Pasión en Córdoba

Revista 'Pasión en Córdoba' 2021 | La Misericordia y los toros: de la Magdalena a los Tejares

La cofradía organizó dos festejos taurinos en la década de los 50 del siglo XX. Más de dos siglos antes, la sacramental que daba culto al actual crucificado había montado un festejo junto a su iglesia

Los toreros se disponen a hacer el paseíllo en la corrida de 1951 ABC

Álvaro R. del Moral

La plaza de la Magdalena , como otros antiguos predios de la ciudad, sirvió de antiguo como escenario de fiestas taurinas . Entre otros festejos, el Archivo Municipal guarda un expediente relativo a la corrida de toros que pretendía organizar en 1691 la antiquísima -y hoy extinguida- cofradía del Santísimo del maltratado templo fernandino.

Las cosas se enredaron por culpa del contratista que organizaba las corridas en la plaza de la Corredera , que se opuso vehementemente a esa cesión urbana. Poco sabemos del resultado de aquella función taurina, de sus intervinientes; ni siquiera si se celebró…

Seguramente en ese tiempo, la vieja corporación sacramental ya daba culto a un antiguo crucificado que los vecinos advocaban de la Salud . Había sido sacado en rogativas 41 años antes, con motivo de la epidemia del landre que costó la vida a tantos cordobeses.

Pero pasarían muchos años más antes de que un joven cofrade de las Angustias llamado Francisco Melguizo encontrara al futuro Cristo de la Misericordia envuelto en tinieblas y telarañas a mediados de la década de los años 30 del pasado siglo XX. No tardaría demasiado en fundar una cofradía penitencial en torno a aquel olvidado ‘Señor del Sagrario’, que volvió a salir a las calles el Miércoles Santo de 1937 precedido de medio centenar de novedosos y disciplinados nazarenos blancos.

Los Melguizo y la familia Dominguín

El antiguo Señor del Sagrario volvería a verse vinculado al mundo 'de las sedas y los oros y la sangre de los toros ', poco más de dos siglos y medio después de aquella fiesta taurina de la plaza de la Magdalena. En los primeros lances de la Guerra Civil, Francisco Melguizo se encontraba en el entorno de Madrid, movilizado como teniente provisional encargado de la estafeta de Telégrafos del frente de Leganés. Había pedido ese destino para intentar contactar con su hermano Mariano, que acabaría siendo asesinado en la zona roja.

En aquella estafeta -aporta Cayetano Melguizo Gómez, hijo del fundador de la Misericordia- se instaló una emisora de radio, Radio AZ, origen de lo que luego fue Radio Nacional de España . Allí escribió Melguizo la célebre plegaria que los hermanos de la Misericordia siguen rezando todos los miércoles del año ante su titular. Pero también conoció a Domingo González Lucas, más conocido como ‘Dominguito Dominguín’ , hijo del famoso empresario del mismo nombre que ya era un ferviente y juvenil militante de Falange Española -acabaría siendo un convencido comunista- antes de debutar como novillero. «Hicieron muy buenas migas , hasta el punto de invitar a mi padre a su casa a conocer a su familia», recuerda Cayetano.

Aquella amistad trascendió a toda la familia Melguizo Fernández que, además, acabaría vendiendo a Luis Miguel el chalet que había habitado en la Colonia del Viso después de que la familia -con la madre al frente- decidiera volver a Córdoba a instancias de Francisco Melguizo, que tenía su plaza como telegrafista en la ciudad de la Mezquita desde 1936. El padre de la saga, militar con destino en Córdoba, se había trasladado con toda la prole a la capital después de colgar el uniforme tras negarse a jurar la tricolor en los años de la República.

Los apellidos Melguizo y González Lucas -los Dominguín- volverían a verse unidos en la posguerra. Los hermanos Domingo, Pepe y Luis Miguel Dominguín -posiblemente gracias a los oficios de Paco Melguizo- torearon varios festejos en Los Tejares en el verano de 1939, incluyendo la novillada que había organizado la Asociación de la Prensa, y que se anunció con un original cartel que había pintado Rafael Díaz Peno .

El artista cordobés se encontraba entonces forjando la impronta estética de esa joven cofradía de nazarenos que había fundado dos años antes su amigo Francisco Melguizo. Aquel día, por cierto, se estrenó además el pasodoble ‘Los chicos de Dominguín’ , d e Serrano Lucena y Pedro Gámez Laserna, anécdota que merece historia propia .

Un momento del festejo celebrado por la hermandad de la Misericordia ABC

La víspera de aquel festejo se celebró una cena en la célebre taberna de ‘Los Huevos Fritos’ del barrio de San Lorenzo , inmortalizada en una conocida fotografía. En la imagen, además del viejo Dominguín, patriarca de la saga, aparecen sus hijos Domingo y Pepe. Luis Miguel, que era un niño aún, tuvo que quedarse en el hotel. En la instantánea tomada en la sobremesa de esa cena veraniega aparecen varios nombres conocidos de la prensa cordobesa además de un jovencísimo Francisco Melguizo, que había acudido por su estrecha amistad con los dominguines...

La corrida benéfica de 1951

Melguizo apelaría a esa amistad con la saga taurina de Quismondo, doce años después, para organizar una corrida de toros a beneficio de la hermandad de la Misericordia . Conviene ubicar el festejo en el tiempo y en el espacio en el que fue montado, con la corporación -residente aún en la Magdalena- inmersa en el ambicioso proceso de dotar a la Virgen de las Lágrimas , que había sido incorporada como cotitular sólo un año antes, de un paso de palio a la altura del programa estético que seguía alumbrando la imaginación y el lápiz de Díaz Peno.

El valioso archivo de la hermandad recoge la compleja relación epistolar que Melguizo mantuvo antes y después de la celebración de la corrida, revelando la dificultad organizativa de un espectáculo que daría muchos quebraderos de cabeza al fundador de la Misericordia.

El fundador de la Misericordia, Francisco Melguizo, trabó amistad en la Guerra Civil con la familia Dominguín

El cartel, finalmente, quedó fijado con los nombres de Luis Miguel Dominguín -primera figura del momento- junto a los matadores cordobeses José María Martorell y el infortunado Manuel Calero ‘Calerito’ . Los toros reseñados pertenecían al hierro de don Félix Moreno Ardanuy, de Palma del Río, que pasó de sus reticencias iniciales a tener disponibles las reses necesarias.

Pero las dificultades no habían hecho nada más que empezar: Martorell, que convalecía de una cogida anterior, no pudo actuar finalmente y tuvo que ser sustituido por el diestro azteca Luis Procuna , de menor tirón taquillero.

Melguizo se alió con José Escriche, el empresario de la época, con el que suscribió un curioso contrato por el que el hermano mayor -en nombre de la cofradía- se comprometía a ‘colocar’ las entradas disponibles . Hermandad y empresa iban a medias en caso de ganancia después de liquidar ingresos y gastos, aunque Escriche se comprometía, al menos sobre el papel, a asumir las posibles pérdidas…

Pero… ¿Qué pasó en aquella corrida? No faltó expectación y las reses llegaron a ser desencajonadas en el ruedo en la víspera. J osé Luis de Córdoba firmó la correspondiente crónica en el semanario ‘El Ruedo’ y el diario ‘Córdoba’. El gran triunfador, cómo no, fue Luis Miguel Dominguín que cortó las dos orejas y el rabo de su primer toro después de ser recibido con algunas reticencias.

Aquel día se instauró una novedosa costumbre que no era otra que recibir los trofeos de manos del alguacil. Los primeros fueron del toro ‘Rosquetiño’ que permitió a Dominguín «realizar u na de las mejores faenas de su vida », según la crónica de José Luis de Córdoba, que también reseñaba las dos orejas cortadas por Calerito después de una esforzada faena o la discreción de la labor de Procuna, que sólo brilló con los palos.

Los números no salen

La entrada había sido más que aceptable y el desarrollo del festejo no había estado exento de brillantez, pero los números no salían… Hay que retomar el hilo que presta la copiosa correspondencia firmada por Melguizo -conservada en el archivo de la Misericordia- en la que pide árnica a todos los actores del espectáculo .

Y de muestra, varios botones… como la carta fechada el 4 de agosto en la que Andrés Gago , apoderado de Procuna, adjunta un cheque de 2.000 pesetas en nombre de su torero como donativo a la hermandad. Unos días antes, el 23 de julio, Melguizo había remitido al propio Gago una larga misiva en la que daba cuenta del «desfavorable resultado» de la corrida además de diversos factores que, a su juicio, pudieron restar público.

El hermano mayor de la Misericordia, a calzón quitado, ponía en un brete a Andrés Gago al espetarle que Luis Miguel había contribuido con ¡25.000 pesetas! y que Calerito había cobrado sus honorarios «íntegramente»… Los ganaderos también fueron interpelados en el mismo sentido sin demasiado éxito dejando un poso de decepción que aún recuerda Pilar Melguizo , hermana número 1 de la corporación de San Pedro, sentenciando que «aquello fue un pequeño desastre que sólo se arregló gracias a Luis Miguel».

Cartel de la corrida que organizó la Misericordia en 1951 ABC

Pero a la cofradía del Miércoles Santo aún le quedaron ganas de meterse a labores empresariales taurinas organizando un festival tres años después, el 31 de octubre de 1954 . Aquel año se había producido el primer relevo en el gobierno de la Misericordia. Francisco Melguizo ya había cedido la vara de mando al platero Manuel Hernández mientras la corporación seguía inmersa en la dignificación de su flamante titular mariana, que aquel mismo año, el Domingo de Ramos, había recibido con toda pompa la preciosa corona que le había labrado Rafael Peidró.

Pero había que seguir recabando fondos para bordar el paso de palio y, con ese panorama, volvió a organizarse ese nuevo festejo que no ha dejado rastro alguno en el archivo de la cofradía. Sabemos que el cartel reunió a los novilleros Manolo Segura, Manolo de la Haba -de la dinastía Zurito- y Rafaelín Gago, hijo del célebre periodista del mismo nombre -pareja literaria de José Luis de Córdoba- y padre del novillero de los 80.

Tenían que despachar un envío del g anadero cordobés Francisco Amián Costi . No faltó un paseo de coches de caballos con bellas señoritas de la sociedad cordobesa de la época luciendo belleza, juventud y mantilla blanca, como una jovencísima Pilar Melguizo, que como el resto de las ‘presidentas’ fue esperada en el ruedo por un plantel de ‘pollos’ de la época que ejercieron de acompañantes hasta que las damitas se acomodaron en su palco.

El malagueño Manolo Segura -que era el novillero de moda- estuvo a punto de cortar la oreja de su primer novillo y abrevió con el segundo. También destacó la voluntad de Manolo Zurito, «aunque fue poco lo que pudo hacer», según la reseña publicada en ‘El Ruedo’ que alababa la decisión y la valentía de Gago, que cosechó ovaciones. ¿Quedó algo en las arcas de la corporación? No debió ser mucho a tenor de las tremendas curvas económicas que se avecinaban. Pero ésa es otra historia…

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