santa Marina y una Virgen para la hermandad del Prendimiento, la de la Piedad. Cerrillo restauró asimismo una imagen del Resucitado del siglo XVII procedente de San Basilio que adoptó la cofradía titular.
El alcalde Cruz Conde emitía un bando para recomendar al pueblo «el mayor orden y compostura, así en las calles como en la puerta de los templos»
Por su parte Castillo Lastrucci talló la imagen de la Reina de los Mártires , que desfiló con la Buena Muerte desde el 51. Y entre los tronos estrenados hay que citar el de la Virgen de las Angustias realizado por Castillo Ariza y presentado en el 58. Hablando de tronos hay que mencionar la prohibición de que llevasen luces eléctricas, reflectores y altavoces decretada en 1957.
Las crónicas periodísticas de la época aportan pinceladas sobre el ambiente de la Semana Santa cordobesa. Rafael Gago escribía en 1952 que «el fervor cofradiero invade todos los sectores de la ciudad». Otras veces se subrayaba que tras el paso del Rescatado iban «miles de devotos en cumplimiento de promesas» y se calificaba de «impresionante y silencioso» el desfile del Remedio de Ánimas, que llamaba la atención por su recogimiento.
Para el mismo cronista, el regreso de las Angustias a su templo constituía un acontecimiento impresionante y de singular belleza, pues en la plaza de San Agustín quedaba largo rato «la maravillosa imagen, entre el entusiasmo devoto de la multitud que se apretuja a uno y otro lado», mientras las saetas «florecen de modo incesante».
En 1957 una comisión municipal trató de seleccionar (?) los desfiles procesionales para acrecentar «la solemnidad y el prestigio de que ya gozan», considerando que las procesiones «habrían de lucir más en la parte vieja y en la zona artística de la ciudad que en las modernas calles y avenidas», lo que acabaría determinando el traslado de la carrera oficial al entorno de la Catedral en 1960.
Se subraya a menudo la belleza que confieren las calles y plazas del casco antiguo, y también se alude al creciente número de turistas entre los espectadores. En 1960 unos extranjeros pagaron mil pesetas diarias por un balcón en la calle Torrijos .
Sin embargo, plumas autorizadas ya advertían del peligro de imitar a Sevilla, como apuntaba en 1953 Dionisio Ortiz Juárez . Cinco años después Ricardo Molina señalaba que estas fiestas «corren el peligro de ‘sevillanizarse’, nivelándose y uniformándose lamentablemente», pues lo que en Sevilla era «natural y castizo puede resultar postizo y artificial en otra localidad», y reclamaba que la Semana Santa cordobesa se apoyase en «sus propias aunque casi extinguidas tradiciones », poniendo como ejemplo la nueva cofradía de las Penas.
![Mujeres vestidas de mantilla en el Patio de los Naranjos](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2021/05/28/s/revista-decada-prodigiosa(2)-kjNB--510x349@abc.jpg)
A principios de la década, en vísperas de la Semana Santa, el alcalde Cruz Conde solía emitir un bando para recomendar a los cordobeses «el mayor orden y compostura , así en las calles como en la puerta de los templos», y exhortaba al pueblo cristiano a sumarse a las procesiones, «dando una prueba más de sus acendrados sentimientos religiosos, de su tradicional hidalguía y de su secular austeridad». Durante el Jueves y Viernes Santos quedaba prohibida la circulación rodada en el interior del casco , a excepción de los servicios públicos.
Desde que comenzaba la Cuaresma se sucedían los cultos cofradieros a las imágenes titulares, fuesen septenarios, quinarios o triduos, sin olvidar los besapiés . Al referirse al del Remedio de Ánimas la prensa indicada que la imagen estaba colocada «sobre severo túmulo de terciopelo negro ». También eran frecuentes los ejercicios espirituales.
La liturgia de Semana Santa sufrió algunas reformas a mediados de la década, en que se borró el nombre de Sábado de Gloria y se estableció la vigilia pascual a final de ese día, con la bendición del cirio y del agua bautismal . En la Librería Luque se vendía a 15 pesetas el librito «Ritual completo de la nueva Semana Santa».
La tarde o noche del Jueves Santo era costumbre que una comisión municipal encabezada por el alcalde recogiese al prelado en el Obispado para efectuar juntos la visita a los sagrarios , escoltados algunas veces por una sección de la Guardia Municipal a pie y en traje de gala. Otras veces los acompañaban seminaristas.
Al menos seis presidentes se sucedieron al frente de la Agrupación de Cofradías a lo largo de los años cincuenta, que fueron Francisco Cabrera Perales, José Barrera Rodríguez -también presidente de la comisión municipal de Ferias y Fiestas-, Francisco Melguizo Fernández , Rafael Gálvez del Cerro, Luis Carreto González-Meneses y Fernando Fernández de Córdova y Martel , que ya lo había sido anteriormente. Duraban poco en el cargo.
Para ayudar económicamente a las cofradías la Agrupación gestionaba la instalación y explotación de palcos y sillas en la carrera oficial . En 1952 los abonos de palcos con seis sillas costaban 262,50 pesetas en Las Tendillas y 210 en Claudio Marcelo, dependía del lugar. Tres años después el precio subió a 273 pesetas y 220,50 respectivamente, mientras que el abono de sillas individuales costaba 30. En 1958 la explotación pasó al Ayuntamiento.
La delantera de los palcos se cubría con follaje vegetal , que los niños solían destrozar, así que se pidió cubrirla con tela. Aparte de los ingresos por palcos y sillas el Ayuntamiento concedía a la Agrupación de Cofradías una subvención anual para los gastos de las procesiones. Otra fuente de ingresos solía ser la edición de sellos pro-Semana Santa , como la realizada en 1952 con 32 imágenes de todas las cofradías.
En una ciudad que rendía culto laico a las figuras del toreo a nadie extrañaba la vinculación de algunos diestros con la Semana Santa, cuya dimensión más emotiva era la donación de capotes de paseo y trajes de luces para enriquecer mantos y sayas de vírgenes, como fueron los casos de Guerrita y Parrita. Emotivo fue el gesto de la madre de Manolete , doña Angustias, que donó un traje de luces de su hijo para el manto de la Virgen salesiana de la Piedad, colegio donde había estudiado el torero.
No eran infrecuentes los festivales taurinos a beneficio de cofradías , como el que se celebró en Los Tejares en febrero del 53 a favor de los Dolores, con Cagancho, Pepe Luis Vázquez , Litri, Pedrés, Antonio Vázquez y Manuel de la Haba en el cartel. Gran expectación despertó el de octubre de 1960 a beneficio de la Virgen de las Angustias , por la presencia de Manuel Benítez 'El Cordobés' , en los albores de su popularidad, que «echó a un lado ese ‘tremendismo’ que le ha dado fama para hacer un toreo reposado y artístico», como escribió José Luis de Córdoba.
La buena relación entre la Iglesia y la dictadura se traducía en la presencia oficial de militares en algunas procesiones. Así, en la de la Virgen de las Angustias el general gobernador militar de la plaza ostentaba la representación del jefe del Estado, que era hermano mayor honorario, lo que daba lugar a que en la plaza del Salvador una compañía del Regimiento de Infantería Lepanto le rindiese honores, como sucedió en 1953.
Dentro de esa buena relación se inscribe también la vinculación del tercio Gran Capitán de la Legión con la hermandad de la Caridad, que en 1951 lo nombró hermano de honor y desde entonces participó en sus desfiles procesionales con escuadra de gastadores, sección de fusiles y banda de cornetas y tambores.
Esa misma cofradía trajo a los Romanos de Montoro en 1951 y 52 , año en que unos romanos a caballo escoltaron el paso de Jesús del Calvario. A lo largo de la década la lluvia estropeó algunos años las procesiones de Semana Santa, como sucedió en 1952, 1956 -que en marzo dejó en Córdoba cerca de doscientos litros -, 1958 y 1959. Algunas obtuvieron licencia para hacer su estación de penitencia otros días de la semana, como sucedió en el 56.
Hubo también ausencias motivadas por diversas circunstancias, como fueron los casos del Descendimiento en el 55 por obras en su parroquia; la Borriquita en el 57 por reorganización de la hermandad; la Amargura en el mismo año por no estar terminado su paso, y la Virgen del Mayor Dolor en el 59 por carecer de andas. Un caso curioso fue la supresión del paso del Señor Amarrado a la Columna en 1957 «por no estar dicha imagen de acuerdo con las características exigidas para una exhibición pública procesional», según la prensa.
La Semana Santa inspiró al menos tres concursos. El más interesante fue el de altares domésticos convocado en 1954 por la Agrupación de Cofradías y el Ayuntamiento en un intento de recuperar una tradición perdida en tiempo de la República. Los altares se montaban en domicilios particulares con imágenes pasionistas , visibles desde la calle. El primer premio, de mil pesetas, lo consiguió Josefa Pedraza , de la calle Enmedio, 10. Sin embargo, los organizadores no debieron quedar muy satisfechos del resultado, pues no se volvió a convocar, lo que lamentó el profesor de arte Dionisio Ortiz Juárez por la pérdida de una tradición típica del Jueves Santo en que las mujeres solían velar por las noches vestidas de negro.
En 1957 se celebró un concurso de saetas organizado por Radio Córdoba, aunque no hay noticia de los ganadores, y en 1960 otro de fotografías, cuyos cuatro primeros premios acaparó José Jiménez Poyato con obras que mostraban nocturnos procesionales.
Aunque fuera de la década que marca el ámbito temporal de esta mirada retrospectiva, el 2 de marzo de 1961 y cumpliendo un decreto del obispo monseñor Fernández Conde, la Virgen de las Angustias fue trasladada a la iglesia de San Pablo , a raíz de unas obras iniciadas por los dominicos en su convento de San Agustín para construir una Casa de Estudios, que obligaban a cerrar las puertas por las que salía el paso en la noche del Jueves Santo. La decisión generó protestas en el barrio, que en pintadas murales afeaba a la hermandad que la Virgen se fuera «con los ricos», según la memoria popular. 53 años duraría su exilio, hasta que la imagen regresó triunfalmente el 15 de marzo de 2014.
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