La Cuaresma en ABC

Música, cofradías y toros: de la obra perdida de Gámez Laserna y Serrano Lucena que Melguizo memorizó

El fundador de la Misericordia conservó en la memoria durante 39 años un pasodoble cuyas partituras desaparecieron

La familia Dominguín, con periodistas cordobeses y Francisco Melguizo, en 1939 ABC

Álvaro R. del Moral

Los ‘dominguines’ -Domingo, Pepe y un jovencísimo Luis Miguel- se habían prodigado en la plaza de toros de Los Tejares en el verano de 1939. El patriarca de la saga, el gran Domingo González, trabajaba en el lanzamiento de sus jóvenes vástagos, que después de torear con éxito un par de festejos nocturnos, volvieron a ser llamados para actuar en la novillada diurna que había organizado la Asociación de la Prensa incluyendo al benjamín de la saga, que sólo contaba con doce años.

La cita, fijada para el día 10 de septiembre de aquel ‘Año de la Victoria’, tuvo cartel anunciador de Rafael Díaz Peno , que en esos tiempos se encontraba forjando la impronta estética de la Misericordia, la joven cofradía de nazarenos que había fundado dos años antes su amigo Paco Melguizo que, además, era íntimo de los ‘dominguines’. Los había conocido a través de Dominguito, el mayor, un jovencísimo y entusiasta falangista con el que había intimado en el frente de Madrid tras ser movilizado como teniente provisional de telecomunicaciones.

La víspera de aquella novillada de la Prensa se celebró una cena en la taberna de ‘Los Huevos Fritos’ del barrio de San Lorenzo, inmortalizada en una conocida fotografía. En la imagen, además del viejo Dominguín, patriarca de la saga, aparecen sus hijos Domingo y Pepe. Luis Miguel, que era un niño aún , tuvo que quedarse en el hotel Victoria donde se hospedaba toda su tropa. En la instantánea tomada en la sobremesa de esa cena veraniega aparecen otros nombres conocidos de la prensa cordobesa de la época como Eduardo Baro, Francisco Quesada Chacón , Manuel de Viguera, Marcelino Alonso, Marcelino Durán de Velilla, Victoriano Aguilera, Manuel Enríquez Romá, Rafael Gago y el periodista José Luis de Córdoba, además del propio Paco Melguizo.

Melguizo, seguramente, no había sido ajeno al aterrizaje de los jóvenes toreros en la ciudad de la Mezquita. Pero los oficios y las amistades del f undador de la hermandad de la Misericordia también fueron determinantes para la composición y el estreno de un pasodoble titulado ‘Los chicos de Dominguín’ que habían firmado al alimón los maestros Luis Serrano Lucena y P edro Gámez Laserna .

Programa del concierto en que se recuperó el pasodoble, en 1978 ABC

Hay que advertir que Serrano Lucena se convertiría unos meses después en el primer director de la capilla musical de la hermandad de la Misericordia y que compondría la música de la plegaria ‘Misericordia, Señor’ , auténtico himno devocional de la hermandad, que Melguizo había firmado en el frente de Leganés en 1937, el mismo año que se erigió la cofradía. Pedro Gámez Laserna había llegado unos años antes desde Jódar y en la ciudad tenía que escribir el que ahora es himno de su Semana Santa: la monumental ‘Saeta cordobesa’ , entre otras muchas obras, procesionales o no.

El festejo se dio bien en el ruedo y la taquilla. Es obligado reseñar que el gran Guerrita asistió , pontifical, a aquella novillada en la que se lidiaron reses de Albaserrada. El viejo califa recibió el brindis de Luis Miguel -sólo era un niño vestido de luces- y terminada la corrida invitó a su casa de la calle Góngora a los tres hermanos toreros para felicitarlos y aleccionarlos. Sabía que Luis Miguel tenía madera de gran figura y le entregó un bello dije en el que campeaba la siguiente inscripción: «1895. La Asociación de la Prensa de Madrid a Rafael Guerra ‘Guerrita’». Luis Miguel prometió -y cumplió- conservar aquel regalo a lo largo de toda su vida.

El pasodoble se estrenó en aquella lejana tarde de verano y ya no se tocó más… «Al finalizar el festejo, los autores del pasodoble le hicieron entrega de la partitura del mismo al padre de los toreros y... nunca más se supo de tal pieza musical, porque ni se volvió a interpretar, ni en el archivo de la Banda Municipal quedó constancia», rememora Cayetano Melguizo Gómez , hijo de Francisco Melguizo Fernández y custodio de su valioso archivo.

«La partitura original la traspapelaron los Dominguín, que se supone no deberían tener demasiado aprecio por tales cosas, y tan solo quedó una copia en poder del maestro Serrano Lucena », precisa Cayetano. Don Luis Serrano Lucena falleció sólo tres años más tarde, pero entre sus papeles musicales, que quedaron repartidos entre la hermandad de la Misericordia y el Real Centro Filarmónico , no apareció el pasodoble.

Pasaron algunos años más para el maestro Gámez Laserna se incorporara a la célebre banda de música del Regimiento Soria 9 de Sevilla. Allí vivió hasta su fallecimiento, el día de Navidad de 1987, y allí siguió componiendo obras tan emblemáticas como ‘Pasa la Virgen Macarena’.

Ni la familia Dominguín ni Serrano Lucena ni Gámez Laserna habían conservado una copia

Y allí, en Sevilla, acabaría reencontrándose con su viejo amigo Paco Melguizo a raíz del aterrizaje de éste en 1976 en calidad de jefe territorial de Telecomunicaciones . «Pedro Gámez ya estaba jubilado y volvieron a retomar la buena costumbre de verse con frecuencia», evoca Cayetano Melguizo. «En una de esas ocasiones, mi padre le preguntó por aquel pasodoble que había escrito con Luis Serrano, dedicado a los Dominguín. Pedro Gámez le dijo que se había perdido para los restos, porque él no tuvo la precaución de guardar copia o, menos aún, de registrarlo en la Propiedad Intelectual o en Autores…», sigue.

Pero el prestigioso músico militar no contaba con la prodigiosa memoria musical de Paco Melguizo que iba a sorprenderle con su respuesta: «Pues yo sí tengo guardada una copia... en mi cabeza…» Solamente lo había oído en los ensayos previos y en la plaza de toros aquel 10 de septiembre de 1939 -explica Cayetano- y después de casi 40 años seguía acordándose de todas las partes melódicas . Gámez Laserna pudo reescribir la pieza , que se reestrenó el sábado 14 de octubre de 1978 en el Patio de los Naranjos, al pie de la Giralda, por la Banda Municipal de Sevilla en un concierto dirigido por el maestro Albero Francés.

El programa de aquel concierto, conservado entre los papeles de Melguizo, contiene un par de inexactitudes en torno a la fecha de su primer estreno y hasta el nombre de la composición pero no deja de ser el certificado de autenticidad de esta historia de toros, cofradías, música y amistad .

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