Pasión en Córdoba

Revista 'Pasión en Córdoba' 2021 | Fernán Núñez, pasión con acento propio

El pueblo celebra su fiesta entre saetas y en torno a once cofradías, desde la de Nuestro Padre Jesús hasta las más recientes, y presume de tener entre sus imágenes las obras de tres de sus hijos escultores

Jesús Caído sale de la iglesia de Santa Marina en la mañana del Jueves Santo en Fernán Núñez Archivo Pedro Laguna
Luis Miranda

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La Semana Santa es muchas cosas, pero por encima de todo es la forma en que un pueblo ha tomado un hecho de resonancias mundiales, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, para interpretarlo a su forma y celebrarlo también según su propio sentir. Un pueblo puede querer decir un grupo humano más o menos ancho con unos valores compartidos o un núcleo de población en torno a una parroquia y un Ayuntamiento.

Fernán Núñez se nutre del mismo aire que Córdoba, La Rambla, Montilla, Montemayor, Aguilar o Castro del Río, y por lo tanto su Semana Santa tiene cosas en común, y otras distintas, con estos lugares, pero también tiene el acento propio que le dan algunos rituales y sobre todo tres de sus escultores que nacieron allí y que hicieron algunas de sus imágenes.

Los incontrolados tomaron el mando en los primeros días de la Guerra Civil y entonces saquearon casi todas sus iglesias y quemaron las imágenes que habían protagonizado la Semana Santa hasta entonces. Perecieron entonces Nuestro Padre Jesús , la imagen más venerada, que había llegado en el siglo XVII, y las demás que habían salido en aquellos años, como la Virgen de los Dolores , el Señor del Huerto o el Cristo de la Peña.

En esos primeros años se recurrió a escultores de Córdoba o Sevilla para reponerlas, pero pronto emergió uno de los primeros escultores. Francisco Bonilla Villalba (1919-1979) nació en Fernán Nuñez, se formó en Córdoba, Sevilla y Madrid y sólo sus problemas crónicos de salud frenaron una carrera en que demostró mucha personalidad.

En 1955 donó a su pueblo el Santísimo Cristo de la Buena Muerte , una honda imagen de Jesús muerto en la cruz que muestra las huellas de un intenso sufrimiento en los ojos todavía entreabiertos sin renunciar a la dulzura y unción.

El Cristo de la Buena Muerte, en la madrugada del Sábado Santo Archivo Pedro Laguna

El tono verdoso de la policromía, propio de los cadáveres, era para muchos de sus paisanos, que lo conocían, una especie de retrato de su propio sufrimiento. Su procesión recorre las calles en silencio, sólo roto por el cornetín que anuncia las estaciones del Vía Crucis, a partir de la medianoche del Sábado Santo.

Seis años más tarde llegó Jesús Caído , que hizo inmortal su nombre y que impactó en Fernán Núñez y en toda la provincia. Francisco Bonilla plasmó al Señor vencido por el peso de la cruz y con la mano derecha apoyada en una piedra, con el gesto tierno de quien pide ayuda y sin embargo con la unción del que reparte fuerzas entre quienes le acompañan en la mañana del Jueves Santo.

El otro escultor de Fernán Núñez en el siglo XX fue Juan Polo Velasco (1923-2017), que fue discípulo de Mariano Benlliure y trajo a su pueblo su aprendizaje de las tendencias figurativas de su época. En 1960 hizo a la Virgen de la Paz y Esperanza , de hondo dolor y ojos muy grandes y expresivos.

Es titular de la cofradía del Huerto , que en 1979 le pidió la imagen del Señor. Allí plasmó toda su personalidad: rasgos monumentales, especialmente en las manos, y mucha expresividad. Su cofradía nació en el siglo XVII en el desaparecido hospital de la Caridad y ahora sale el Domingo de Ramos.

Juan Polo es autor también del Señor Resucitado , que se bendijo en 1995. El Cristo de la Promesa , que preside el retablo mayor de la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas, no sale en Semana Santa, pero es testimonio de su credo artístico. A la lista se ha sumado otro escultor vivo, Juan María Vargas (1972), autor de la Virgen del Rosario de la cofradía de la Borriquita y del misterio del Señor de las Penas .

María Santísima de la Paz y Esperanza, en su paso de palio el Domingo de Ramos en Fernán Núñez Archivo Pedro Laguna

Fernán Núñez presume de sus hijos escultores cuando celebra una Semana Santa que se reza en el melisma de las saetas , cantadas con magisterio riguroso y buen gusto, que sus imágenes reciben desde las aceras y los balcones.

Muchas son para Nuestro Padre Jesús, que sale a las ocho de la mañana del Viernes Santo para hacer volver el tiempo de las procesiones antiguas en que se escenificaba un encuentro en la plaza de Armas, frente al Palacio. No quedaron sus imágenes, porque el Señor y la Virgen de la Soledad son obra del sevillano Manuel Cerquera, pero sí la cruz de ébano y plata y la túnica de cola bordada en oro.

La alegre procesión de la Borriquita abre la Semana Santa en la mañana del Domingo de Ramos con muchos niños vestidos de hebreos. El Lunes Santo sale la cofradía de la Coronación de Espinas y la Virgen de las Angustias. El Martes Santo salen el Señor de las Penas y la Virgen de las Lágrimas, ambas obras de Luis Álvarez Duarte .

El Miércoles Santo es la estampa única del Cristo de la Humildad y la Virgen del Tránsito , una de las imágenes más veneradas, saliendo de la ermita del Calvario y cruzando la carretera para llegar al pueblo.

Tradicional es también la procesión de la Virgen de los Dolores, obra de Juan Martínez Cerrillo para una de las cofradías más antiguas, y que pasea su manto de estrellas el Jueves Santo desde la Vera Cruz. Poco después de que llegue, ya en la madrugada, el Cristo del Perdón y la Pobreza comienza su procesión a hombros de sus hermanos, en silencio y escoltado por antorchas. Uno más de los contrastes de una Semana Santa de acento propio que se anuncia con el canto del Pregón de Pilatos.

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