La Cuaresma en ABC

El patero del domingo | 'Vanitas', por Luis Miranda

La propuesta de Ánimas es tan contracultural como necesaria

Veneración del Cristo del Remedio de Ánimas en San Lorenzo Álvaro Carmona
Luis Miranda

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Para no caer en la tentación de pensar en la Cuaresma como en un paraíso de conciertos, días dulces y paseos buscando inciensos distintos siempre estará Ánimas . Los años como este el primer viernes de marzo llega cuando todavía no se ha caído toda la ceniza de la frente y ante la serenísima majestad del Cristo dormido, ante la certeza de la redención que trajo bordada en el sol y la luna del velo, la Cuaresma vuelve a ser de rezo y de mirada interior, como si no fuese más que vestir una túnica espiritual que prepara para llevar la de verdad durante unas gozosas horas.

El que se acerque en la capilla y no esté pendiente de hacer fotos con el teléfono descubrirá entonces por qué en este tiempo está más llamado que nunca a penitenciarse por sus pecados , a privarse de cosas para ayudar a los que necesitan y a rezar todas las oraciones aplazadas cuando parecía que había cosas más urgentes.

Como si de pronto la conversión y el arrepentimiento que se pide al depositar la ceniza no fuera un ritual arcaico y vacío que abre un tiempo de altares de cera, sino una llamada personal a dejar la mala senda y tomar la buena, ahora que todavía hay tiempo para enmendarlo y ahora que todavía no hay una balanza que pese lo malo y lo bueno para decantar el sitio definitivo.

La propuesta que hace Ánimas es tan contracultural (para las cofradías y para la Iglesia) como necesaria, porque, aunque haya un guion que ayuda a interpretar los símbolos , en los ángeles están los pecados capitales cuando nadie quiere hablar de ellos y las virtudes cuando se han convertido en cívicas.

La pluma de pavo real que presenta la vanidad de tantos que se asoman a la Cuaresma y a la Semana Santa para que les aplaudan y vivir algún minuto de gloria y la pereza de los que, como yo, nos refugiamos en los libros y hasta a los que tienen que enseñar algo para el espíritu nos acercamos para disfrutar su sabor literario o para criticar su estilo si no nos gusta, enredados como uno de los ángeles para no ser capaces de entender nunca cuál es la opción buena.

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