LA CUARESMA EN ABC

El patero del domingo: Catecismo, por Luis Miranda

Son tan buenas las cofradías que cualquier día tendrán sus propias obras de misericordia

Ensayo de costaleros en el Puente Romano de Córdoba Rafael Carmona

Luis Miranda

Hubo un tiempo en que las cofradías fueron una retaguardia necesaria pero pelín díscola de la Iglesia , a la que se cuidaba con palabras y se corregía más paternal que fraternalmente, porque crecían tanto y tan deprisa, y siempre con tanto interés en los aspectos periféricos, que no era fácil que siguiesen el camino que el pastor quería. Hubo también épocas de poco entendimiento y de distancia, pero ha empezado una nueva era y las cofradías por fin son tan vanguardia de los creyentes y bien tan deseable que es cuestión de tiempo que sus ritos pasen a formar parte del catecismo y la tradición.

Son tan buenas las procesiones que crecen por todas partes sin motivos que las justifiquen que en cualquier concilio se hará un catecismo nuevo para que los cofrades se ganen el cielo con lo que les importa. Sería cuestión de ponerse al día. Las obras de misericordia podrían ser enseñar al capataz nuevo al menos por un año, dar buen consejo al vestidor que lo necesita y que sea capaz de admitirlo, corregir al que no ha dejado simétricas las piñas bicónicas de flores, perdonar al hermano que hace oposición y que luego no aparece, consolar a los que tienen que hacer la estación de penitencia más dura por culpa de la lluvia, soportar con paciencia al vecino de trabajadera que al cuarto de día de Semana Santa va colgado, el hombre, y rezar a Dios por los cofrades, sus primos y sus abuelos y decir que nos escuchan «allí donde estén».

Esas son las espirituales, que son las más importantes, pero también están las corporales: dedicarle una levantá al costalero lesionado que ese año no ha podido igualar, dar de comer al hambriento que emplea su domingo en acompañar a la cofradía vecina en su fiesta de regla, dar de beber al nazareno de 30 años y sin enfermedades que tiene sed en una procesión de cinco horitas, ceder candelería para los cultos y vestir al hermano poco comprometido con un equipo de nazareno . Echar una mano a la cuadrilla que va tiesa se recomendará al principio de cada Cuaresma , un beso a una estampita que se pide a los niños será como un padrenuestro y ver un paso a tambor una mortificación tan sana como un ayuno.

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