La Entrevista

El Pele: «Cantar la saeta no tiene que ver con lo monetario»

El cantaor flamenco explica sus vivencias en la disciplina jonda de las procesiones

El Pele, en plena saeta RAFAEL CARMONA

R. C. M.

Manuel Moreno Maya «El Pele» es uno de los grandes nombres del flamenco en Córdoba. Ha vendido miles de disco, pisado incontables escenarios y cantado a numerosas procesiones como saetero que siempre ha sido. En esta entrevista recuerda cómo empezó, dónde se siente a gusto para cantar y cuáles fueron los nombres que le influyeron.

Es mundialmente conocido El Pele cantaor de flamenco, pero ¿hay un Pele saetero?

Siempre he sido un poco bohemio y errante , y toda la vida me ha gustado ir en zapatillas, recorrer las calles y no tener un sitio donde cantar. Prefiero hacerlo en una callejita estrecha, sin apenas luz. El tiempo y las creencias cambian pero nunca los sentimientos. Sabemos que es una talla, a la que algunos llaman un trozo de madera, pero cada uno tenemos nuestras creencias y sentimientos.

¿Qué recuerdos tiene de su infancia relacionados con la saeta?

Recuerdo cuando mi tío nos llevaba por los pueblos, donde nos llamaban para ganarnos 800 pesetas que nos lleváramos a casa. Puede decirse que empecé como la mayoría de los saeteros.

¿Ha cantado en muchos pueblos?

Pues casi en todos los de Córdoba. Baena, Cabra, Lucena, Montemayor … También es verdad que nos llamaban de Alicante y de otros muchos sitios. Lo tomaba como algo personal y pienso que hay que cantar saeta cuando se siente y no tiene nada que ver con lo monetario. He salido muchas veces solo y cuando la gente me veía se venían detrás de mí pensando en que iba a cantar. Pero, si no era el momento y no veía esa magia, no cantaba. Incluso ha habido años que no he cantado.

Al Caído le ha cantado mucho. ¿Es al que le tiene mayor devoción?

No, cualquiera es bueno. He estado muchos años también con el Señor de la Pasión , con el de Ánimas y con el de Salesianos . Me viene a la cabeza ahora ese bar que había en la esquina de la calle San Fernando. Ahí se formaba una buena «pelotera» de saeteros. Chaparro, la Talegona, Séneca... En Capuchinos también se formaba algo parecido. Recuerdo que el capataz dejaba allí al Cristo para que le cantáramos.

¿Se llevan bien con los capataces?

El capataz no tiene que encerrar al Cristo cuando él quiere. El buen capataz es el que lo permite, porque hay muchos compañeros que no han podido cantar porque el capataz no se lo ha permitido. Una vez, recuerdo, que mandé una nota al periódico contando precisamente esto. No debe ser así. Tiene que ser capaz de dejarnos cantar de madrugada, porque así se hace pueblo.

¿Qué le parece la Semana Santa de Córdoba?

Es una maravilla y sobre todo me encanta cuando hay hermandades que siguen pasando por callejitas. La Semana Santa de Córdoba es una de las joyas de Andalucía.

El Pele: «Cantar la saeta no tiene que ver con lo monetario»

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