La Cuaresma en ABC
El patero del Lunes | 'Llamas de paz', por Miguel Ángel de Abajo
Habrá que salir con el cirio bien apretado y alzando muy alta su llama, que es signo de fe, para que además sea signo de paz
En el año 2020 empezó la Cuaresma con normalidad, pero de pronto llegó el confinamiento y un virus mortal se adueñó, como elefante en cacharrería, de la situación, poniendo patas arriba el mundo y a la Semana Santa.
La Semana Santa se quedó en casa durante dos años seguidos: las misas se seguían por internet, las comuniones se hacían espiritualmente, los pregones se suspendieron y al año siguiente se adaptaron a las circunstancias, así como las estaciones de penitencia, suspendidísimas el primer año y 'estáticas', a modo de recepciones en los templos, al siguiente.
Este año, por fin, parece que habrá procesiones , que las calles volverán a ser templos. La pandemia está en retirada, pero la tranquilidad no. En el este de Europa se han calentando los ánimos, achicharrando a las ciudades de Ucrania . No hay pandemia, pero las bombas y las balas están tronando y amenazan con seguir haciéndolo .
Este año saldremos a la calle felices, aunque, también, recordando a quienes la pandemia se llevó, pero habrá que salir con el cirio bien apretado y alzando muy alta su llama, que es signo de fe, para que además sea signo de paz, porque la fe mueve montañas.
La fe y la paz están unidas, la paz es fruto de la fe. Cuando la fe falla los demonios campean sin freno. Esta cuaresma empieza teñida de sangre, con olor a fuego y a pólvora, con cortejos kilométricos de personas que huyen de las bombas con ojos espantados ante el sinsentido de los cuerpos rotos y las ciudades en ruinas.
Esta Cuaresma será la Cuaresma de la Paz , herida, pero paseada en triunfo por las calles de Córdoba en cada una de las llamas blancas de los nazarenos y pabilos encendidos que desafiarán la negrura de la noche.
La Cuaresma, morada y penitente, ansiada después de dos años de encierro, ha llegado con un tumulto de tanques, aviones y misiles… El dolor de las víctimas y la crueldad de los verdugos pugnarán su desventaja en los días venideros haciendo más urgente que nunca que en cada quinario, en cada culto, en cada oportunidad en que los cofrades de buena voluntad se reúnan, se eleve al cielo, atronadora, una oración por la paz, esa Paloma de Capuchinos que ansía valor y bendecir al mundo, coronada por la fe, como Reina de la Paz.
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