Semana Santa de Córdoba 2021

Nazarenos centenarios, el Calvario de Córdoba a finales de la década de 1920

La cofradía de Córdoba constituye un puente vivo entre la Semana Santa del ayer y la de hoy

El Señor del Calvario, en la plaza de Las Tendillas de Córdoba Santos

Álvaro R. del Moral

La imagen no tiene desperdicio. El dulce Nazareno del Calvario se eleva sobre un sencillo paso de molduras barroquizantes. En el frontal campea la heráldica de San Lorenzo. Las andas, con un exorno floral casi campestre, se iluminan con unos candelabros de brazos y tulipas que, seguramente, corresponden a una de esas piezas seriadas que salían de los talleres de arte sacro de la época.

Pero hay más detalles, como la breve candelería que alumbra la imagen del Señor, tocado con una inmensa peluca rizada que se sujeta con una corona de espinas de orfebrería sobre la que se elevan las potencias. El Señor de la Vía Sacra porta una cruz de sección lisa, rematada en unas breves cantoneras, que ayuda a sujetar un cirineo -incorporado en 1924- que ya forma parte de las estampas perdidas de la Semana Santa de Córdoba.

Hay una luz plena que ilumina el grupo costumbrista , trufado de niños y vertebrado en torno al escueto cuerpo de nazarenos que precede y sigue al paso. No falta un bizarro sacristán revestido de sotana y sobrepelliz; dos monaguillos, un apagavelas…. Un nazareno diminuto -parece abrigado por una capa blanca con el escudo de la cofradía- posa para la eternidad en brazos de un penitente adulto.

Tras el Señor se adivina un manto que corresponde a la que hoy se llama María Santísima Nazarena

El blanco y negro no impide adivinar el color morado de las túnicas que han dado carácter a la corporación del Miércoles Santo en el último siglo, más allá de los vaivenes de su vida interna. Llama la atención que las cortas filas de nazarenos envuelven a los pasos. El de la Virgen se adivina detrás. Está a escasa distancia del Cristo, apenas unos metros, y separado por poco más de diez encapuchados -vestidos de aquella manera- que dan idea de la exigua nómina de la cofradía en aquellos años heroicos.

El rótulo comercial de la farmacia de El Globo campea en el edificio del fondo y permite ubicar la imagen sin demasiadas dudas. Debe ser la calle Diego León, entre Alfonso XIII y la plaza de Las Tendillas. La fachada de la derecha parece corresponder al Instituto Provincial .

La indumentaria del público nos lleva a aventurar que la imagen pudo tomarse en la década de los 20 de hace un siglo. Sorprende la aridez del pavimento, prácticamente un terrizo que -no deja de ser una suposición- podría ser consecuencia del derribo del mítico Hotel Suizo que cayó bajo la piqueta en 1923 para otorgar su actual fisonomía a la plaza de las Tendillas.

La cronología histórica de la corporación, sin olvidar la inconfundible atmósfera de la propia fotografía, también refuerza esas fechas. La corporación se había reorganizado en 1917. Se redactaron nuevas reglas y se buscaron recursos para financiar la construcción de un nuevo paso que, seguramente, es el mismo que aparece en la fotografía. La devoción al Nazareno que había tallado el fraile trinitario Fray Juan de la Concepción en 1723 era la columna vertebral de aquella corporación fundada para rezar el Vía Crucis por los campos del Marrubial.

En esa última reorganización germinó en la hermandad la idea de contar con una titular mariana. Entre 1920 y hasta la incorporación de la efímera dolorosa tallada por Martínez Cerrillo se pedía a las hermanas de Jesús Nazareno la bellísima imagen de la enfermería del hospital.

Era trasladada en sus antiguas andas de plata -existen documentos gráficos poco difundidos que así lo atestiguan- desde el coqueto templo de la Carchenilla a la parroquia de San Lorenzo para presidir los cultos cuaresmales y participar en la salida de la cofradía del Calvario.

Es, con toda seguridad, la misma imagen que aparece eclipsada tras el paso del Señor dejando ver la mitad de una destartalada candelería y el flanco de un manto que, posiblemente, es el mismo que sigue conservando la cofradía de Jesús Nazareno. Había sido bordado en 1862 a instancias de la congregación de religiosas hospitalarias para la antigua titular mariana de la antigua corporación nobiliaria. Su inconfundible impronta, precisamente, inspiró a Castillo Ariza y Francisco Díaz Jiménez para tallar a la actual titular en 1945 después de desechar la imagen que había realizado Castillo bajo la advocación del Mayor Dolor y Esperanza.

La fotografía constituye un impagable testimonio de una compleja época en la que la Semana Santa comenzaba a despegar lejos del molde encorsetado de la procesión oficial del Viernes Santo . La cofradía del Calvario había sido fundada a comienzos del siglo XVIII para rezar el Vía Crucis desde la parroquia de San Lorenzo hasta el antiguo Calvario del Marrubial.

A pesar de las vicisitudes de su historia, constituye un puente vivo entre la Semana Santa del ayer y la de hoy. El Calvario puede presumir con justicia de ser la decana de su jornada. Se asomó a los campos del Marrubial; participó en aquel cortejo oficialista del Santo Entierro y acabó encontrando su propio lugar en el mundo en una tarde, la del Miércoles Santo , consolidada con el paso del tiempo y que no merecería la pena tocar en aras de ninguna nueva quimera.

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