Tribuna Libre

'La primera bajada del Bailío', por Enrique Garrido Poole

El autor relata cómo fue la decisión de que el Cristo de la Expiración usase la escalinata urbana por primera vez

Primera bajada por la Cuesta del Bailío en 1959 ABC / Enrique Garrido Poole

Enrique Garrido Poole

Uno de los mayores, típicos y emocionantes momentos de la Semana Santa Cordobesa es la bajada de los pasos de algunas hermandades por la Cuesta del Bailío . Lo que pocos recordarán, y muchos no saben, es que dicho evento procesional se produjo por primera vez en 1959 protagonizado por la hermandad del Cristo de la Expiración . Como fui protagonista, en parte, de aquel evento, y antes de que tenga que rendir cuentas, no quiero que quede en el olvido.

La hermandad del Cristo de la Expiración, llamada entonces de ‘Los Estudiantes’ , a la que me afilié con 16 años en 1946 junto con otros amigos como Alfonso Gómez y Antonio Gala , por insistencia de su hermano mayor, Pedro Moya Cerezuela, era una de las más antiguas de Córdoba. En un principio, siglos atrás, salía en procesión el Viernes Santo y con la remodelación que se hizo después de la Guerra Civil, nos adjudicaron salir en procesión el Martes Santo.

Pues bien, ese día de 1959 , a las diez de la noche, hora de salida oficial de prácticamente todas las cofradías, llovía a mares, por lo que decidimos suspender, como es lógico, la salida. Toda la ilusión, el trabajo y el esfuerzo que habíamos puesto en poner en marcha en aquella época nuestra salida procesional se vino abajo, y nosotros estábamos desconsolados.

El hermano mayor Fernando García Courtoi, otros directivos, los hermanos Lubián, Rafael González-Ripol l y otros de los que no recuerdo el nombre, y yo, que era el secretario general de la hermandad, decidimos suspender la salida y, con toda la amargura de nuestras ilusiones destrozadas, nos fuimos a la taberna de los Hermanos Guzmán, que estaba al lado de la cofradía.

Por aquel entonces, las hermandades salían sobre las diez de la noche y se recogían de madrugada, y nosotros, ya avanzada la noche, nos reunimos en dicha taberna para decidir qué hacer. El Montilla-Moriles hizo que nuestra ilusión y deseo de salir superaran todas las dificultades y, de pronto, decidimos que saldríamos a procesionar el Jueves Santo.

Cargadores del muelle de Sevilla

Llamamos por teléfono a la Asociación de Cofradías para comunicarle nuestro deseo pero, en aquel momento, se nos negó radicalmente pues iba en contra de otras cofradías. Nos dijeron que si queríamos salir, lo hiciéramos por nuestra cuenta , sin dar carácter oficial a dicha salida, y mucho menos hacer el recorrido de la carrera oficial, que era por Claudio Marcelo, las Tendillas, Gran Capitán y Avenida del Generalísimo. Ante tal dificultad, don José Gálvez, comisario de policía y capataz de nuestros costaleros, dijo que él se comprometía a sacar el paso por otro itinerario .

En aquella época, la mayoría de las cofradías cordobesas llevaba sus pasos sobre ruedas, y pocas llevaban costaleros. Don José Gálvez tenía un equipo de costaleros , prácticamente todos cargadores del muelle de Sevilla , que venían en autocar a sacar los pasos a Córdoba.

Entonces, decidimos todos salir el jueves con un itinerario particular. Y allí, en la taberna, decidimos cuál sería sin incidir ni obstaculizar el de la carrera oficial , por lo que éste iría por la calle Alfonso XII, San Miguel y la Plaza de los Dolore s. Y entonces ocurrió la gran aventura. Don José Gálvez dijo que él se atrevía a bajar por la Cuesta del Bailío , cosa que a todos nos pareció una temeridad .

El Cristo de la Expiración bajando el Bailío en 1959 Enrique Garrido Poole

Pero él insistió, diciendo que sus costaleros serían capaces de hacerlo. Así lo decidimos ante tal rotundidad. Al día siguiente, Gálvez, el hermano mayor y un servidor, nos dedicamos a visitar e inspeccionar el itinerario, por las posibles incidencias con los cables eléctricos y faroles, llegando hasta la Cuesta del Bailío, donde nos quedamos sorprendidos ante la determinación de Pepe Gálvez de que él bajaría el paso del cristo, y así lo decidimos.

Hasta entonces, no había habido ninguna cofradía que hiciese tal itinerario, y a muchos les pareció una auténtica locura , pero el jueves, a las diez de la noche, salimos decididos a dar el ‘campanazo’. Nos acompañaban tres cantaores de saetas en nuestro itinerario: El Terremoto, El Finito y Miguel, y, desde un principio, empezamos a notar que la gente estaba afluyendo a nuestro itinerario, fuera de lo oficial . Sin dificultades llegamos hasta la Plaza de los Dolores, y nuestra sorpresa fue que estaba abarrotada de gente, y cuando llegamos a la Cuesta del Bailío, aquello fue, auténticamente, un espectáculo.

En aquel entonces, la cofradía desfilaba con las colas de las túnicas arrastradas por la calle, y cuando llegamos al principio de la cuesta, era tal la aglomeración de la gente que hacía imposible que la cofradía continuase su camino. Como mayordomo, ordené que todas las colas se recogieran, y así empezamos la bajada del Bailío. La multitud era impresionante, se había volcado todo Córdoba en aquel acontecimiento que por primera vez ocurría en la Semana Santa, y estábamos algo desorientados porque, como no era carrera oficial, la policía urbana no nos había prestado ayuda alguna.

Un espectáculo impresionante

Fue terrible la aglomeración, los empujones y el mezclarse la gente con los cofrades. A todo esto, Don José Gálvez comenzó a dar órdenes para cada escalón que bajaban los costaleros, ovacionados por el gentío. A la mitad del recorrido, Fernando le dijo a Pepe Gálvez: « Veinticinco pesetas por cada escalón más que bajen ». Entonces, los costaleros cobraban 200 pesetas por cada salida procesional.

Aquello fue verdaderamente un espectáculo impresionante y magnífico, porque, en medio de toda aquella algarabía, las saetas de nuestros cantaores ponían un silencio sepulcral en la bajada de los costaleros. Llegamos a San Pablo a las tres de la mañana, totalmente deshecha la cofradía en su organización, pues el público de Córdoba nos había desestructurado toda la formación.

Nuestra osadía y valentía en dar un motivo más de singularidad a la Semana Santa tuvo su réplica en otras cofradías que han seguido nuestro itinerario. Pero, que quede claro y contundente, que fue el Cristo de la Expiración, Los Estudiantes, la que dio el pistoletazo de salida .

(*) El autor es abogado y el hermano más antiguo de la hermandad de La Expiración

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