Pasión en Córdoba

Revista 'Pasión en Córdoba' 2021 | Flores, la ofrenda de la naturaleza

Las especies vegetales que adornan los pasos y se disponen a los pies de las imágenes en los templos unen la estética con la tradición y el simbolismo, pero también tienen reglas a las que atenerse

Iris morados y pitas en el paso del Cristo de la Expiración Álvaro Carmona

Joaquín de Velasco

El adorno floral acompaña a nuestros titulares no sólo en su estación de penitencia , sino también en sus actos de culto interno, e incluso a diario en su capilla o altar. Desde la más artística composición en las ánforas de un paso de palio o el friso de un paso de misterio, hasta la anónima ofrenda devocional de un ramo a los pies de un crucificado. Pero, ¿influye la liturgia en su uso? ¿En qué momento y lugar no resulta apropiado el adorno con flores? ¿Cómo se originaron los principales tipos de exornos florales?

La respuesta a las primeras cuestiones sorprenderá a algún lector por cuanto contraviene algunos usos frecuentes en cofradías. Efectivamente, el uso ritual de las flores se debería regir por los tiempos litúrgicos, y así la ‘ Instrucción General del Misal Romano ’ indica que no tendrían que estar presentes en los altares durante la Cuaresma, excepto el Domingo Laetare, el cuarto de este tiempo de litúrgico, en que las casullas pueden ser rosas, y no moradas.

Tampoco en el día de los difuntos , y se aconsejaría moderación en Adviento. Por el contrario se espera que las flores desborden los presbiterios en el Domingo de Pascua , por lo que se hablaba de «Pascua florida» al referirse a la octava pascual en el antiguo catecismo. El libro litúrgico ‘Ceremonial de los Obispos’ prescribe que «…No se adorne el altar con flores desde el Miércoles de Ceniza hasta el himno Gloria a Dios en el cielo de la Vigilia Pascual , ni tampoco en las celebraciones de difuntos, aunque se exceptúa el Domingo Laetare y las solemnidades y las fiestas». Además de los casos citados, el Ceremonial aconseja su colocación en torno a la reserva el Jueves Santo y en la exposición del Santísimo durante las adoraciones eucarísticas.

La Inmaculada Concepción, con piñas de claveles blancos Valerio Merino

Y es que la flor, con su belleza, aroma y colorido, posee una rica carga simbólica. Es una ofrenda que expresa homenaje y esperanza. Es también muchas veces signo de alegría . Las flores manifiestan la perfección de la obra creadora y anticipan el paraíso. Por eso su ausencia en tiempos penitenciales y preparatorios encierra también un mensaje, por contraposición con la exuberancia festiva y alegre de la Navidad y la Pascua .

Sin embargo, en Cuaresma, los altares de quinarios y los montajes de besamanos y besapiés de nuestras hermandades se adornan con flores, en algunos casos de forma muy generosa. Una posible justificación estaría en la excepción referida de las fiestas y solemnidades . Así, los días de culto de la cofradía se equipararían en su sede canónica a una fiesta del calendario litúrgico.

Lateral del palio de la Virgen de la trinidad, que combina varios colores Roldán Serrano

En otras ocasiones existen motivos pastorales que pueden justificar la excepción. Por ejemplo, recientemente, la hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte solicitó consejo a su dirección espiritual sobre la conveniencia de adornar profusamente la capilla durante el Adviento con flores de pascua adquiridas en un invernadero de una organización que trabaja por la integración de jóvenes con discapacidad intelectual. Se pretendía con ello ayudar económicamente a esa entidad y además poner de relieve su labor. La Compañía de Jesús , que rige la colegiata de San Hipólito, entendió que el motivo justificaba la excepción a la norma, por lo que vio con buenos ojos esta decoración.

No existe una norma estricta sobre los colores o las variedades florales que deben usarse para fiestas determinadas, ni se distingue la variedad en función de si se dedica a Cristo, a la Virgen, o a santos y mártires. Sin embargo sí se hace hincapié por parte de la mayoría de liturgistas en que se evite la utilización de flores artificiales . La razón es que la flor artificial encierra una falsedad. Parece algo auténtico sin serlo, y la liturgia y cuanto la rodea debe buscar, también en sus signos y símbolos, la autenticidad y la verdad.

El Señor de la Pasión, con flores rojas Rafael Carmona

Los floristas más afamados siempre han comentado que lo importante de una composición floral para un paso es conocer el carácter de la cofradía . Si ésta es más clásica o más popular, tradicional o innovadora. Este conocimiento de los rasgos de cada cofradía hace que determinadas imágenes se asocien de forma casi indefectible con un tipo de exorno o una variedad de flor, como las camelias del palio de la Virgen de la Concepción , el azahar del Desconsuelo cuando puede llevarlo, el clavel rojo con tallo largo del Señor de la Caridad , las pitas a los pies del Cristo de la Expiración, los espárragos del Cristo de Gracia, las ramas de espino que salpican desde hace años el misterio de Jesús Humilde en su Coronación de Espinas o los gladiolos en las esquinas de la Esperanza.

Cada flor, además, aporta un mensaje simbólico concreto . El azahar, con su aroma y blancura, simboliza la pureza inmaculada . También el lirio hace referencia a pureza y virginidad. La rosa habla de perfección. El color rojo de los claveles de muchos calvarios de crucificados representa la sangre redentora derramada por Jesús en su martirio, mientras que el morado es el color asociado a la Pasión y la penitencia.

En Córdoba había pasos de Cristo con flores blancas en el pasado, porque se recogían de los huertos y jardines cercanos y dependían de la disponibilidad que tuvieran

Tradicionalmente se ha utilizado mayoritariamente el blanco , o aquellos tonos cercanos a éste, como el color preferido para las imágenes marianas , por ser símbolo de pureza y santidad. Cualquier cofrade puede argumentar excepciones como las rosas de color rosa que ha llevado durante años la Caridad, o recientemente las piñas de variadas tonalidades, como el rosa o el salmón, con las que se han exornado algunos palios en sus últimas estaciones, como el de Rocío y Lágrimas . Sin embargo, aunque algunos exornos actuales siguen esa línea cromática, el blanco sigue siendo el color mariano por excelencia, sobre todo cuando realizan su estación de penitencia.

El paso del Señor de la Caridad, con claveles rojos Roldán Serrano

Aunque las hermandades sacramentales gustan de simbolizar ese carácter con el color rojo, es sin embargo el blanco el color de la Eucaristía . Blancas serán por ello las flores que adornan la custodia del Corpus En Córdoba es tradición la utilización de magnolias y rosas, pese a las dificultades que entraña la primera. Incluso alguna vez el paso de misterio de la Sagrada Cena ha recurrido a este simbólico color para su procesión.

No es nueva la utilización de este color blanco en pasos de Cristo. Existen fotografías antiguas del Rescatado, Humildad y Paciencia y Amarrado e incluso el Santo Sepulcro -en la época de la antigua cofradía de los Caballeros- con flores muy claras, probablemente blancas. La razón en estos casos puede ser más prosaica, aunque no exenta de la belleza de lo sencillo. Los pasos se adornaban simplemente con flores de los huertos y jardines más cercanos , y su variedad y tono venían dictados por la disponibilidad.

Así, por ejemplo, las calas que adornaban la c lausura de numerosos conventos cordobeses fueron utilizadas en multitud de ocasiones para este fin. Por ese motivo, las composiciones florales más antiguas guardan cierto aire de naturalidad cercana a la improvisación. Los pasos de Cristo llevan flores con tallos más largos , que oscilan al moverse, incluso en la época en la que la mayoría se desplazaban a ruedas por las calles.

Flores blancas en el altar de la Virgen de los Dolores Valerio Merino

Los de Virgen muestran menos flores que en años posteriores, y sus jarras no siempre guardan una forma concreta. Con el tiempo, sin embargo, y en un proceso paralelo al seguido en la ciudad de Sevilla, van imponiéndose los ramos de forma cónica , que adquieren su forma enrollando las flores con un cordel a una caña, lo que va formando distintos estratos de menor a mayor tamaño. Posteriormente surgirán otras formas más redondeadas en las ánforas, y se iría homogeneizando la variedad floral. Tampoco era infrecuente en esa época una guirnalda en el respiradero. Recientemente, la salida extraordinaria del Arcángel San Rafael recordó este hecho.

Las imágenes de Cristo ofrecían una gran variedad en su composición. La Oración en el Huerto , por ejemplo, tenía en su antiguo paso una red o tela metálica que soportaba una gran variedad de flores dispuestas aparentemente sin orden determinado, que buscaba transmitir una imagen silvestre y natural, como recreando lo que debía de ser Getsemaní. También el paso de la Entrada Triunfal, y con el mismo objetivo, presentaba una gran diversidad de flores. Otros pasos de Cristo se adornaban con corchos, cortezas de árboles y hojarasca simulando un calvario. Últimamente se han podido ver recuerdos de esta costumbre en algunos altares de cultos de crucificados cordobeses. De todas formas, las flores que hoy se consideran más clásicas en cristos son el clavel rojo y el lirio o iris morado, que comenzaron a generalizarse en los años ochenta en Córdoba.

Las normas piden que no haya flores en Cuaresma; su uso en altares y bespaiés equipararía los cultos con las fiestas y solemnidades de este tiempo

Es esa época, los pasos de Virgen pasaron de la naturalidad primitiva al exceso desbordante . En muchos casos se trataba simplemente de ocultar carencias en orfebrería y bordado. En otros, emulación de las modas y tendencias de otras localidades. Así, a los grandes mazos de gladiolos no escaparon palios hoy considerados de corte clásico, como el de la Candelaria, y eran aún más evidentes en los considerados popularmente como «de bulla», como la Esperanza o la Piedad .

Otra de las grandes revoluciones en el exorno floral de ese momento viene determinada por una circunstancia técnica. Se populariza el uso de esponjas, y la flor deja en muchos casos de encañarse para ser simplemente pinchada con su tallo. Esto simplifica y acelera enormemente el montaje y abre un amplio abanico a la diversificación de formas en las piñas y también de variedades, ya que la esponja permite la incorporación de flores más delicadas que precisan cierto grado de humedad.

Misterio del Señor del Perdón Valerio Merino

Hoy en día lo habitual es que los pasos de Cristo que representan un calvario muestren toda su planta alfombrada de flor , mientras que otros pasos de misterio se limitan a un friso perimetral. Algunos además tienen ánforas en las que se ubican más flores. Está prácticamente desterrada en la actualidad una costumbre muy habitual en los años ochenta, en los que se situaba un friso corrido de flor en la cornisa del paso que separa el canasto de los respiraderos. En los pasos de palio la flor se concentra principalmente en las ánforas de los entrevarales y en los violeteros del frontal. También es habitual realizar pequeños buqués que se sitúan entre los soportes anteriores, y en algunas ocasiones, también en las esquinas.

Respecto a los estilos actuales , se aprecian dos líneas claramente diferenciadas. Por un lado están las cofradías que guardan una línea clásica en este aspecto, con montajes florales más contenidos, normalmente de una sola tonalidad, aunque puede combinar dos o tres variedades . A este estilo responden entre otros los pasos de Buena Muerte, Sentencia, Misericordia, Calvario, Vera Cruz, Císter y Expiración, entre otros.

Paso del Señor Amarrado a la columna Roldán Serrano

Y un segundo estilo, más audaz y rupturista, representado por la combinación de variedades y colores diversos, que los floristas de hoy sitúan con innegable maestría . Sería por ejemplo el caso de las composiciones de Pinsapo para la hermandad del Perdón o el palio de la Encarnación, del sevillano Javier Grado en los pasos de la Santa Faz, Sagrada Cena o Resucitado, y la floristería Los Patios en la hermandad de la Merced o los cultos de la Quinta Angustia.

Los liturgistas insisten en evitar las flores artificiales, porque la liturgida debe buscar, también en sus signos y símbolos, la autenticidad y la verdad

Por último, no debemos dejar de reflejar dos curiosas excepciones en los pasos de nuestra Semana Santa. Por un lado el crucificado de la Universidad , que se muestra en su pequeño paso clavado sobre un simulacro de roca, con una decoración vegetal limitada a una escueta presencia de algunas flores en los límites del canasto. La segunda singularidad es el soberbio paso de la urna del Señor del Santo Sepulcro , caracterizado desde su primera salida el Viernes Santo de 2007 por la ausencia absoluta de flor viva.

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