LA CUARESMA EN ABC

«Quería encontrar el alma de Córdoba»

El creador sevillano ha logrado una rarísima unanimidad y ha conseguido tocar el corazón de los cofrades

Fernando Vaquero, cartelista de la Semana Santa 2020 Rafael Carmona

Álvaro R. del Moral

El pintor y cartelista sevillano Fernando Vaquero asombró al mundillo cofrade –dentro y fuera de Córdoba- con la reivindicación de la obra de Julio Romero de Torres, adaptada a la función de un cartel que ha marcado un hito dentro de la historia de la especialidad. Vaquero reinterpretó el cuadro «La Saeta» para el cartel de una Semana Santa que se ha visto cruelmente castigada por el coronavirus y empleó el particular universo sensorial de la Hermandad de Ánimas.

Lo raro es presentar un cartel y que no haya la más mínima crítica…

Sí, la verdad es que no me lo esperaba. La premisa que me marqué fue encontrar el alma de Córdoba y que la respuesta del público en torno a ese cartel fuera… esto es Córdoba. En esa búsqueda di con la estética de Julio Romero de Torres . Me daba un poco de medio por ese trasfondo erótico que también tiene, pero decidí jugármela a ver si Córdoba también hacía suya esa idea. Lo captaron a la primera y lo hicieron suyo. No puedo estar más satisfecho.

Y ahí apareció la hermandad de Ánimas…

Había tenido la suerte de recibir carta de total libertad por parte de la Agrupación de Cofradías pero cuando me encontré con esa impronta creí hallar una hermandad de tres o cuatro siglos y decidí apostar por ella. Luego me di cuenta de que, entre los dos titulares, fue un acierto elegir a la Virgen de las Tristezas porque nunca había protagonizado el cartel de Semana Santa.

Esa estética tenebrista, marca de Ánimas y evocadora de la obra de Valdés Leal, se ha maridado perfectamente con la atmósfera de Romero de Torres…

Completamente. Es un hallazgo estético que yo he encontrado. Me he topado con esa belleza. Decidí contarla y ha funcionado.

¿Le ha resultado complicado pedir prestado ese traje estético?

La producción religiosa de Julio Romero de Torres es mucho más escasa que su dedicación a la mujer o el costumbrismo. He tenido que hacerme con el catálogo completo de Julio Romero para identificar poses, movimientos, miradas… que me sirvieran a mí para contar tan dramático y tan doloroso como es la Pasión de Cristo, la Semana Santa . Me ha costado muchísimo. De hecho, la chica que está a la derecha de la Virgen no es de Julio Romero pero necesitaba una pose que acompañara la escena de duelo que yo quería contar.

El cuadro inspirador, «La Saeta», está muy ligado al imaginario de la ciudad. Está reproducido en azulejos en la mismísima plaza de Capuchinos.

Todo los cordobeses habrán pasado por allí muchas veces y seguro que les queda en el subconsciente y al verlo reproducido en un cartel seguro que ha habido una conexión con sus tradiciones, con su infancia, con la veces que han pasado por allí…

Este cartel ha llegado detrás del de la Semana Santa de Sevilla y justo antes que el de las fiestas de primavera. No deja de ser una sobreexposición para el artista.

Son muchos riesgos en muy poco tiempo. Esta Cuaresma he tenido que presentar siete carteles que no dejan de ser siete riesgos. Siempre se puede meter la pata pero están gustando muchísimo. Pero soy una persona a la que no le gusta salir mucho . Soy muy familiar; estoy cómodo encerrado y trabajando en mi estudio y me gustaría volver a la normalidad.

Hablábamos del alma de Córdoba. Hasta ahora sólo se había asomado en un único cartel: el de Ginés Liébana. Se trataba de rescatar esa Córdoba íntima, culta, casi secreta…

Es que esa es la esencia de la Semana Santa de Córdoba . Este cartel quiere representarlo. Yo he tenido luego mucho contacto con la hermandad de Ánimas, especialmente con su hermano mayor, José Ignacio Aguilera. He podido hablar de esa estética tenebrista, de la evocación de Valdés Leal y voy a entregar a la hermandad el boceto original del cartel que ahora, por cierto, se encuentra en San Lorenzo. Además tengo la invitación y la mano tendida a ver la cofradía el Lunes Santo y desde dentro. Francisco Gómez Sanmiguel estaba enfadado conmigo porque decía que a él nunca le habían invitado a verla. Tengo que aprovechar esa oportunidad.

La Semana Santa no sería nada sin ese ejercicio de memoria…

No podemos evitar recordar a nuestros mayores y los momentos que hemos vivido. En Navidad sucede algo parecido. Es una fiesta muy nostálgica.

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