LA CUARESMA EN ABC
El patero del viernes | Museo, por Antonio Varo
La idea de exponer un patrimonio que por naturaleza tiene que moverse no es buena
El tema de un museo permanente de arte cofrade reaparece de vez en cuando en la lista de proyectos de la A grupación de Cofradías . Y lo hace, curiosamente, cuando -como en este año- se acerca una campaña electoral. Luego todo el mundo se olvida, y es mejor que así sea.
La primera vez que se habló de un Museo de la Semana Santa fue en tiempos de Rafael Zafra , a finales de los 70. Se pensó en un espacio de la comunidad de Capuchinos, donde durante unos años hubo un colegio, que por entonces estaba inutilizado y que hoy acoge los pasos de las cofradías radicadas en el convento. Nunca más se supo del proyecto. Luego reapareció la idea con Francisco Alcalde , para ubicarlo en lo que hoy ocupa la llamada Casa Góngora; las buenas relaciones de Alcalde tanto con la alcaldesa Rosa Aguilar como con Miguel Castillejo, presidente de Cajasur, hicieron que la idea pareciera más posible. Pero tampoco se materializó, lo mismo que ocurrió con la propuesta que ubicaba la propuesta en el antiguo convento de Regina , ya con Gómez Sanmiguel y Nieto en Isaac Peral y Capitulares respectivamente. De Ambrosio ni hablamos, la nada no existe.
Afortunadamente ninguna de estas ideas se ha materializado. La idea, sencillamente, no es buena: se trata de exponer un patrimonio que, por su propia naturaleza, tiene que moverse y cambiar de sitio con frecuencia; además, con cierta lógica, no parece que las cofradías estén dispuestas a dejar que lo mejor de sus enseres esté en manos ajenas gran parte del año. Y si ese museo no contiene lo mejor, ¿para qué lo queremos?
Olvidémonos de entelequias. Si las personas en ningún sitio estamos como en nuestra propia casa, lo más probable es que ocurra igual con mantos, coronas, bordados en oro o respiraderos de orfebrería. Y dediquemos la energía a ideas y proyectos que puedan ser reales y positivos.
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