La Cuaresma en ABC
Manuel Echegoyán, la firma de un gran escultor en la Semana Santa de Santaella
La cofradía del Amarrado redescubre la autoría de la Virgen de los Dolores en un autor sevillano que se dedicó más a obra profana
La firma de Manuel Echegoyán (Espartinas, 1904-Sevilla, 1984) está ahí, nítida y rotunda, marcando el año de 1943 como fecha de culminación de una imagen que empieza a desvelar sus secretos. Había un recuerdo difuso de esa rúbrica, velada por unas gasas que facilitan las secretas labores de vestido y aderezo de la Virgen de los Dolores , cotitular de la cofradía del Amarrado de Santaella .
Se trata de una histórica y singular corporación que sale cada Miércoles Santo y es propiedad sentimental de una familia que nutre sus listas y ha cuidado de su pervivencia a través de casi tres siglos y once generaciones. Son los del Moral-Merino.
Uno de sus descendientes, el magistrado Antonio Jesús Rodríguez Castilla , ha sabido tirar del hilo de la historia para refrescar este dato vital que permite datar y revalorizar artísticamente a la Dolorosa de la localidad de la Campiña.
Pero… ¿Qué había pasado? ¿Por qué se había perdido la memoria del escultor en la cofradía del Miércoles Santo? Eran algunas de las preguntas que se hacían algunos hermanos que, como Rodríguez Castilla, andaban buceando en los orígenes de la corporación penitencial de la parroquia de la Asunción con motivo del 50 aniversario de su última reorganización. Los trabajos se verán reflejados en un libro.
La firma señala el nombre del escultor y la fecha: «M. Echegoyan, 943». Pero también alude a un posible donante de la imagen: «adquirida por hno. Fdez. Sevilla 15-6-1951». ¿Quién era ese tal Fernández? ¿Pertenecía a la corporación de Santaella? ¿Había tenido la imagen un destino anterior?
Rodríguez Castilla recuerda que en el seno de la hermandad se señalaba que una cofradía sevillana habría podido ser la primera receptora de una imagen que acabó recalando en Santaella antes de que se perdiera la pista de su autoría.
Nada sabemos aún de este tal Fernández, pero en la hermandad se da por hecho que la Virgen de los Dolores aterrizó en el pueblo en marzo de 1952 , casi un año después de la fecha marcada por la inscripción y adquirida por un histórico de la corporación: Manuel del Moral Fernández. A partir de ahí se enreda la certeza histórica redescubierta y la propia tradición oral de la hermandad.
El testimonio de Cristóbal del Moral , hijo de Manuel, fijaba a su padre hace setenta años justos , en la sevillana calle Cuna, para encargar una talla de Virgen «en el taller de Castillo Lastrucci ». «La casualidad quiso que en aquel taller hubiera una imagen recién terminada, cuyo autor, de profesión médico, de nombre Manuel y con un apellido de origen vasco , había realizado nuestra talla para una hermandad de Sevilla, si bien por falta de recursos no la habían retirado», refiere ese testimonio que debe ser matizado.
El febril taller de Castillo siempre estuvo en la calle San Vicente , pero se acerca al apellido del escultor -redescubierto en 2022- por más que las brumas del tiempo añadan datos confusos.
El mismo testimonio refiere que la Virgen costó 5.000 pesetas ; que llegó a Santaella después de hacer el viaje en el tren de mercancías que paraba en Montilla donde fue recogida por Juanito del Vidal, cosario del pueblo, que la llevó al domicilio de Valle del Moral Merino antes de ser expuesta en un comercio de la calle Corredera…
No fue un hombre especialmente significado en la política, pero la Guerra Civil lo sorprendió en Madrid y tuvo que combatir en el lado republicano, lo que le creó problemas
Los descendientes del autor no tenían conocimiento ni constancia de la imagen de Santaella. El descubrimiento, transmitido a su nieta Yolanda Echegoyán , ha constituido una auténtica sorpresa para la familia, celosa guardiana de la memoria de un creador al que la vida no trató a la altura de su valía artística .
«Desconocíamos la existencia de esta obra; sabemos y tenemos constancia de muchas esculturas de carácter público erigidas por mi abuelo en diferentes lugares de España, pero aún quedan muchísimas por descubrir», señala Yolanda, hija del único hijo de Manuel Echegoyán.
Hay que advertir que Echegoyán no fue un imaginero al uso; en realidad se trata de una faceta menor en una producción escultórica que trasciende en calidad y cantidad del ámbito sacro y goza de unos valores que se escapaban de los moldes imperantes en las cofradías andaluzas.
Antes de la Guerra Civil ya había mostrado la personalidad de su obra en torno a la revolución estética espoleada por la Exposición Iberoamericana de 1929 .
Pero al creador de Espartinas , sin especial significación política, le pilló el alzamiento militar en Madrid y fue reclutado en el bando republicano. Al acabar la guerra pasó por prisión y tuvo que cargar con e l estigma de 'rojo' , lo que le impidió reincorporarse a las tareas docentes que ya desempeñaba.
En medio de ese panorama, Echegoyán tuvo que aferrarse a la producción de imágenes religiosas después de la contienda. La demanda de las cofradías y parroquias era muy alta debido a los desmanes anticlericales de la II República y la propia contienda, que había ocasionado la destrucción de gran parte del patrimonio.
A pesar de todo, el escultor pudo retomar el hilo de su obra profana , su función docente y hasta la reivindicación de su valía a la vez que se diluían los rigores de la posguerra. Suyos son, entre otros exponentes, los modernos relieves de la fachada del Ayuntamiento de Sevilla , en los que llegó a retratar a la mismísima Grace Kelly .
La historia, eso sí, le ha colocado en el lugar que le corresponde. El recordado académico y catedrático Antonio de la Banda alababa su papel «en la renovación plástica posterior a la cincuentena» destacándolo sobre el resto de autores de su generación. Un pedazo redescubierto de su producción, la Virgen de los Dolores de la cofradía del Amarrado de Santaella, reivindica ahora su memoria en el anochecer de cada Miércoles Santo.