La Cuaresma en ABC
El patero del sábado | 'Jornadas inexploradas', por Álvaro R. del Moral
Si desconocemos el paisaje después de la pandemia, ¿para qué andamos pensando en quimeras?
La pandemia sigue su curso a la vez que la vieja cuaresmera va librándose de esas patas -semana a semana- que nos conducirán a la meta demorada de la Semana Santa . No, no podrá ser una más. Tampoco una menos. La fiesta litúrgica resplandecerá en el secreto de los templos pero el imperativo de este maldito virus volverá a dejar a las imágenes en sus capillas por más que alguna corporación haya decidido o esté por decidirse a subir sus titulares a los respectivos pasos para ser venerados en los días santos.
El largo introito viene al caso de las últimas derivas del mundillo cofrade cordobés. Sólo sabemos que no sabemos nada . No salimos en 2020; tampoco lo haremos en 2021 aunque sí gozaremos de una cercanía con nuestras imágenes que no pudimos sentir el año pasado. Pero el caso es que no tenemos ni la más remota idea en torno a la Semana Santa de 2022. Nadie puede aventurar nada y, mucho menos, las condiciones que regirán cuando recuperemos una fiesta que, con su ausencia, nos señala el camino más corto para herirnos.
Mientras tanto, llama la atención que se hable de abrir nuevas jornadas en la Semana Santa de Córdoba . Hay que advertir que aún queda mucho por hacer en las que ya están más o menos consolidadas: puliendo horarios -tan tardíos- y turnos de entrada en la actual Carrera Oficial, impulsando la mejora de los cortejos y los pasos, la calidad de los nazarenos y costaleros, interpelando e involucrando con la fiesta a la desapegada sociedad local… Más allá de eso, si desconocemos el paisaje social, humano, económico y hasta devocional qué encontrarán las cofradías cuando pase la pandemia… ¿para qué andamos pensando en quimeras? A partir de ahí, ignoro la necesidad de trasladar cofradías a la madrugada del Viernes Santo -por mímesis a lo inimitable- o incluso que se pretenda abrir el dudoso melón del Sábado Santo en una ciudad con querencia a Fuengirola. Empobrecer algunas jornadas que sí gozan de verdadera tradición para poner en pie lo que está por ver no deja de ser un viaje a ninguna parte. ¿O no?
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