LA CUARESMA EN ABC
El patero del viernes: Erasmus, por Antonio Varo
Ahora, tras unos meses de su llegada a Córdoba, se dispone a ver el mundo a través de los agujeros de tela de un cubrerrostro de color blanco
Llegó de Erasmus el pasado mes de septiembre a esta ciudad de pasado grandioso, presente inerte y futuro incierto. Venía de los aromas de Provenza y de la calidez de la Costa Azul francesas. Pasaría entre nosotros, en principio, un curso académico, que visto desde el amplio futuro de su juventud sería tan sólo un año más de su fructífero currículum universitario .
Pero conoció también una hermandad, es decir, unas imágenes y unas personas. No faltó desde el principio a ninguna misa semanal, y aún recuerda las estrellas que brillaron en sus ojos cuando se encontró cara a cara con Ella , en el primer besamano a que asistía.
Era noviembre y la Reina de los Mártires desplegaba su belleza y su dolor en casa de sus súbditos. Quizá entonces decidiera probar esa experiencia de que tanto le habían hablado ya en esa cofradía que, poco a poco, se había convertido en su familia cordobesa.
Ahora se dispone a ver el mundo a través de los agujeros en la tela de un cubrerrostro blanco . Será para ella la primera vez, y sólo Dios sabe si también la última y la única. Es igual: ya está segura de que recordará toda su vida el estremecimiento de cruzar con sus hermanos la noble Catedral que fue Mezquita en tiempos pasados. Guardará silencio, y quedarán ocultos la sonrisa que dibujen sus labios o los brillos que broten de sus ojos en esos momentos.
Eso sí, verá que las calles que recorre a diario tienen otra dimensión y otra perspectiva. Sentirá el cansancio, el recuerdo y la esperanza . Y pensará en lo único que se puede y se debe pensar cuando una persona, novicia o veterana, recorre la ciudad bajo una túnica y un capirote: hablará con Dios y sabrá escucharlo bajo el bullicio del gentío y el dorado latir de las cornetas; rezará por su familia, allá en la Provenza perfumada de lavanda, analizará la breve trayectoria de su vida hasta ahora y pedirá, para el futuro, algo que no le faltará jamás: la ternura de la Madre Malva y Oro . Llegó de Erasmus en septiembre.