La Cuaresma en ABC
El patero del lunes | 'Callejero', por Miguel Ángel de Abajo
Lo de conceder calle a corporaciones que todavía no alcanzan ni la adolescencia de la edad del pavo y no han podido demostrar haberse ganado el escalafón chirría los goznes de la lógica
Voy a mojarme. Seguramente acabaré chorreando, como un ropón de pejiguero. Mojarse, estos días, es embarrarse en la calima arcillosa que escupe el cielo. Las calles de Córdoba son un laberinto centenario de historias y de paseos. Paseos por Córdoba.
Esta última semana se ha sabido una propuesta para darle nombre a varios espacios urbanos , algunos relacionados con las cofradías. Lo de cambiar nombres añejos por otros nuevos, probablemente no le gustaría ni a quienes podrían ser honrados con el cambio.
Pero lo de conceder calle a corporaciones que todavía no alcanzan ni la adolescencia de la edad del pavo , y por ello no han podido demostrar aún haberse ganado el escalafón de situarse en el Callejero, chirría los goznes de la lógica.
A un proyecto de asociación no se le puede tratar como a una asociación hecha y derecha. Una asociación hecha y derecha requiere varias cosas, además de tener sus papeles canónicos o civiles aprobados.
Si fuere el caso de una cofradía, requeriría estar integrada en la Agrupación de Cofradías y hacer estación de penitencia a la Catedral , no uno ni dos años, sino algunos más para demostrar su solvencia y su resistencia a los embates del tiempo.
A una asociación en prácticas , no se le puede tratar como a una centenaria o mediocentenaria, sería igualar por lo bajo. No es lo mismo un aprendiz, con todos los respetos, que un profesional. Una becaria , con todos los respetos, que una experta.
No sólo por los años y la antigüedad, que es lo menos importante, sino por la competencia de su trayectoria, por sus aportaciones singulares, por el contraste de haber superado momentos buenos y momentos malos .
Hay asociaciones cofrades en Córdoba que llevan décadas esperando su aprobación canónica y otras que luchan en ambientes sociales duros de la periferia, a las que cada avance les supone una empinada cuesta. Asociaciones donde el escaparate social es nada pulido porque no se pueden hacer tres comidas diarias en los pisos de su vecindario.
Esas trayectorias merecen ser reconocidas, esas circunstancias diferencian la calidad entre lo comprometido y lo pinturero posturita, mimético de hallazgos y prestigios ajenos.
El Ayuntamiento debería ser más cauto y menos paciente, mucho menos populista para adjudicar placas en las calles, porque devalúa las adjudicaciones, además de las desigualdades clamorosas que conlleva. Parece ser que de momento el Ayuntamiento va a repensárselo …
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