Pasión en Córdoba

María Auxiliadora vuelve a pasar bajo el cielo azul de Córdoba

La familia salesiana celebra a su titular en el patio del colegio en una misa presidida por el obispo

María Auxiliadora llega al altar en que se celebró la misa en el patio de su colegio de Córdoba Valerio Merino
Luis Miranda

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El color del día es el azul . Hay colgaduras rosas y a veces hasta globos, porque así es la saya, pero María Auxiliadora llegaba envuelta en azul. El de su manto y el del cielo al que no se asomaba desde hacía dos años, cuando se despidió de la calle sin sospechar que un día se iba a cerrar el mundo.

No era el cielo infinito en el que se recortan las torres de San Lorenzo y de San Rafael , y que permite asomarse al sol que se despide por el oeste, justo donde se adivina San Andrés, pero es el cielo ancho que cabe en el patio del colegio de los Salesianos , el mismo que cualquier 24 de mayo.

En el fondo no había cambiado tanto. María Auxiliadora salió a las 19.30 al patio del colegio y su ancha familia, que incluye a sacerdotes, profesores y alumnos de ahora y de antes, la recibió con un aplauso . No estaba en su paso, preparada para su procesión, sino en unas sencillas andas, pero en ellas caminó a hombros hacia el altar donde tenía que ser la misa.

María Auxiliadora, recortada en el cielo azul Valerio Merino

No podía el patio recibir a tanta gente como todos los años, pero después de tanto tiempo de encierro y mientras muchos recordaban todavía el tiempo de las misas y de las oraciones por televisión, María Auxiliadora había cruzado las puertas de su iglesia para recortarse en el cielo de un 24 de mayo . La organización insistió en el aforo máximo y en que se respetase la distancia entre los asientos. Fueron más de un centenar los que entraron.

El obispo recordó que María Auxiliadora «protege a los cristianos frente a las fuerzas del mal»

La recibieron con el canto del ‘Salve Madre’ y del ‘Salve Regina’, pero también con palabras de alabanza en las que no faltaron oraciones por quienes han fallecido víctimas de la pandemia y también por quienes en ese tiempo, sobre todo en la época más dura, se afanaron en ayudar a los demás.

No estaban los candelabros dorados del paso que luego la tendría que llevar a las calles, sino unas andas de plata con rosas blancas , pero allí reinaba Aquella cuyo nombre había llenado la voz de los que un día fueron salesianos desde que amaneció el día, quizá con el recuerdo de los primeros versos del himno : «Rendidos a tus plantas, Reina y Señora...».

Muchos soñaban con que al cabo de 365 días la Virgen estuviera en las calles, pero los salesianos rezaban por los que han sufrido por la pandemia a la que lleva el nombre de María Auxiliadora, una advocación, como recordaron, « para los tiempos difíciles ».

Como otros años, acudió a presidir la misa el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández , que recordó que los cristianos van a su Madre en especial «en los momentos de necesidad». A la madre terrenal, pero también a la del cielo, porque María Auxiliadora «es siempre Madre de este niño que somos todos nosotros».

Frente a la pandemia, pero también «ante todas las dificultades». Porque la Virgen, recordó, protege a los cristianos frente «a las fuerzas del mal» . Ensalzó la labor de los salesianos para «inyectar en el alma el amor a María Auxiliadora».

El obispo de Córdoba, durante la celebración ante María Auxiliadora Valerio Merino

El sol en mayo tarda mucho en caer, y el día 24 siempre gusta de retrasarse para ver a María Auxiliadora caminar por un barrio de San Lorenzo que se viste de fiesta. Los que se marcharon del patio del colegio recordaron menos los años en que se apostaban en la calle que lleva su nombre para verla caminar radiante, porque sabían que volverán, que el tiempo en que la Madre era una presencia latente que no podía salir al cielo azul.

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