La Cuaresma en ABC
El patero del sábado | 'Manos añosas, nazarenos viejos...', por Álvaro R. del Moral
Esta sexa 'pata' es un homenaje a los nazarenos a los que nadie tiene que decir dónde está su tramo; que llegan al templo cubiertos y por el camino más corto sujetando otras manos menudas

Culmina, como en una vieja cuaresmera de la maravillosa ‘mananta’ de Puente Genil , esta serie de ‘patas’ que nos han conducido, un año más, a la antesala de una nueva Semana Santa. No, no podrá ser como las demás. Hace tres años que un capirote no apunta al cielo de Córdoba; que los pasos no abandonan el secreto de los templos…
Son demasiadas ilusiones aplazadas , especialmente las que se viven pendientes de esas vidas pequeñitas que descubren con asombro la grandeza de las cofradías, la verdad de las devociones y la fortaleza de tantas confianzas que no se quebraron en brazos de sus mayores.
Esa ilusión es el motor para seguir soñando, a pesar del tiempo transcurrido, con una celebración que nos esconde otras certezas. La lista de la cofradía, la cercanía a Jesús o su Madre también es una metáfora de la propia vida. Nuestros hijos salen a la calle en los primeros tramos envueltos en esa felicidad que otorga no saber casi nada.
Pero la existencia nos hace remontar los números en la lista sabiendo que cada salida es una más; también una menos. Seguramente ésa es otra de las grandezas de esa estación que aguardamos año a año para reencontrarnos con nosotros mismos, confinados en las celdas de nuestras túnicas .
Esta sexta ‘pata’ sólo puede ser un homenaje a los n azarenos viejos de Córdoba , a esas manos añosas que sujetan el cubrerrostro sobre el pecho con la naturalidad de lo que les es propio. A esos penitentes a los que nadie tiene que decir dónde está su tramo; que llegan al templo cubiertos y por el camino más corto sujetando otras manos menudas; que se marchan a casa en las primeras horas de la madrugada sin hacer ruido y sabiendo que han cumplido una pequeña pero maravillosa misión. Un año más.
No son muchos y seguramente tampoco son demasiado conocidos en la hoguera de las vanidades cofrades. Pero sí son el mejor espejo en que mirarse. No hay que olvidar que la Semana Santa , el alma de nuestras cofradías, no deja de ser una cadena de afectos que se heredan y se transmiten de mano a mano. La ciudad se estrena a una nueva Semana Santa. Ellos seguirán alumbrando el camino. Sean felices…
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