Semana Santa Córdoba 2022

Miércoles Santo de Córdoba, lo que cambia es la mirada

Córdoba llena las calles para disfrutar una tarde llena de estampas clásicas y renovadas, aunque con retraso horario

Itinerrarios y horarios del Jueves Santo de Córdoba

Semana Santa de Córdoba 2022: ABC te trae la guía más completa

La Virgen del Amor, al salir de San Basilio Valerio Merino
Luis Miranda

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Estos días irrepetibles, cortos en las horas y largos en el recuerdo que se amasa y que vuelve, la Semana Santa repite y renueva, recrea y sorprende, complace y hasta decepciona a ciertos ratos. Se puede volver al lugar en que se fue feliz para serlo de nuevo o para no encontrar lo mismo y se puede llegar a una emoción en la esquina de un hallazgo casual .

La Semana Santa es a la vez lo que se espera y lo imprevisible , lo que emociona en el recuerdo de hace mucho y lo que tendrá que emocionar en los recuerdos que vendrán después. Tiene tanto de reencuentro como de nuevo nacimiento todos los años. La esencia puede no cambiar, y hasta la piel de madera dorada, de bordados, de plata, parece repetirse, pero cambian los ojos con que se miran, el ánimo con que se sale a la calle, las fuerzas con que se afrontan las esperas.

Llega un día en que parece que nada cambia y es verdad que se busca lo que se conoce en los mismos sitios , pero siempre sabe que se engaña quien se da por avisado, quien piensa que viene a repetir otra vez lo que ya ha visto bastantes veces. Como si la Semana Santa no se renovase todos los años aunque las imágenes tengan siglos de oraciones y aunque el oro vaya tomando el noble envejecimiento con que pasa el tiempo. Aunque parezca que se sepa lo que se va a encontrar, la mirada cambia lo que está delante.

El Miércoles Santo amanece como día de fiesta a la hora de comer, cuando se han dejado los afanes del trabajo y se sacan los trajes y los ánimos que tendrán que lucirse en una vida sin prisas . Para una gran parte de la ciudad todo cambia. La noche se puede apurar hasta que las piernas tengan fuerzas con la seguridad de poder dormir en la mañana siguiente.

Para los que quieren la fiesta es además un momento en que empieza cierta costumbre. Si el Domingo de Ramos todo parece nuevo y el Lunes el cuerpo empieza a hacerse a la costumbre de los largos caminos y de las restricciones al sueño, el Miércoles Santo es el día en que la Semana Santa es una forma de vida que ha suplantado a la que rige siempre.

Se cae en la cuenta enseguida de que habrá que dejarla marchar en menos tiempo del que ya ha pasado desde que empezó, pero se cierran por el momento los ojos.

Por primera vez la hermandad de la Piedad se recogió en la Catedral tras cumplir la carrera oficial

A esa hora de amanecer de mediodía de día festivo las nubes pasaban y de vez en cuando oscurecían el cielo , pero nadie temía por ellas, porque se daba por hecho que no eran ninguna amenaza. Los festivos o sus vísperas tienen el aire demorado de haber dejado las prisas en el armario de la ropa de trabajo, y el Miércoles Santo no tiene nunca prisa en empezar.

Lo hizo a las 17.10 en Las Palmeras . Si el Gran Poder consiguió que se mirase a esos barrios de vida difícil, arquitectura sencilla y ropa tendida delante de las ventanas, al menos por unas semanas, la hermandad del Cristo de la Piedad vive siempre con ellos y comparte su dolor para llevarlo al corazón de la ciudad en un día de hermandades con mucho peso.

Faroles

En su puesta en escena llamaron la atencion los nuevos faroles de madera oscura, lo clásico de los claveles rojos con sus hojas de palma inevitables por estar donde estar, y la radiante miranda al cielo de la Virgen de la Esperanza, que llevaba en la mano una cala fresca .

Muchos acompañaron al paso ganando metros de camino a Córdoba; otros quedaron esperando a su regreso esa madrugada, tras concluir por primera vez en la Catedral su estación de penitencia.

No cuesta llenar ciertas calles de la Judería de Córdoba , pero mucho antes de que saliera el Perdón, Buen Pastor, la plaza del Indiano y Valladares ya estaban atestadas de gente que quería ver cofradías en la calle sin pensar en si saldrían o no saldrían.

La Virgen de la Paz avanza por la plaza de Capuchinos Valerio Merino

Los madrugadores encontraron el buen lugar para ver avanzar el misterio del Señor ante Anás sorteando las ventanas de la calle estrecha. En la intimidad de su calle, el golpe a la cara del Señor del Perdón suena más fuerte y el dolor se siente un poco más.

En un día de estampas clásicas, la Virgen del Rocío y Lágrimas se anotó la novedad de presentar el respiradero frontal, con diseño de Álvaro Abril, orfebrería de Jesús Iglesias, guadamecíes de José Carlos Villarejo y tres esculturas en plata de Manuel Luque Bonillo con la Fuensanta, San Acisclo y Santa Victoria.

La estética del conjunto se va viendo poco a poco en los detalles y de alguna forma era como asomarse al contraste entre la huella islámica de la Mezquita-Catedral y las capillas que se superpusieron. Cuando la Virgen sale y se superan las maniobras siempre difíciles de cruzar la pequeña puerta de San Roque , la cofradía es distinta y camina alegre.

Poco después de las seis de la tarde el cielo de Córdoba empezó a volverse gris y desapacible . El Calvario tardó en salir más de lo previsto y cuando sus nazarenos ya estaban en la calle hubo quien sacó la mano para darse cuenta de que no era una pesadilla. Estaba chispeando. La Paz también estaba saliendo a la calle. No hubo un chaparrón ni un chubasco digno de ese nombre , pero se pudo decir que llovía durante cinco minutos en que ni siquiera hubo paraguas.

La más de media hora de demora en la carrera oficial pudo haberse fue el único lunar del día

Se terminó cuando la cruz de guía del Calvario avanzaba por la calle Arroyo de San Lorenzo, también llena de expectación. Salió algo tarde y eso pudo provocar al final del día un retraso muy notable , de una media hora, pese a sus esfuerzos por recuperarlo.

Necesitó su tiempo la cofradía para sacar a sus imágenes del interior de San Lorenzo , que una ojiva gótica como esa nunca es sencilla.

Si Semana Santa es la renovación de lo conocido, con el Calvario empezaba a hacerse el Miércoles Santo en que no sólo las cofradías, sino sus espectadores atentos, se miran en el espejo de los propios años que llevan buscando a las mismas imágenes con improntas parecidas. Les pesan los años a los ojos que las ven; no a quienes permanecerán cuando se cierren para siempre.

El Señor del Calvario, con San Lorenzo al fondo Rafael Carmona

Porque a su alrededor podía haber detalles distintos, pero en esencia era el mismo Nazareno apesumbrado por el peso de la cruz, tan próximo muchas veces al sufrimiento de los suyos. Para los detalles estaba la túnica corta con bordados en estilo rocalla que hizo Mercedes Castro y el combinado de morados y calvas con calas , entre otras especies.

Para lo eterno, las cruces con los nombres de lo apóstoles; para lo que no se quiere repetir, los esfuerzos para separar los dos pasos en un cortejo que no podía ser largo .

Pudo andar por fin la hermandad cuando salió la Virgen del Mayor Dolor y todavía cuando se venía escuchando la música sin verla a Ella, quiso el que la ha visto muchos años imaginarla como siempre.

Lo que la rodea es siempre tan vertical y ascendente como la mirada de la imagen hasta el cielo, y la acompaña con acierto. No falló el ojo acostumbrado: la candelería tenía la misma fuerza al cielo de sus ojos, con el identíco impulso de las piñas de claveles blancos apuntando como flechas.

El palio de cajón tenía en el golpe contra los varales el mismo aire severo de todos los Miércoles Santo y muchos echaban de menos encontrarse ya las velas encendidas para que aquella candelería fuese una escultura de luces .

Por primera vez la hermandad de la Piedad se recogió en la Catedral tras cumplir la carrera oficial

Los que al hacer el paseo por San Pedro, Juan de Mesa y la Corredera la imaginan llena de nazarenos blancos y como trazada por una misma mano tenían ayer el día para que los sueños se hiciesen realidad. Más que una cofradía, la Misericordia es un río que anega lo que pisa cuando a las calles llega la cruz de guía de los espejos. No hay nada que la contenga, porque sus nazarenos saben que sólo si van juntos pueden tomar sin discusiones los sitios por los que pasan.

Detalles

Así se disfrutan más los atributos , el tramo martirial de la cera roja y la espera corta hasta entrar delante del Cristo de la Misericordia . Si no fuese por el recuerdo de todos los años parecería imposible que su mole dorada e imponente cruzase las calles y sin embargo como un retablo por las estrecheces de una Ajerquía que se tiene que conocer de memoria.

El misterio del Perdón, en la Judería Rafael Carmona

Era la tarde para fijarse en ciertos rasgos que no habrán de volver en el palio de la Virgen de las Lágrimas . La majestad de las medidas, el movimiento de las caídas sueltas, tal vez el sonido que será distinto cuando se empiece a ver el proceso de reforma que le dará otras proporciones conservando la impronta de siempre.

El manto, de un malva vivo que contrastaba con el envejecido todavía del palio, ya daba cuenta de lo que tenía que llegar, pero en eso no se fijaban los que por la Corredera y por la Espartería se daban el lujo de acompañarla y mirarle el dolor antiguo como lo hicieron tantas veces, quizá con alguna marcha cordobesa.

Otros años había otras preocupaciones y otras alegrías, que ahora son distintas, porque la Semana Santa es fiesta que se renueva por la vida de los que salen a verla.

Al caer esa tarde el cortejo de la hermandad de la Paz, también con espacio entre los nazarenos, parecía ocupar como un nervio una gran parte de la ciudad, desde la Victoria hasta Las Tendillas . La túnica blanca lisa resaltaba bastante la tez morena del Señor de la Humildad y Paciencia cuando avanzaba entre los árboles un misterio que parecía querer cobrar vida. No renunció a los cambios, pero a ratos, con las marchas clásicas apropiadas, también avanzó más que en otros años.

Por Lope de Hoces miraba la Virgen de la Paz la luz del sol que declinaba y quienes se hubieran emocionado otros años también le encontrarían dulzuras y hermosos detalles nuevos. Sus flores, de rosa al casi morado, gritaban de originalidad entre el blanco del manto y del palio , que hacía otra vez un cielo grande en el que se podía meter todo el que quisiera rezar.

El Cristo de la Misericordia, en la Corredera Ángel Rodríguez

A última hora la Pasión volvió a hacer caer en el paso del tiempo a los que la recuerdan a las primeras horas de la tarde. San Basilio tenía más aire de fiesta que nunca y la túnica nueva, con la cruz barroca , le da al Señor una impronta definitiva de Nazareno antiguo, de vieja devoción de todo un pueblo, que por algo el Alcázar Viejo tiene espacio propio y separado. Impactaron sus flores rojas.

Hizo barrio por sus calles antes de cruzar Caballerizas Reales y la Virgen del Amor inauguró la noche en la candelería encendida que la acompañó hasta el final. Encontró pronto la hermandad la carrera oficial y se dedicó a disfrutar de una noche tan dulce como son aquellas que dan a bastantes días de fiesta. Había donde escoger, de San Pedro y San Lorenzo hasta Capuchinos. Siempre igual con miradas distintas.

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