Pasión en Córdoba

María La Talegona, treinta años sin la voz atávica de la saeta de Córdoba

La mítica cantaora dejó en la Semana Santa y en todo el flamenco una huella que perdura

María La Talegona canta al Cristo de Gracia ABC

L. M.

El tiempo guardó su memoria asociada a la saeta, pero María Zamorano, «La Talegona» para quienes la escucharon u oyeron hablar de ella, fue ante todo una cantaora de flamenco, y no anecdótica. Esta semana se han cumplido treinta años de su muerte , en febrero de 1991.

Enrique Morente , que se subió a las tablas con ella para representar «La Celestina» , dijo que representa «el cante primitivo andaluz» que habían imaginado Manuel de Falla y Federico García Lorca cuando crearon el primer concurso de Granada, y elogiaba aquella voz «redonda y flamenca» , de las mejores que había escuchado. Era todo intuición y oído: nunca aprendió a leer ni escribir.

María La Talegona había nacido en 1909 en el barrio de San Lorenzo y desde niña escuhaba cantar a sus madre saetas. La presentó a su primer concurso con 13 años y ganó, y comenzó una carrera de cantaora flamenca que la llevó a aquella adaptación de «La Celestina» , pero también a aparecer en algunos discos.

En 1965 ganó un premio en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba pero no quiso hacer carrera como cantaora. Compró una casa en la calle Candelaria y siguió trabajando como limpiadora del cine Iris . Su vocación sería la saeta y es lo que siguió haciendo muchos años a muchas imágenes, en especial al Cristo de Gracia , su gran devoción.

La suya era la flamenca que hoy se escucha, pero también la saeta antigua de Córdoba , «más gregoriano que flamenco», decía Pablo García Baena, mucho más austera , ya que le había enseñado su madre. Si era capaz de llenar los grandes teatros, como recordaba Enrique Morente, sin micro, lo mismo hacía en las calles.

Todos los cantaores actuales, y aún los que no la conocieron pero han tenido referencias, reconocen el magisterio de aquella voz profunda y penetrante , testigo de una época en que La Talegona y otros cantaores protagonizaban algunos de los momentos más recordados de una Semana Santa distinta.

«Cristo mío de mi alma / qué cerquita estoy de ti. / Con mi saeta te pido que a la hora de mi muerte, / estés cerquita de mi», cantó a su Cristo de Gracia, en lo que parecía la prefiguración de su partida en el año 1991. Las cofradías la lloraron como a un mito.

Incluso en estos tiempos en que la música de las bandas se escucho más, su recuerdo sigue presente cuando puede haber procesiones. La famosa «Saeta cordobesa» , himno de la Semana Santa en la ciudad, concluye con una adaptación que el compositor Pedro Gámez Laserna hizo de una saeta que ella cantó al Cristo de la Misericordia, y que el músico anotó en aquel momento.

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