La Cuaresma en ABC
El patero del viernes | 'Números', por Antonio Varo
En los inicios, quizá hay que trabajar menos en soñar con un paso de misterio y dedicar más sofocones a formar y ampliar un grupo de personas comprometidas
A todos nos gusta ver las filas de nuestra cofradía bien nutridas de nazarenos , en la misma medida en que sentimos tristeza cuando vemos cortejos poco numerosos. El número de nazarenos es importante, qué duda cabe, y reconforta ver aumentar la longitud de las hileras. Sin embargo, y es una modesta opinión, no todo vale.
En un extremo, no es de recibo −bajo ningún concepto−, que haya cortejos nazarenos en Córdoba con menos de 150 capirotes (o encapuchados), como tampoco lo es que, a veces, el número de costaleros supere al de nazarenos.
Tampoco es de recibo, en el otro extremo, que cofradías nutridísimas de túnicas y capas, que hacen de su elevado número una cuestión de honor, tengan virtualmente deshecho su cortejo cuando les quedan aún doscientos metros para llegar a su iglesia. Los tres supuestos que acabo de citar se dan y los he visto, por desgracia, en una ciudad como la nuestra.
Por otra parte, hace unos días me llegó la noticia de que una pro-hermandad de Córdoba, de ésas que salen antes de Semana Santa o fuera de ella, estaba buscando 'nazarenos' (que no hermanos) para su procesión ' de vísperas ' y se estaba dedicando a pedir favores a hermanos jóvenes de otras cofradías. «Tienen muy poca gente, los pobres», me dijo mi informante con un punto de conmiseración en sus palabras.
Lo siento mucho, pero sacar el argumento de «qué pobrecitos somos» o «estamos empezando» me parece absolutamente impresentable y es un síntoma, desde luego, de lo artificial y lo fácil que es hoy día poner en marcha un «proyecto de Hermandad» pensando sólo en pasos (de misterio , claro), bandas y costaleros.
En los inicios de una cofradía, a lo mejor hay que trabajar menos en soñar con un paso de misterio que tardará décadas en terminarse (si se termina) y dedicar más tiempo y sofocones a formar y ampliar un grupo de personas comprometidas , conscientes y responsables.
Todo esto lleva a lo que ya he dicho muchas veces: por más que su número sea un referente que todos quieren elevar, los grandes olvidados de la Semana Santa y de muchas cofradías son los nazarenos, sin tener en cuenta que ellos y sólo ellos son los protagonistas humanos de la fiesta. Cuando nos damos cuenta tarde de que esto es así, vienen las prisas, los chantajes afectivos y la petición de favores. «Pobrecitos».
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