Pasión en Córdoba

Revista 'Pasión en Córdoba' 2021 | El Cielo dentro

Los cofrades hemos de recordar, más que nunca, que sabemos el final de esta historia que cada año contamos en la calle

Dibujo de Estrella Fernández-Martos para la revista 'Pasión en Córdoba '2021 Estrella Fernández-Martos

Estrella Fernández-Martos

Si el año pasado fue el del estupor y no saber qué estaba pasando, este es el de la certeza, pues no hay duda de que esta Semana Santa no la conmemoraremos los cofrades como nos gusta, como sabemos. Vamos sumando semanas y parece que estamos viviendo una Cuaresma de más de doce meses, y contando. Qué largo se está haciendo este período penitencial, ¡ni domingo de gaudete nos están concediendo!, ni un día de recreación en la meta, de alivio en la espera.

Cuántas veces nos echaron en cara a los cofrades el punto festivo de nuestra conmemoración de la Pasión de Cristo , las mismas que respondimos: «Notas alegría en todo momento porque no perdemos de vista el final de esta historia», pues, si bien es cierto que hasta el rabo todo es toro, la Semana Santa no culmina hasta que la Resurrección abre definitivamente las puertas de la eternidad para todos. Es cierto, así lo defendemos desde la Cruz de Guía hasta el último músico de una cofradía, del cuerpo de acólitos a los penitentes, del nazareno de luz a la presidencia, del celador al costalero. Todos, aunque algunos no sean conscientes de la profundidad de su labor en sus primeros años de participación, y sólo parezca un rato agradable con los amigos o discutiendo con los hermanos de la hermandad del barrio vecino, todos, hablan del paso de Jesucristo en la tierra como uno de nosotros. Ya sea de blanco o de negro, vistiendo mantilla o traje, quien participa en una procesión viste una tradición y una doctrina que ordena una vida o, al menos, acompaña el desorden de nuestra propia existencia.

Este año no olerán a incienso las calles, ni al seco de nuestras hermandades de silencio ni al afrutado de las más festivas. No se verán blondas ni terciopelos , capirotes, túnicas, ni guardabrisas, ni bambalinas, no habrá costales ni esparto, ni pequeños de roquete aprendiendo qué es eso de heredar su propia historia. Quizá se vean algunos estandartes camino de la Catedral en representación de todos, quién sabe. Pero para los demás, esta luna de Nisan tendrá que alumbrar las nubes de incienso en el interior de los templos a través de sus rosetones. El mismo humo oloroso que nos recuerda que no habrá muros ni campanarios que frenen una plegaria porque el mismo Dios está ahí.

Los cofrades hemos de recordar, más que nunca, que sabemos el final de esta historia que cada año contamos en la calle. Que esos años disfrutados con nuestras procesiones nos conducen hoy al interior de nuestros templos, a nuestra casa, y que elevar la mirada a nuestros Titulares, que en la calle nos lleva al cielo, nos llevará hoy a esa fuente de luz que destaca entre la candelería, a toda la eternidad dentro del Sagrario. Así pues, también este año, cómo no, a pesar de todo, permítanme desear a mis hermanos en Cristo, una buena Estación de Penitencia .

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