LA CUARESMA EN ABC

El patero del domingo: La flauta del capataz, por Luis Miranda

No se ve la trabajadera vacía, sino la ausencia del que convoca a todos

Un capataz da instrucciones en la Semana Santa de Córdoba Valerio Merino

Luis Miranda

Si el populismo es hablar de soluciones fáciles para problemas difíciles, también las cofradías lo tienen. Sucede cuando se mira a las trabajaderas de un paso y no se ve la ausencia de treinta jóvenes o de cincuenta, según los casos, sino de alguien que no va debajo, sino por fuera, y que vale por todos ellos, porque los convoca. Tiene algo de aquel arranque mítico de Rodríguez Buzón: « Ortigosa , a cuyo mágico conjuro se llena el paso de costaleros». Ortigosa o Curro , Lara , Arce o alguno de los que llenan pasos, que conste.

Es tan fácil como comprobar que un nombre con prestigio entre los costaleros está libre y llamarlo, y así se cubrirán los huecos de otros años. El paso saldrá, entrará y hará algunos momentos bonitos y con suerte ni siquiera habrá que suspender ensayos por falta de gente. Lo cierto es que la ecuación puede salir por algo muy sencillo: a los capataces les gusta lo que hacen y están dispuestos, las hermandades los necesitan y los de abajo saben que si no hay devoción por las imágenes están la curiosidad o el orgullo de trabajar con alguno de los mejores, que no es poca cosa.

Ya no es sólo la Semana Santa: cualquiera de esas agrupaciones parroquiales o cofradías que se ponen en la calle en los días anteriores del Domingo de Ramos sabe dónde tiene que llamar y quienes les solucionen el problema a veces incluso lo vivirán como una compañía de ópera vive el ensayo general, aunque en ese caso sea con público.

Recuerda al cuento del flautista de Hamelin , al que llaman para que se lleve una plaga de ratas. Con la melodía de su instrumento consigue atraerlas y llevarlas al río para que se ahoguen, pero no la recompensa de quienes lo habían llamado. El cuento acaba mal, sí, porque entonces con el mismo método se lleva a los niños. Y, claro, hay diferencias, porque los costaleros no son ratas y tampoco las llevan a morir, pero sí se parece la confianza en la música del flautista que tendrá que solucionar problemas. El día en que haya muchos lugares por atender pero el cuerpo no responda, igual el de la flauta no va a conseguir nada gratis ni aunque una el solo de «Rocío» con el de «Reina de Triana».

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