La representación de Jesús con cuatro clavos

La iconografía de Jesús crucificado es una de las más repetidas dentro del orbe católico, no sólo por el significado tan importante que tiene para los cristianos, sino que también porque se trata del momento culmen de la pasión de Jesús de Nazaret. Una representación donde Cristo suele aparecer fijado a la cruz por medio de tres clavos; uno en cada mano o muñeca y uno para los dos pies. Sin embargo, también se da el caso de representaciones donde cada pie tiene su propio clavo.

De esta forma tan característica lo representó por ejemplo uno de los pintores españoles más importantes de todos los tiempos, el sevillano Diego Velázquez , en una de sus obras más carismáticas, el «Cristo Crucificado» o «Cristo de San Plácido» . En el terreno de la escultura, el reconocido escultor jiennense Juan Martínez Montañez hizo lo propio con el «Cristo de los Cálices» , que se veneraba en la Catedral de Sevilla. Sin embargo, Montañés no repetiría esa iconografía en el Crucificado de los Desamparados, que tiene una morfología parecida al de los Cálices pero con un solo clavo atravesando sus pies.

En Córdoba también existen representaciones de Jesucristo con cuatro clavos. El ejemplo más conocido es el de una imagen muy popular para los cordobeses; el Cristo de los Faroles . Y es que el Crucificado situado en la icónica Plaza de los Capuchinos aparece con un clavo en cada una de sus manos y un clavo en cada uno de sus pies. Asimismo, el Santísimo Cristo de las Lágrimas del Figueroa, obra de Miguel Arjona, aparece representado también de esta forma. Así las cosas, cuando el Crucificado se incorpore a la nómina de hermandades que procesionan en Semana Santa de la ciudad será la primera imagen procesional que cuente con estas características.