RELIGIÓN

El obispo de Córdoba celebra la Santa Madre de Dios en la primera misa de Año Nuevo en la Catedral

El prelado cordobés recuerda que no se puede tener a Dios como padre si no tiene a María como madre

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante la misa en la Mezquita-Catedral el día 1 de enero Cabildo

El obispo de Córdoba Demetrio Fernádez celebró ayer la Eucaristía del 1 de enero en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba en nombre de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios . El prelado cordobés en su Homilía ha pedido para el buen inicio del Año Nuevo la Bendición de Dios «para poder salir de esta situación a nivel mundial y a nivel personal, que nos muestre su voluntad y sus caminos y cumplir su Santa Voluntad».

En este primer día del año, Fernández ha asegurado que «celebramos la octava de la Navidad, ocho días después del Nacimiento del Niño Jesús, y se fija en la madre María Santísima, madre de Dios, porque es madre de la Segunda Persona, el Hijo al cual ella le ha dado la carne y la sangre, el alma ha venido creada en el momento de la concepción». En la misa, el obispo ha recordado que «toda la realidad en la persona del Hijo, por tanto la madre, la que le ha concebido, engredrado, alimentado en su seno virginal y le ha dado a luz esta mujer es madre de la persona, madre Dios , por tanto al confesar la fe el verbo se hizo carne, confesamos la recíproca, y su madre es la Madre de Dios».

En estos días de Navidad, ha continuado en su homilía el prelado cordobés, «seguimos contemplando a este Niño y ampliando el objetivo del zoom y vemos que tiene madre, que es virgen y le ha dado a luz». A esto, añadió el obispo de Córdoba que «la liturgia hablaba de la zarza que Moisés vio arder sin consumirse. El Oficio pone en nuestros labios para cantar las alabanzas de la Virgen Madre . No es un juego de palabras, ha sido elegida por Dios llena de su gracia, y el Ángel vino a anunciárselo, y Dios le avisó que iba a ser algo milagroso. Ella dijo hágase en mí según su palabra, y presta su consentimiento». Ese fue, en palabras del obispo, «un momento de plena sintonía de dos corazones de madre e hijo. En la ofrenda de la propia vida de uno y otro, con toda la humanidad».

En esta primera misa del año, el obispo ha concluido que «nadie puede tener a Dios como padre si no tiene a María como madre».

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