La Cuaresma en ABC

El patero del domingo | 'El milagro del Prendimiento', por Luis Miranda

Del paso en madera a uno que se hace; del palio liso a la bambalina; de la túnica prestada, a una exquisita

Acto de veneración de Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento Álvaro Carmona
Luis Miranda

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No terminé de entender del todo los pasajes del Evangelio en que Jesús expulsaba a los demonios hasta que leí una novela llamada ‘Los milagros del vino’ . El escritor y sacerdote Jesús Sánchez Adalid sugería allí que lo que atormentaba a la gente que llegaba hasta Cristo no eran sólo espíritus inmundos, sino también obsesiones y desequilibrios emocionales que lastraban su vida. En otro lugar leí una interpretación que podía ser complementaria cuando había lugareños que le reprochaban que les liberara: en realidad los demonios y las obsesiones eran la excusa para vivir anclados en la complacencia de la autocompasión .

Hay cofradías que viven mucho tiempo con malos humores y fluidos chungos en el cuerpo que hacen que cualquier paso adelante se contrarreste con cinco atrás, y que contestan a los tratamientos con recaídas de la enfermedad y de los malos hábitos de la falta de coherencia y del estancamiento.

El Prendimiento fue durante un buen tiempo una de esas cofradías que tiraba los proyectos cuando apenas los había empezado y que enseñaba en la calle la tristeza de que la cantera de un colegio inagotable se diluyese en el agua fétida del conformismo y la división para dar frutos de maderas eternas sin tallar y terciopelos lisos.

En algún momento, y quizá con todo el mundo escéptico, cambió algo allí. De los cultos de cualquier forma en un lateral se pasó a altares asombros de pura arquitectura; del paso en madera a uno que se iba tallando; del palio sin bordar a la bambalina que está a punto de verse; de la túnica que alguien prestaba si quería, a una exquisita que además es propia. El tránsito del raso a la sarga era más que un cambio de tejido, porque entonces se vio que aquel cortejo era algo más que una sucesión de chicos que se perderían al cabo de pocos años.

Todavía queda gente que piensa en la vieja cofradía, pero tiene toda la pinta de que el Prendimiento echó para siempre aquellas obsesiones viejas y esas manías antiguas . Y algo más importante que otros no hicieron: ha generado anticuerpos para no recaer en infecciones antiguas.

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